Waldo Balart, color en nudo

El Museo Francisco Sobrino exhibe su obra reciente

Guadalajara,

La producción de Waldo Balart se caracteriza por el estudio del color y su relación con la psicología humana; vertebra sus trabajos en series que nos permiten rastrear su evolución, desde sus imágenes ortogonales a las de ángulos variables y, por último, a la combinación de ambas. La geometría es el eje de su lenguaje y, en sus manos, carece de frialdad: acentúa el ritmo dinámico de las relaciones entre las formas en cada composición y entiende que en esos nexos se encuentra el eje de la belleza.

Conoció el cubano en Nueva York el reduccionismo de las corrientes postvanguardistas, adentrándose justamente en las estéticas geométricas y en el arte concreto, y en su ensayo El color como lenguaje plástico explicó que trabajaba anhelando la creación de obras desprovistas de elementos no esenciales; hablaba de su deseo de conseguir un espacio sensible y dinámico a través de la interrelación de volúmenes y líneas cromáticas, involucradas en un universo limitado.

Esa voluntad continúa presente en sus trabajos recientes, parte de ellos ahora reunidos en el Museo Francisco Sobrino bajo el comisariado de María José Gutiérrez Muñoz y Ángel Llorente: a Guadalajara han llegado piezas pertenecientes a su serie Nudos, realizadas en los últimos dos años; algunas pudieron verse hace unos meses en la Galería Casado Santapau de Madrid. Conjuga Balart en estas obras un número limitado de colores, ocupando con ellos por completo el lienzo y también los bordes del bastidor: el resultado son imágenes del todo abstractas, carentes de cualquier atisbo de mímesis, que pueden suscitar en el espectador sensaciones tanto sensuales como intelectuales. En palabras del autor, la forma y la estructura en la obra de arte ofrecen el rigor, y el color, la fantasía.

Waldo Balart. Dos nudos: Nudo génesis longitudinales 35º, 8.4.2.7., 2019
Waldo Balart. Dos nudos: Nudo génesis longitudinales 35º, 8.4.2.7., 2019

Elaboradas en diversos formatos (pequeños, medianos y grandes), Balart adoptó en la realización de estas piezas, como en el conjunto de su obra desde 1988, el orden axiomático, un sistema en el que todo es relación: consiste en un cuadrado de números compuesto de ocho filas en sentido horizontal y vertical, prolongables en cualquier dirección. En la primera línea los números están ordenados del 1 al 8, pero en las siete siguientes, para lograr la alternancia entre los elementos, comienza cada línea con con el cuarto dígito de la anterior y continúa escribiéndolo hasta su final, que vuelve a empezar de nuevo hasta obtener ocho números en cada fila.

Dentro de ese orden, situó lo que fue el inicio de su actual sistema creativo, el Código del espectro de la luz, un código numérico que inventó en 1983, inspirándose en la estructura de la luz, al ser esta esencia del color. Ese código consiste en la numeración de los colores del espectro de la luz del uno al siete, más el magenta añadido como octavo color. Articulado ese razonamiento, Balart deja espacio a la intuición: escoge la parte del citado Orden Axiomático que quiere reflejar, la extrae y la traduce en una obra que pueda expresar un mensaje. En un principio no vislumbra el resultado final, sino que lo va vertebrando al dibujar, hasta finalmente delimitarlo dentro de un marco sobre ese Orden Axiomático. No introduce cambios (si un número es seleccionado, utiliza el color al que alude), pero sí despliega variaciones, fundamentales, en la intensidad, dado que cada tono ha de adaptarse a convivir con el color que obligatoriamente irá a su lado. A la traducción de los números del Orden Axiomático a colores Balart la llama Desarrollo del código de la estructura de la luz.

Waldo Balart. Nudo génesis longitudinal 35º, 7.4.7.4., 2019
Waldo Balart. Nudo génesis longitudinal 35º, 7.4.7.4., 2019

La serie Nudos, que comenzó a ejecutar en 2012, tiene su origen en un dibujo de su serie de 1994 Color Stream Field Forces: presentaba este, justamente, un visionario nudo. En las telas presentes en el Museo Francisco Sobrino, los colores actúan como energías y los nudos, por tanto, están compuestos por corrientes de energías cromáticas que, cuando chocan entre sí, forman nudos génesis. Los espacios de color que antes limitaba en cuadrados, al ser corriente se han alargado hasta devenir rectángulos y, en ocasiones, en vez de nudos y corrientes únicamente vemos espacios de color, porque el artista ha cerrado más el marco de selección sobre el Orden Axiomático, dejando ver solo una parte de ellos.

Al conectar varios nudos mediante corrientes de energía cromática, genera Balart Ritmos. En un principio, en ellos, las zonas neutras que englobaban toda la obra eran blancas, pero más adelante se hicieron negras; los dos colores, más allá de sus cualidades estéticas, tienen un valor añadido en sus obras, pueden potenciar su intensidad e implican desafíos teóricos.

A continuación, el artista se centró durante una temporada en el nudo primario y partiendo de él pintó la serie de seis pinturas que integran Nudos génesis. A partir de ahí vertebró los Campos de sentido, que son nudos consecutivos: toda la superficie del lienzo se llena de color, puesto que en una consecución de nudos no hay espacio ni para el blanco, ni para el negro. Menos el primero, en formato rectangular, el resto han cobrado forma de rombo.

Más allá del evidente rigor compositivo que maneja en unas y otras piezas, no trabaja este autor desde dogmas sino sirviéndose de un lenguaje articulado abierto a sucesivas posibilidades.

Waldo Balart. Nudo longitudinal 20º, 8.4.2.5. va a nudo transversal 2.5.4.4. va a nudo transversal 5.4.7.4. va a nudo longitudinal 5.8.7.7. nudo transversal 8.4.2.2., 2020
Waldo Balart. Nudo longitudinal 20º, 8.4.2.5. va a nudo transversal 2.5.4.4. va a nudo transversal 5.4.7.4. va a nudo longitudinal 5.8.7.7. nudo transversal 8.4.2.2., 2020

 

 

 

Waldo Balart. “Ritmos y campos de sentido”

MUSEO FRANCISCO SOBRINO

Cuesta del Matadero, 5

Guadalajara

Del 7 de mayo al 27 de junio de 2021

 

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