Andrew Wyeth. Nos deja una de las grandes figuras del arte americano

El pintor falleció el viernes en su casa de Chadds Ford

Andrew Newell Wyeth, uno de los pintores más queridos y valorados de Estados Unidos, falleció el pasado viernes a causa de una insuficiencia respiratoria, en su casa de Chadds Ford (Pensilvania).

Madrid, 19/01/09

Miembro de una familia de artistas -su padre fue un famoso ilustrador y su hijo Jamie también forma parte del gremio- Wyeth trabajó hasta el final de su vida, siendo siempre fiel a sus principios creativos y no dejándose arrastrar por ninguna de las modas o movimientos artísticos que proliferaron durante su extensa carrera, causa por la que su trabajo resulta muy original. Famoso por sus paisajes del Norte de los Estados Unidos, más concretamente de Pensilvania y Maine, así como sus fabulosos retratos de gente cercana; su obra no sólo está muy valorada en el mercado del arte -llegando a alcanzar cifras en subastas mayores a los siete millones de euros- sino que, además, durante la presidencia de Richard Nixon se convirtió en el primer artista que tuvo la oportunidad de celebrar una exposición individual en la Casa Blanca. Gracias a sus piezas -melancólicas, intimistas, sugestivas y misteriosas- se convirtió en uno de los mayores representantes de lo que se conoce como regionalismo americano, entre cuyos representantes encontramos a artistas como Grant Wood o Edward Hopper. También se le ha relacionado con el realismo mágico por el halo de sencilla irrealidad que rodea a algunas de sus metafóricas pinturas, sin embargo, como antes mencionábamos, el trabajo de Wyeth se distingue por su fuerte personalidad y por su enorme capacidad para generar emociones en el espectdor. Sin embargo, su obra no siempre gozó del aplauso de la crítica, principalmente en los años cincuenta y sesenta, cuando las corrientes artísticas “propiamente americanas” se bifurcaron con el nacimiento del expresionismo abstracto, siendo considerada su obra por muchos como “sentimental y pegajosa”. Finalmente, el tiempo le devolvió el reconocimiento y la fama que merecía -unos privilegios de los que siempre huyó, volcado en la vida sencilla- encumbrándole como una de las más grandes figuras del arte americano del s. XX.

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Andrew Wyeth
Groundhog Day (detalle), 1959
Philadelphia Museum of Art. © Andrew Wyeth

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