Estudia en Palencia y en la Academia de San Fernando de Madrid donde es discípulo de Federico de Madrazo; formación que completa con estancias en Roma y en París. Su obra intenta conciliar los ideales del romanticismo con el tratamiento académico, inspirándose en la tradición clásica española. Su pintura, fría y bien construida, gozó del apoyo oficial y de cierto prestigio internacional ya que pudo ser observada en diversas exposiciones europeas. Se especializa en pintura de historia del siglo XIX español y en 1885, es nombrado académico de San Fernando.