Comienza a pintar a la edad de diecisiete años en el taller de Vidal González Arenal, pero su verdadera formación artística se realiza de manera autodidacta. Realiza numerosas visitas al Museo del Prado, en donde siente especial admiración por El Greco. En 1920 entabla amistad con Solana, quien le introduce en la tertulia que Pancho Cossío organiza en La Granja (Segovia) y en donde conoce a Vázquez Díaz y a Zuloaga, entre otros. En 1930 realiza su primera visita a París, ciudad en la que entra en contacto directo con el impresionismo y la obra de Cézanne, pintor por el que siente gran admiración. En su obra queda retratada la Salamanca de principios del siglo XX, sus rincones urbanos hoy desaparecidos, sus viejas casas y sus calles, sus plazas. González-Ubierna se esmera en captar la luz que inunda la bella ciudad castellana a lo largo de las estaciones, desde la fría luminosidad invernal hasta las luces doradas del otoño. También por sus lienzos desfila el París bohemio de los años 30 y los paisajes norteños cercanos a Laredo (Cantabria). En todos ellos es común el uso de cielos oscuros, llenos de nubes que presagian tormentas. Sus paisajes y vistas urbanas se realizan mediante el empleo de un sobrio cromatismo compuesto a base de ocres y grises dispuestos sobre el lienzo en hábiles pinceladas. Ha realizado numerosas exposiciones, entre las que citaremos la gran exposición antológica realizada en 2000 en conmemoración del centenario de su nacimiento en el Museo de la Ciudad y en la sala de Exposiciones de Caja Duero de Salamanca.