Viaje al centro de Julio Verne

El Espacio Fundación Telefónica examina las fronteras entre ficción y realidad a partir del universo del escritor

Madrid,
Albert Robida. Carte des Voyages très Extraordinaires, Paris 1879.
Albert Robida. Carte des Voyages très Extraordinaires, Paris 1879.

Sus novelas nos trasladan, con ingeniosos medios de transporte mediante, a territorios exóticos o imaginados poblados por seres increíbles, pero Verne no trabajó viajando sino en un gabinete de trabajo mediano.

Sus experiencias vitales fuera de su área cotidiana fueron limitadas, pero el escritor sí se mantuvo al tanto de los descubrimientos de su tiempo y de los avances en la expansión colonialista a través de publicaciones internacionales a las que estaba suscrito. También poseía una extensa y completa biblioteca que sabemos que contenía joyas como  los libros del militar Julio Cervera sobre la Expedición Río de Oro, sobre el Sáhara y sobre otras expediciones de las que formó parte en el Norte de África junto al geólogo Francisco Quiroga o Die Balearen (1869-1891) del archiduque Luis Salvador de Austria, un científico que estudió exhaustivamente la fauna, la flora y la antropología e historia de nuestras Baleares y al que Verne consultó para documentar las localizaciones de las novelas de Clovis Dardentor.

Apasionado por el mar (fondo de Los hijos del capitán Grant o Veinte mil leguas de viaje submarino), por los polos como una especie de finisterre decimonónico, límite entre lo conocido y lo desconocido, y muy interesado también por los avances de la aeronáutica y por la luna y las posibilidades de acercarnos a ella, Verne unió en su obra lo real y lo fantástico con tal maestría que las fronteras entre ambos mundos no siempre nos resultaron perceptibles. Antes de imaginar mundos fantásticos, se documentaba con ahínco sobre lo sí conocido, de ahí que sus intuiciones, sus fantasías, nos dejen perplejos por su verismo.

Revista Le-Ballon, 1883
Revista Le-Ballon, 1883

Desde hoy y hasta el próximo febrero, el Espacio Fundación Telefónica dedica una exposición al universo literario e intelectual del genio de Nantes. La han comisariado María Santoyo y Miguel Ángel Delgado -que ya prepararon otra muestra de un visionario en este centro, la dedicada a Tesla– y que se articula en apartados dedicadas a los ámbitos geográficos y temporales donde Julio Verne desarrolló sus novelas, es decir, a la tierra, el aire, el hielo, el agua, el espacio y el tiempo.

Con la obra y la figura de Verne quedan conectados, a lo largo de la exposición, las figuras de los aristócratas Luis Salvador de Habsburgo o el mencionado Luis Salvador de Austria (a este último lo conoceréis si habéis visitado la Cartuja de Valldemosa, fue guía de Verne en Mallorca), los cineastas Segundo de Chomón, Jean Painlevé, Karel Zeman u Orson Welles, los aventureros Manuel Iradier o Julio Cervera o Nellie Bly, una periodista que fue la primera mujer en recorrer el mundo en 72 días.

La muestra se nutre de libros, objetos inéditos y fotografías que han cedido para la ocasión catorce prestadores nacionales y dos internacionales: la Biblioteca Nacional, el Museo Naval, el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, el Museo Nacional del Teatro, el Teatro de la Zarzuela, el Ejército del Aire, la Filmoteca Española, el Museo de Etnología de Valencia, la Fundación March, el Círculo Aeronáutico Jesús Fernández Duro y la Fundación Aérea de la Comunidad Valenciana, la fundación neozelandesa Antarctic Heritage Trust y varias colecciones privadas.

Entre las obras que más nos han llamado la atención encontramos las imágenes del Great Eastern, el transatlántico más grande del momento en el que Verne viajó en 1867; diez imágenes de la expedición de Sir Ernest Shackleton, cuyos negativos congelados se encontraron el año pasado en la Antártida; una instalación geodésica muestra veinte formas de viajar a la Luna representadas en la literatura universal e ilustraciones de autores franceses del siglo XIX que recrearon avances científicos del año 2000.

 

 

Comentarios