Anders Petersen, pura vida en el Café Lehmitz

Expone en CentroCentro junto a Teresa Margolles, en el marco de PHotoEspaña

Madrid,
Anders Petersen. Cafe Lehmitz. VEGAP, Madrid, 2017
Anders Petersen. Cafe Lehmitz. VEGAP, Madrid, 2017

Alberto García-Alix conoció la obra del sueco Anders Petersen hace catorce o quince años y ha contado hoy que la contemplación de su trabajo, sobre todo de su primera serie, Café Lehmitz, le produjo una verdadera convulsión. Por eso, ahora que PHotoEspaña le ha dado carta blanca para que presente en CentroCentro -y en otros espacios – el trabajo de sus fotógrafos de cabecera, ha decidido llevar a la quinta planta del Palacio de Cibeles una lograda selección de imágenes de las centenares que Petersen realizó en aquella cafetería de Hamburgo en la que se daban cita clientes habituales, indigentes, travestis, prostitutas y proxenetas que arrastraban miles de historias propias y que aquí, entre mesas y bebidas, generaron otras comunes.

Acababa Petersen de cumplir la mayoría de edad cuando viajó a esta ciudad alemana, descubrió su barrio rojo y en él este café de ambiente inenarrable. A la entrada, un cartel avisaba: En el cielo no hay cerveza, por eso la tomamos aquí. En el Lehmitz la barra siempre estaba abierta y aquí se podía permanecer aunque no se consumiera. Porque, al margen de café y alcohol, aquí se consumía vida, afectos y vicios: era un granero de experiencias que podía convertirse en una mina de oro para un buen observador con cámara, y Petersen lo fue.

El Lehmitz era un granero de experiencias que podía convertirse en una mina de oro para un buen observador con cámara, y Petersen lo fue

Anders Petersen. Cafe Lehmitz. © Anders Petersen, VEGAP, Madrid, 2017
Anders Petersen. Cafe Lehmitz. © Anders Petersen, VEGAP, Madrid, 2017

No obstante, no comenzó a fotografiar a los asiduos al Lehmitz en su primera visita, sino cinco años después. Tiempo suficiente para madurar un proyecto, fruto a partes iguales de su personal visión y de la actitud vital y espontánea de los clientes del Café, que se convertiría en una obra clásica del género y de su autor.

Entre 1968 y 1970 retrató Petersen, desde la empatía y la cercanía ganadas con los ratos compartidos, a los habituales de este local. Él mismo dice que estas imágenes están tomadas con el corazón, y García-Alix ha abundado hoy en la idea: Es una obra generosa de humanidad compartida, un trabajo inolvidable, hasta provocar las lágrimas. La ópera prima de Anders Petersen posee magia. Nos atrapa desde que traspasamos la puerta. Nos hipnotiza. La atmósfera es soberana. Anders se adueña del aire. Nos sumerge en vida. (…) No juzga. Ni pone a su mirada pretenciosidad y artificio (…) No es un cínico. Los quiere, es cómplice. Brinda y baila con ellos. Nos arrastra a seguirlos. Terminamos por conocerlos. Su fotografía les alienta a ser.

En las fotografías de este club de inocentes, débiles y peligrosos no hay, por parte de Petersen, ni rechazo ni compasión: sabe encontrar reflejos de dignidad y calor humanos en instantes que, descontextualizados, podrían mover a la vergüenza o la risa y no a la profundidad. Consigue hacernos llegar la trascendencia de lo festivo, que puede ser también eco de una tristeza.

En 1970, el fotógrafo mostró 350 de estas obras en el propio Café, sin marcos, y quien se reconociera en ellas podía llevarse la imagen a casa. Solo quedó una del propio Petersen. El montaje que Nicolás Combarro, comisario del proyecto, ha propuesto para la exhibición de CentroCentro rememora aquel planteamiento: tampoco hay marcos, las obras se muestran pegadas sobre el muro y agrupadas en relación con los retratados, para que también nosotros podamos conocerlos mejor. Se acompañan de dos piezas en vídeo: una dedicada a un proyecto editorial que el sello de García-Alix, Cabeza de chorlito, prepara sobre Petersen (verá la luz en junio) y otra en la que Anders nos introduce en el ambiente del Café alemán y su clientela. Dice el fotógrafo que para él colaborar en la organización de esta muestra ha sido como volver al Lehmitz.

También en CentroCentro, en una sala continua a la muestra del artista sueco, podemos contemplar el proyecto de Teresa Margolles “Pistas de baile”, un homenaje fotográfico a las prostitutas transexuales de Ciudad Juárez, expuestas, más que al peligro, a la marginación segura y la muerte. Una de las mujeres con las que la mexicana trabajaba para esta serie, Karla, fue asesinada en el transcurso de la preparación de este trabajo, y para ella es la primera imagen de la exposición, que se acompaña dolorosamente de una piedra en el suelo (fue apedreada). Acompaña la selección de imágenes el sonido ambiente de los espacios donde se hallaron cadáveres de algunas prostitutas. Margolles trabaja en la creación de una fundación que pueda proporcionales un mejor futuro.

Teresa Margolles. Patty sobre el club Hollywood, 2016 © Teresa Margolles
Teresa Margolles. Patty sobre el club Hollywood, 2016 © Teresa Margolles

 

“Una noche en el Café Lehmitz” y “Pistas de baile”

CENTROCENTRO. PALACIO DE CIBELES

Plaza de Cibeles, 1

28014 Madrid

Del 30 de mayo al 17 de septiembre de 2017

 

 

 

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