Hijo de un pequeño fabricante de tintes desde joven decide dedicarse a la pintura. Entre 1899 y 1901 reside en París, ciudad en la que conoce el impresionismo
y las corrientes modernas de la pintura francesa, que cambian por completo su concepción estética modernista y sus ideas artísticas. Su estilo plenamente impresionista durante su etapa parisina evoluciona posteriormente por caminos sorprendentes hasta llegar a un personal expresionismo
. En 1903 se retira al Montseny para pintar paisajes de corte primitivista y retratar a la burguesía catalana. Como dibujante de gran fuerza sarcástico e ingenuista trabaja para la revista Papitu entre 1910 y 1912. A partir de 1905 deja prácticamente de pintar para dedicarse a la fábrica familiar, y reanuda, a partir de 1928, su carrera pictórica de manera ingente y frenética. Recupera su faceta simbolista y cristalizan, durante esta etapa, las series Vida de Jesús y los Vencidos (1943 y 1945), en la que retrata los desastres de la Guerra Civil, de un primitivismo casi expresionista que acrecentó su fama de maldito. A Pidelaserra se lo reconoce como el primer, y el más auténtico, pintor catalán del cambio de siglo plenamente impresionista, pero su obra es difícil de encajar; el mismo decía: pinto olvidado del tiempo, de las colecciones, de la tendencias pictóricas, de las escuelas y de las fórmulas. Sólo pinto por pintar, y dejarme llevar por mi temperamento. En 1948 el Museu d’Art Modern le dedica una gran muestra antológica. Desde entonces hasta 2002 no se había vuelto a revisar su producción desde un museo, siendo El Museu Nacional D´Art de Catalunya en Barcelona el que le dedica una amplia exposición.