Azúcar, salsa de tomate, diamantes, recortes de revistas, jarabe, polvo, materiales de construcción o basura: los que conocéis a Vik Muniz sabéis que realiza una gran labor de recolección, dentro y fuera de su nevera, a la hora de componer sus trabajos, inspirados a menudo en iconos culturales, y fotografiarlos. Contemplándolas a distancia, podemos reconocer con claridad el tema de cada una de sus piezas, observándolas muy de cerca no será así, pero a cambio advertiremos su complejísimo proceso de elaboración. Y para el artista, ese instante de revelación que da la distancia, cuando una imagen se transforma en otra, tiene extraordinario interés.
Apela Muniz a nuestra memoria colectiva evocando obras bien conocidas de la historia del arte, pero también desafía, de forma un tanto maliciosa, a las clasificaciones en las que el espectador tiende a caer y a los mecanismos de su proceso de percepción. En su obra más reciente, que hasta el 21 de agosto puede contemplarse en el High Museum of Art de Atlanta junto a una selección de su producción más representativa, ha utilizado incluso microscopios eléctricos para explorar cuestiones de escala y llamar nuestra atención sobre aquello que nos resulta familiar y lo que nos resulta extraño en las figuras y espacios que habitualmente quedan inaccesibles a nuestra vista.
Los trabajos que acompañan esta obra reciente son lienzos elaborados por el artista en el último cuarto de siglo en los que insiste en la transformación de lo ordinario en extraordinario con el fin de recordarnos el poder del arte a la hora de sorprendernos, deleitarnos y transformar nuestro enfoque del mundo.
Del mismo modo que toma temas pasados, Muniz se ha servido del (también tradicional) procedimiento de la copia para dar lugar a sus propios actos creativos legítimos; en Atlanta podremos ver piezas inspiradas en obras de Leonardo da Vinci, Claude Monet y Andy Warhol que cualquiera puede reconocer.
Cuando emplea basura o materiales constructivos, este creador brasileño llega a utilizar grúas entendiendo el espacio que se dispone bajo él cuando se sube a ellas como un lienzo. Dispone los desechos en composiciones escultóricas que de nuevo remiten a escenas mitológicas conocidas o en pinturas igualmente reconocibles cuando las apreciamos desde el punto de vista elevado en el que se sitúa el artista, y su cámara. Al cabo del tiempo, como sabéis, las imágenes tomadas son el único registro del desarrollo de estos trabajos, efímeros.
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