Estudia en la Accademia di Brera de Milán, teniendo como profesor a Adolf Wildt. En 1935 se une al grupo de escultores abstractos milaneses, exponiendo en la Galería Del Milione. En la década de los treinta sus esculturas consisten en estructuras delgadas y vibrantes, de superficies delicadamente curvas, que parecen poseer una dimensión acústica como si de instrumentos musicales se tratase; con ellas intenta sugerir cualidades tanto metafísicas como meditativas, al introducir el tiempo en el interior del espacio plástico. A principios de los sesenta construye obras de carácter narrativo ligadas íntimamente a la música; ejemplo de ello es La balada del ciervo (Doc. Galería Di Meo, París, 1979).