Hermano del también pintor Josep Masriera, se forma en el seno de una importante familia de orfebres catalanes. Su obra es considerada como crónica de una época en la que la opulencia y la banalidad envuelve a la burguesía barcelonesa. Pintor de asuntos anecdóticos, retrata sobre todo a mujeres en las que el derroche de riqueza y minuciosidad en su descripción alcanza gran éxito entre los nuevos ricos, acudiendo para ello a recursos derivados del
realismo. Invierno de 1882, Museu d´Art Modern, Barcelona, y Fatigada, Cercle del Liceu, Barcelona, (1894) son ejemplos destacables en su producción.