Es hijo del escultor Eduardo Chillida . De formación autodidacta, a los veintidós años sufre un grave accidente que le paraliza la mano derecha, por lo que tiene que abandonar la escultura (actividad a la que hasta entonces se dedicaba) comenzando a pintar con la mano izquierda. La pintura de Chillida Belzunce está en la tradición expresiva de la representación del entorno que rodea al artista como proyección de sus afectos y pasiones. En sus imágenes, enfocadas como si fuesen a través de un gran angular, aparecen detalles periféricos creando una sensación de vértigo, que introduce al espectador en la escena del lienzo. Su obra, figurativa, expresionista, en la que aparecen acumulaciones de pulsión similar al último Guston, refleja sobre todo la vida íntima del pintor: el artista en su estudio, su material de trabajo, el autorretrato reflejado en el espejo, en definitiva, su diálogo con el mundo desde la pintura. Entre sus exposiciones individuales destacan las realizadas en las galerías, 16, San Sebastián (1988), Fernando Silió, Santander (1989), Nieves Fernández, Madrid (1992), y Antonia Puyó, Zaragoza (1994).