Viaje a ninguna parte

David Barro

Como cada dos años, asistimos a una de las citas imprescindibles del mundo del arte contemporáneo en el austero edificio de granito de la Madison Avenue, el Whitney Museum of American Art, construido por el arquitecto Marcel Breuer.

“Whitney Biennial 2008”. Whitney Museum of American Art, Nueva York
Desde el 6 de marzo hasta el 1 de junio de 2008
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Hablamos, por supuesto, de su popular Bienal, que como en las últimas ocasiones, en este año 2008 presenta una muestra densa, aunque en este caso menos intensa; la primera de las calificaciones es consecuencia de las propias características espaciales del Whitney, que fieles a una tendencia expositiva expansiva acaban por estrechar el espacio entre las propuestas; la segunda, claro reflejo del momento cultural y político occidental, sobre todo desde una Norteamérica implicada en decisiones que podrían equipararse a la situación de hace cuatro décadas y que ha provocado una revisión, en algunos casos nostálgica, en otros traumática, de temáticas dominantes a finales de los sesenta y principios de los setenta, sobre todo en su edición de 2004, fondo político que se mantendrá en la edición de 2006. Es en este sentido que la densidad crítica se evapora en la actual edición, que resulta más vacía de contenido, sin títulos ni mensajes, y que parece buscar más el actuar que la revisión de lo ya realizado, algo así como una puesta en escena del escenario, sobre todo, neoyorquino.

Heather Rowe. Screen (for the rooms behind), 2007. (Vista de la instalación, Whitney Museum of American Art en Altria, Nueva York, 2007)
Heather Rowe
Screen (for the rooms behind), 2007
(Vista de la instalación, Whitney Museum of American Art en Altria, Nueva York, 2007)

En todo caso, una vez más, la Bienal del Whitney es la mejor manera de ponerse al día en lo que se refiere a artistas norteamericanos, un modo de hacer balance de lo ocurrido en el tiempo previo que rodea la Bienal. Máxime este año, donde el slogan “La posición del arte americano hoy” se asume sin ningún tipo de complejos como balance y de ahí que obedezca a una construcción más genérica y abierta de lo habitual. Creo que aunque en algunos canales se ha demonizado esta falta de un contenido concreto o claro, de partida no tendría que ser malo si detrás de esa ausencia de discurso general dirigido se esconde un intento de ofrecer nuevas microlecturas más o menos abiertas de las piezas en cuestión, aunque esto tampoco parece haber preocupado en demasía a los comisarios Shamin M. Momin y Henriette Huldisch. Y es que la verdadera novedad de esta Bienal es la también ocupación de un edificio como el Park Avenue Armory, donde durante los primeros días se programaron performances y otros actos virtualmente más radicales pero que no consiguieron ese propósito de calidad eclipsados por la propia personalidad del decadente edificio. Allí, instalaciones como la de Gretchen Skogerson merecían la pena, así como la cena-performance que el 23 de marzo brindaron a modo de cierre Rita Ackermann y Agathe Snow.

Lisa Sigal. The Day before Yesterday and the Day after Tomorrow, 2007

Lisa Sigal. The Day before Yesterday and the Day after Tomorrow, 2007

Mientras, en el edificio de Breuer, el tono general de las obras transpira cierta tranquilidad, alejándose del conjunto más inquietante de las ediciones pasadas, más afines al clima de incertidumbre, cuando no reflejos del propio sentido de conflicto; en definitiva, el sentido político -que también lo hay en algunas pocas piezas- se suaviza para pasar casi desapercibido. Lo que sí continúa es cierta obsesión por la novedad. Y es que si algo ha sabido hacer esta Bienal a lo largo de su historia es adaptarse a su tiempo y renovarse, introduciendo en 1973 el videoarte, en 1979 el cine o en 2000 el Net Art. Seguramente esta última edición, por introducir no introduce nada, pero la clave estará en saber dónde estamos, cuál es la posición del arte americano hoy.

Peter John Baldessari. Arms & Legs (Specif. Elbows & Knees),<br width= Etc.: Elbow (Blue) with Desk, 2007″ title=”John Baldessari. Arms & Legs (Specif. Elbows & Knees), Etc.: Elbow (Blue) with Desk, 2007″ vspace=”2″ width=”220″ border=”0″ hspace=”6″>    Spike Lee. Spike Lee in the aftermath of Hurricane Katrina during the production of When the Levees Broke: A Requiem in Four Acts, 2006

John Baldessari
Arms & Legs (Specif. Elbows & Knees),
Etc.: Elbow (Blue) with Desk
, 2007
Spike Lee
Spike Lee in the aftermath
of Hurricane Katrina during
the production of When the Levees Broke:
A Requiem in Four Acts
, 2006

Vista la Bienal, creo que el título de una de las obras presentes -me refiero a una de las pinturas expandidas de Lisa Sigal-, puede servir de metáfora perfecta para describir este viaje a ninguna parte: The Day before Yesterday and the Day after Tomorrow. La relación entre el espacio ilusionista de la pintura y la presencia física de la escultura del trabajo de Sigal, esa suerte de indeterminación que nace de la tensión entre la tentativa y el control, entre la estructura y el caos, vendría a augurar un presente que no se encuentra ni en un lado ni en el otro. Entre tanto, las obras de Heather Rowe, Spike Lee, Melanie Schiff, Adam Putnam, Omer Fast, James Welling, Matthew Brannon, Rita Ackermann, Javier Téllez, Charles Long, Walead Beshty, Joe Bradley, Patrick Hill, Jason Rhoades, Olivier Mosset, Matt Mullican, Alice Konitz, Rachel Harrison y la propia Sigal, merecen por sí mismas la visita y la mirada atenta hacia ese abismo beckettiano que el Whitney defiende en esta ocasión. En fin, se cierra el ascensor y una pieza de Bert Rodríguez se nos aparece definitivamente señalando el final de nuestro viaje a ninguna parte: “The End”.

Créditos de la primera imagen:
Rita Ackermann. Black Out, 2007

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