Tracey Emin: estupor y temblores

White Cube expone su obra reciente, corporal y emocional

Londres,

La vida, convulsa, de Tracey Emin continúa siendo tema y materia de su trabajo: lo ha sido desde que emergió junto a la generación de los Young British Artists, con el auspicio de las autoridades culturales británicas y, pese a que ha cosechado tantas críticas por su “exhibicionismo” como alabanzas por su “honestidad”, no ha dejado de presentar muestras dentro y fuera del Reino Unido, además de resultar finalista en el Turner Prize por su cama deshecha, hace ahora veinte años.

Su obra reciente nos la presentará, desde el 6 de febrero, la White Cube de Bermondsey, desplegada por sus instalaciones al completo. Veremos esculturas, neones, pinturas, vídeos, dibujos y fotografías, todos vinculados, más o menos explícitamente, con los recuerdos personales de la artista, sobre todo con los relacionados con emociones fuertes, se llamen ira y patetismo o amor y duelo.

Nos darán la bienvenida medio centenar de autorretratos a doble página tomados en distintas épocas, pero siempre en periodos de insomnio. Íntimos e inquietantes, abrumadores tanto en número como en tamaño, capturan el tormento y la desesperación habituales de quienes no pueden pegar ojo. Más distendidas, aunque solo en ocasiones, resultan sus nuevas pinturas: en ellas quiso captar Emin la sucesión de alegrías y sufrimientos de su existencia y de las de todos, incorporando referencias a tensiones y penas ligadas al sexo, al aborto o al fallecimiento de su madre. Estos trabajos recientes comparten con su obra ya conocida su energía desinhibida, pero suponen una nueva vía de plasmación de agitaciones emocionales a través de una variante tan libre como asertiva de figuración gestual.

Tracey Emin. I Know I Know I know, 2018
Tracey Emin. I Know I Know I know, 2018
Tracey Emin. "A Fortnight of Tears" en White Cube Bermondsey
Tracey Emin. “A Fortnight of Tears” en White Cube Bermondsey

Por entender su propio cuerpo como conducto primero y natural de sus sentimientos y por esa primacía del gesto, hay quien entronca su pintura con esa tradición de figuración expresiva de la que formarían parte desde Käthe Kollwitz hasta las representaciones de la angustia de Munch o las de la sexualidad de Schiele; ella se ha servido, esta vez, de una paleta de tonos rosados y de viscerales rojos que remiten a una fisicidad carnal y emotiva y también a nuestro viaje degenerativo entre el nacimiento y la muerte.

Algunas gotas de pintura evocan la sangre, los fluidos corporales, y sus figuras son prácticamente fantasmales, desprovistas de detalles reconocibles que permitan situarlas en contextos o lugares. En I watched you disappear. Pink Ghost, una obra del año pasado, una presencia espectral parece disolverse, esquiva y casi insustancial; otras figuras son altamente gestuales, como las que aparecen en But you never wanted me o It was all too Much, también de 2018: transmiten sentimientos de amor y deseo, aunque vuelvan también a estar presentes las escenas de agresión sexual sin rodeos que siempre han perseguido a Emin.

Si una emoción de la artista domina esta muestra, titulada “A Fortnight of Tears”, esa es justamente el dolor, pero sobre todo el que aún le causa la citada muerte de su madre, representado con su habitual franqueza en I could feel you (2018), Bye Bye Mum (2018), I Prayed (2017) o Can you hear me (2017). Junto a estas pinturas veremos un nuevo vídeo en el que nuestra mirada ha de recorrer lentamente una mesa hasta toparse con un ataúd situado en un extremo y bañado por una luz etérea (la artista recuerda bien el instante abrumador de portar sus cenizas).

En un revés anímico, celebra precisamente la maternidad y las formas del cuerpo femenino en la escultura en bronce The Mother, obra que, parece, tendrá bastante que ver con el proyecto comisionado que en la primavera de 2020 presentará junto al Museo Munch de Oslo: representa a una mujer arrodillada que mira fijamente una forma ausente acunada en sus manos. Dos esculturas más representan a una figura femenina acostada boca abajo y a otra arrodillada, en posturas más vulnerables y erotizadas; según Jonathan Jones, se trata de representaciones de estados de éxtasis y anhelos; confesiones abiertas y no ocultas de fantasía, deseo y pasión.

Cuatro vitrinas contienen, por otro lado, dibujos en formatos íntimos, maquetas y objetos que proceden del archivo de la artista y que hablan, como el resto de las piezas pero en otra escala, de amor, sexo, miedo y muerte. Y pondrá la nota final a “A Fortnight of Tears” el filme, este ya temprano, How it Feels (1996). En él Emin relata la experiencia dolorosa de su primer aborto en 1990 y cómo ese episodio le hizo llegar a la conclusión de que su arte debería estar inseparablemente ligado a su vida.

 

 

Tracey Emin. “A Fortnight of Tears”

WHITE CUBE BERMONDSEY

144 – 152 Bermondsey Street 

Londres

Del 6 de febrero al 7 de abril de 2019

 

 

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