Estudia en el Instituto Superior de Arte de la Habana, formando parte posteriormente de la Brigada Hermanos Saíz y colaborando en la creación del Taller de Serigrafía René Portocarrero. Su obra se caracteriza por la constante obsesión que muestra hacia la realeza contemporánea y hacia el mundo que la rodea, centrando su interés en la amplificación a la que ésta es sometida por parte de los medios de comunicación masivos. Su obra pretende ironizar el valor y el poder de este círculo mediante el alargamiento y estilización de las figuras en obras tanto bidimensionales como en obras tridimensionales, lo que da lugar a un trabajo cuyo resultado es una metáfora en la que se advierte tanto la inutilidad de dicho estamento en el mundo actual como un canto esnob o populoso a su conservación. Su obra ha formado parte de numerosas exposiciones colectivas e individuales celebradas tanto en Europa como en el continente americano.