Es una de las grandes figuras de la fotografía italiana del s XX, pero su producción no es demasiado conocida en Francia. Por ese motivo, la Fondation Henri Cartier-Bresson de París abrió el pasado 15 de enero la primera individual del fotógrafo en Francia, una muestra compuesta por cerca de sesenta imágenes de época en blanco y negro que forman también parte de La Fotografía, publicación editada en 1973 –año de la muerte de Mulas- que se convirtió en mítica por ser testimonio fundamental tanto de su obra como de su pensamiento.
Nacido en el pueblo de Pozzolengo en 1928, Mulas se trasladó a Milán veinte años después y allí se introdujo en los principales círculos artísticos y literarios de la ciudad, muchos con el Bar Jamaica como lugar de encuentro. Rápidamente comenzó a fotografiar las calles hasta convertirse en fotógrafo profesional, aunque ese camino no le impidió iniciar después proyectos más personales.
Fue fotógrafo oficial de la Bienal de Venecia en 1954, documentó la escena artística tanto en Italia como en Nueva York en la década de los sesenta y ya desde 1968 se dedicó por entero a la creación de Verificaciones, el que fue su último proyecto, en el que cuestionó a fondo las prácticas fotográficas cultivadas a mediados del siglo pasado.
Bajo el título tan simple como ambicioso de La fotografía encontramos una obra única. Se compone de breves secuencias de imágenes acompañadas de textos en los que el propio Mulas reflexionaba sobre la creación fotográfica en su época. Una parte importante de este volumen la componen retratos de artistas con los que se codeó o con quienes mantuvo amistades duraderas; entre ellos hay que mencionar a Calder y sus móviles, de quien también habló en varios escritos.
Para entender a fondo la producción del italiano, tenemos que tener en cuenta el enorme valor que concedía a los instantes fugaces (y todos lo son). Pueden no parecernos, a primera vista, significativos, pero una mirada diferente o el paso del tiempo pueden darles carácter excepcional.
La fotografía destaca por su valor documental pero también por su fuerte tono autobiográfico: asistimos en el libro a la extraordinaria evolución de las imágenes del que fue fotógrafo autodidacta hasta convertirse en genio de su medio en Italia. La sensibilidad, y su personalidad curiosa, guiaron sus pasos.
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