Frente a la cámara de Ansel Adams, siempre un paisaje. Nacido en San Francisco en 1902, quedó seducido por la grandeza de la naturaleza de los paisajes de su país durante un viaje a Yosemite, también en California, y desde entonces comenzó a captar, siempre en blanco y negro y acentuando los contrastes entre sombras y luces, desiertos áridos, nubes gigantescas y monstruosos árboles. Las personas sobran en sus imágenes.
Empleó la técnica del sistema de zonas, de la que fue pionero: un fotómetro determinaba el gris medio de una imagen y le ayudaba a elegir en qué zonas emplear ese tono con mayor claridad u oscuridad. Su defensa del detalle y de una estética naturalista le llevó a fundar en 1932, junto a Edward Weston e Imogen Cunningham, el f/64: colectivo que seguía los principios de trabajo que había impulsado Paul Strand y que hundía sus raíces en el trabajo de Timothy O’Sullivan, prominente fotógrafo americano que, en la segunda mitad del s XIX, abordó en sus trabajos la crueldad de la Guerra Civil en el Oeste de Estados Unidos.
Un año después, en 1933, Adams conocería en Nueva York a Alfred Stieglitz, que resultaría fundamental en el posterior impulso de su carrera: gracias a él pudo trabajar para las revistas Life o Fortune y exponer por primera vez. Su primera muestra en la ciudad donde nació llegaría en 1939, y tras ella puso en marcha el primer departamento de fotografía en la escuela de Bellas Artes Decorativas de California y publicó la colección Libros esenciales sobre fotografía acerca de técnicas fotográficas, básica para la formación de los fotógrafos de entonces.
Además, trabajó por encargo para las empresas Kodak, IBM y AT&T; fue asesor en Hasselblad y se encargó, ya en 1949, de poner a prueba los primeros prototipos de Polaroid, una labor que desempeño con entusiasmo dado su amor por la experimentación y con el fin de descubrir las nuevas posibilidades que ofrecía el sistema.
Algunas de sus imágenes más celebradas son Taos Pueblo (1930), Sierra Nevada (1948), This Is the American Earth (1960) y Yosemite and the Range of Light (1979) y entre sus numerosos libros sobre fotografía ha ganado relevancia con el tiempo la trilogía de manuales técnicos sobre la cámara, el negativo y la copia.
Ese trabajo pedagógico y de difusión tuvo, desde los setenta, segundas intenciones: una de las grandes preocupaciones de Adams fue la correcta recepción póstuma de su legado y su conservación, de ahí que, en los últimos cinco años de su vida, dedicara sus mañanas a trabajar técnicas de impresión en su cuarto oscuro y centrara sus tardes en escribir su autobiografía.
Muchas de las fotografías que produjo en ese lustro, en su mayoría impresiones de imágenes anteriores que hoy consideramos clásicas por representar lo mejor de una carrera que se prolongó seis décadas, integrarían la Museum Set Edition of Fine Prints, que donaron al Getty Center Carol Vernon y Robert Turbin y que este museo ha adquirido recientemente. Este centro le dedica una muestra abierta hasta el 18 de julio.
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