Alonso Berruguete: el mito llega a Washington

La National Gallery presenta su primera retrospectiva fuera de España

Washington,

El dramatismo de su escultura, fruto de la década larga en la que Alonso Berruguete se formó en Italia durante su juventud, supuso todo un revulsivo en la España del Renacimiento, aunque no fue aquella la única disciplina que cultivó: también exploró la pintura y el dibujo y participó e impulsó los intercambios culturales entre la red de artistas que trabajaban en Castilla en la primera mitad del siglo XVI.

Alonso Berruguete. Sacrificio de Isaac (detalle), 1526-1533. Museo Nacional de Escultura
Alonso Berruguete. Sacrificio de Isaac (detalle), 1526-1533. Museo Nacional de Escultura

Venerado como icono en nuestro país durante siglos, rara vez se incorpora su figura a los relatos historiográficos del Renacimiento fuera de España y su nombre no es familiar tampoco para la mayoría de los estadounidenses, por eso desde el pasado 13 de octubre, y en colaboración con el Museo Nacional de Escultura de Valladolid y el Meadows Museum de Dallas, la National Gallery of Art de Washington presenta “Alonso Berruguete: first sculptor of Renaissance Spain”, la mayor monográfica sobre este autor organizada hasta ahora fuera de nuestras fronteras.

Consta de un total de cuarenta y cinco trabajos, entre esculturas, pinturas y obras sobre papel llegadas de colecciones internacionales, incluyendo una selección de esculturas procedentes del retablo mayor de San Benito el Real de Valladolid, que forman parte de la colección estable del citado Museo Nacional de Escultura. Justamente este centro es el principal prestador de la exhibición, cuyo objetivo último es otorgar dimensión internacional al legado del artista palentino y también dar a conocer el significado de sus lenguajes más allá del contexto español.

Las obras seleccionadas se fechan en todas las etapas de su trayectoria; no falta una de sus tempranas pinturas italianas, la seductora Salomé (1514-1517) venida de los Uffizi, y buena parte de los veinticinco dibujos que se le atribuyen, en los que dio fe de sus habilidades, como decíamos, sobre el papel. Pero el eje de la exposición, comisariada por C.D. Dickerson III, conservador jefe de escultura y artes decorativas de la National Gallery of Art, y Mark McDonald, conservador de grabados y dibujos del Metropolitan Museum, son sus esculturas, todas talladas en madera, pintadas y doradas, procedentes del retablo mayor vallisoletano de San Benito: una sección de aquella enorme obra se ha reconstruido libremente en la muestra para ofrecer una idea a sus visitantes de cómo se instalarían originalmente las tallas de Berruguete.

Además, el conjunto se completa con un vídeo que recoge algunos de sus trabajos que no han podido viajar, como el grupo de la Transfiguración de Cristo, esculpido en alabastro, que remata el coro de la Catedral de Toledo y que ha sido filmado mediante drones.

Tras su paso por Washington, la muestra viajará en la primavera de 2020 al Meadows Museum de Dallas, donde se exhibirá desde el 29 de marzo hasta el 26 de julio del próximo año.

Alonso Berruguete. Salomé, hacia 1514-1517. Gabinetto dei Disegni e delle Stampe, Gallerie degli Uffizi
Alonso Berruguete. Salomé, hacia 1514-1517. Gabinetto dei Disegni e delle Stampe, Gallerie degli Uffizi
Vista de la exposición "Alonso Berruguete: first sculptor of Renaissance Spain", en la National Gallery of Art, Washington
Vista de la exposición “Alonso Berruguete: first sculptor of Renaissance Spain”, en la National Gallery of Art, Washington

BERRUGUETE O EL INTENSO ARREBATO

Natural de Paredes de Nava, Alonso Berruguete era hijo del pintor Pedro Berruguete y se formó en Florencia y en Roma. No faltan en su producción huellas de escultores florentinos como Ghiberti, pero su gran fuente de inspiración es Miguel Ángel: se manejó la posibilidad de que él fuera el joven español que copió el cartón de la guerra de Pisa de Buonarroti, citado por Vasari, y consta que hizo lo propio también con el grupo del Laoconte, recién hallado en Roma (en 1506).

