Este 2025 José de la Mano Galería de Arte cumple dos décadas profundizando en figuras del arte español del siglo XX, a menudo ligadas a la abstracción y la geometría, en muchos casos caídas en relativo olvido; ese aniversario lo celebra, hasta el final de enero de 2026, recuperando al autor con el que todo empezó: el gerundense Virgilio.
Nacido en 1915 en Olot, se trasladó pronto a Barcelona y allí pudo conocer de primera mano las vanguardias, las que adquirían calado entonces en la capital catalana y los ecos franceses. La Guerra Civil y después la II Guerra Mundial supusieron un frenazo en su desarrollo creativo, pero sólo inicialmente, dado que su vida fue breve y apenas llegó a superar la segunda: propagandista del bando republicano y voluntario en el Frente de Aragón en un principio, decidió instalarse en Francia en 1937, en París y Montauban. La entrada del ejército alemán en el país le obligaría a desplazarse a Toulouse, en cuya colonia de artistas se insertó y donde falleció en 1947, a causa de la tuberculosis. Tenía, echando cuentas, treinta y dos años.
Su punto de partida fue el cubismo, que pudo conocer a fondo en el país vecino, y sobre todo su vertiente más plácida y austera, la que cultivó Juan Gris: representó guitarras, jarras, veladores e incluso paisajes, naturales y urbanos, motivos inmersos en una paleta sobria y en una geometría que nunca abandonó. Algunas de esas piezas pudieron verse entonces en París, en una exhibición colectiva que la Galería Castelucho brindó a autores españoles.
En un segundo periodo de su andadura corta, Virgilio se sumergió del todo en la abstracción, necesariamente geométrica, sintética y radical en sus planteamientos formales: sus planos se superponen, y círculos concéntricos, triángulos, diagonales o flechas construyen estas telas. Su paleta se hizo entonces más viva y sus referentes también se ampliaron: del orfismo de los Delaunay al suprematismo de Malevich, pasando por el neoplasticismo holandés o el constructivismo. Confiesa el artista Vítor Mejuto, en el texto que acompaña la muestra en José de la Mano, que en alguna de sus composiciones tardías parece un alumno aventajado de la Bauhaus y su taller textil.


Que nunca se alejara de la geometría no quiere decir que no creyese Virgilio en el contraste: en sus trabajos ahora en Madrid la curva y la recta se relacionan y se convierten en el germen de estructuras de color, en el centro gravitatorio de equilibrios plásticos. Es incluso capaz de tomar el círculo como piedra de toque para, mediante mutaciones o fugas, acabar diseñando en sus lienzos un orden ortogonal. Lograba hacer convivir códigos distintos, en cuanto a cromatismo y uso de la línea, dentro de una misma imagen, y que esa soltura de las formas no desafiara la unidad del conjunto.
Mejuto encuentra en él a un posible antecesor de desarrollos posteriores de la abstracción geométrica que desafiaron las rigideces del soporte (Frank Stella y su serie procrator) – es pronto para eso, pero ya se vislumbra una pintura liberada de narrativa que avanza hacia presupuestos mínimos-, pero también a un geómetra infiel que, frente a la habitual tendencia de los suyos al color plano, deja ver la pincelada.
Sus rangos tonales tienen algo de musicales y quizá no sólo un conocimiento sólido de la teoría del color pueda explicarlos: también, y sobre todo, la intuición.




Virgilio
JOSÉ DE LA MANO GALERÍA DE ARTE
C/ Zorrilla 21, Bajo derecha
Madrid
Del 27 de noviembre de 2025 al 31 de enero de 2026
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