Aquellos modelos darían forma, con el tiempo, a su afán de captar el movimiento y al dramatismo de sus piezas: justamente dinamismo y expresividad son las aspiraciones a las que sacrificó el resto de sus valores plásticos.

Alonso Berruguete era un autor que trabajaba deprisa y el intenso arrebato de sus figuras habla más del ímpetu con que fueron trazadas que de un deseo de perfección. Además, hay que tener en cuenta que la mayoría de sus relieves y esculturas las llevó a cabo para retablos de grandes proporciones y no requerían, por tanto, excesivo detalle ni posibilidad de contemplación desde numerosos puntos de vista.

Los retablos decorados por sus esculturas pudieron ser también obra suya, notándose en varios de ellos su esfuerzo por romper con la cuadrícula estrecha y su deseo de crear grandes escenarios de columnas muy finas que apenas se distinguen entre el remolino y la energía de las figuras. Llegó Berruguete a crear escenarios esencialmente barrocos.

El retablo más antiguo suyo que conocemos es el de Olmedo (1527), hoy en Valladolid, que destaca por su intenso sentido dramático. De cinco años después data una de sus obras maestras: el de San Benito que ahora se presenta parcialmente en Washington. Se compone de varias escenas en relieve, figuras en bulto redondo y narraciones pictóricas.

Su parte más bella corresponde a las estatuitas y a los grupos de los intercolumnios. El San Sebastián, con el movimiento de huida de su cuerpo de adolescente hacia el tronco del árbol, ofrece una mezcla de temor que evoca a Donatello y al Miguel Ángel joven. Pero su sentido dramático se advierte de forma más aguda en el grupo de Abraham e Isaac, y en el San Jerónimo, cuyo arrebato místico alcanza alturas que solo retomará, años después, El Greco. En varias de las restantes esculturas es muy notable el peso del Laoconte.

Antes de terminar la década de 1530, trabajó Berruguete en el retablo de la Adoración de los Reyes de Santiago de Valladolid. Las grandes columnas que en Olmedo recorrían los dos cuerpos encuadrando el retablo, aunque más delgadas, persisten aquí, pero las pequeñas llegan a desaparecer en el gran cuerpo principal para crear un amplio escenario de toda la anchura, donde poder desarrollar la escena de la Adoración, animada por un intenso movimiento y por arrebatadas actitudes, quizá bajo inspiración de las figuras miguelangelescas de la Capilla Sixtina.

Ese mismo vigor anima el choque de las figuras de la Virgen y santa Isabel en la escena de la Visitación de la iglesia de Santa Úrsula de Toledo, choque casi violento en que transforma el escultor palentino el saludo cortesano y elegante que pintara Ghirlandaio.

Ofrecen también atisbos de barroquismo sus Transfiguraciones de la Catedral de Toledo y de San Salvador de Úbeda, pero la obra capital de esta etapa, de la que forma parte la Transfiguración toledana, es la preciosa serie de relieves de la mitad de la sillería del coro de este templo, cuya otra mitad firma Vigarni. Se trata de figuras de santos y profetas cuya expresión apunta a una rica vida interior y que constituyen la mejor galería de místicos producida hasta entonces en el arte español. Labrados en madera sin policromía, se aprecia en ellos la finura de modelado de la que Berruguete era capaz.

Y con el sepulcro del Cardenal Tavera del hospital toledano agregó el artista un nuevo eslabón a la serie, brillante, que había iniciado Fancelli. Para el rostro del modelo, interpretado con intenso realismo, utilizó la mascarilla del difunto.

 

“Alonso Berruguete: first sculptor of Renaissance Spain”

NATIONAL GALLERY OF ART, WASHINGTON

6th Street and Constitution Avenue

Washington 

Del 13 de octubre de 2019 al 17 de febrero de 2020

 

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