Telúricos y primitivos: todo lo cría la tierra

El Thyssen Málaga busca las raíces del arte contemporáneo español

Málaga,

Las formas y materiales esenciales, los derivados de la tierra y de las culturas primigenias, han sido el sustrato, no tan paradójico, de creaciones de autores españoles que, sobre todo desde los años treinta, propugnaron una renovación estética del arte en nuestro país.

Bajo el comisariado de Bárbara García Menéndez y Alberto Gil, el Museo Carmen Thyssen les brinda la muestra “Telúricos y primitivos”, que abre sus puertas el 7 de octubre y que revisa cómo fueron creadores ligados a corrientes muy diversas los que defendieron una ruptura con la tradición académica previa a la Guerra Civil, desde esos parámetros, el trabajo individual o colectivo y la influencia de vanguardias como el surrealismo o el informalismo; y cómo su labor tendría continuidad e influencia en las décadas siguientes.

La mirada a la tierra les sirvió para desplegar sus propias obras naturales con resultados insospechados, al igual que su conocimiento de las pinturas rupestres y el arte de pueblos indígenas. Les interesó, en todo caso, el origen absoluto; valerse de signos de comunicación ancestrales y de la materia de la que está hecha el entorno primario.

Esta exhibición consta de sesenta obras -entre pinturas, esculturas, dibujos, fotografías y grabados- y su presentación se articula en dos apartados, atendiendo a la mayor atención de los artistas reunidos a lo telúrico o a lo primitivo, si bien apreciaremos que esas sendas se entrecruzarán constantemente en sus imaginarios, marcados por el eclecticismo, los colores terrosos, la sugerencia de lo orgánico y la comunión de grafías y onirismo.

Josep de Togores. Figuras, 1930. Colección Galería Joan Gaspar
Josep de Togores. Figuras, 1930. Colección Galería Joan Gaspar

En una primera sección, centrada en los telúricos, la figuración comienza a disiparse en favor de una abstracción que triunfará en España décadas más tarde, y las entrañas de lo terreno devienen raíces de campos yermos, pero también de escenarios fantásticos, de seres biomórficos y de rocas ambulantes o esculturas vivientes. Sus materiales no siempre son los esperados: veremos piezas elaboradas con tejidos u objetos encontrados.

Tienen cabida en este capítulo autores de la imprescindible Escuela de Vallecas (Benjamín Palencia, Nicolás de Lekuona, Alberto Sánchez) y artistas que orbitaron en torno al surrealismo, con mayor o menor cercanía (Joan Miró, Óscar Domínguez, Esteban Francés, José Moreno Villa, Maruja Mallo), cuyos paisajes brotaban tanto de la tierra como de los sueños.

A partir de esos lazos renovados entre arte y geología vio la luz una poética de lo esencial que se extendería a artistas que trabajaron fundamentalmente en la posguerra, como Ortega Muñoz; a quienes desde los cincuenta hicieron suya la austeridad informalista, como Juana Francés, Palazuelo, César Manrique, Gustavo Torner, Eduardo Chillida, Manolo Millares, Antoni Tàpies o Josep Guinovart; y a creadores que, en las últimas décadas, también han trabajado a partir de la materia y la exploración de los terrenos y materiales utilizados en las actividades agrícolas. Entre estos últimos, ha convocado el Thyssen al recientemente fallecido Juan Luis Goenaga, a Miquel Barceló, Soledad Sevilla, Aurèlia Muñoz y Teresa Lanceta.

Nicolás de Lekuona. Sin título, 1935. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid
Nicolás de Lekuona. Sin título, 1935. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid

El apartado vinculado al primitivismo marca distancias con la exploración de las creaciones africanas y oceánicas a cargo de los impulsores de las vanguardias germinadas en París (De Vlaminck dijo de una escultura negra que era casi tan bella como la Venus de Milo; Derain afirmó que era igualmente bella; Picasso los corrigió: la superaba).

Pone su acento en el desarrollo de una abstracción española en los cincuenta y en sus distintas y normalmente primitivas fuentes: los trazos de las cuevas de Altamira (Ángel Ferrant, Mathias Goeritz, Picasso, Santiago Lagunas, Fermín Aguayo); la cultura de los guanches para los más imbricados en el contexto canario (Millares, Martín Chirino); el sueño y el inconsciente concebidos como estados primitivos de la mente (Modest Cuixart, Tàpies); la abstracción esquemática de Klee (Eusebi Sempere, Pablo Palazuelo) o un informalismo que bebía de pasados artes otros (Antonio Saura, y de nuevo Chirino, Chillida, Millares, Tàpies, Manrique, Luis Feito y Rafael Canogar).

Manolo Millares. Pictografía, 1954. Colección Museo Helga de Alvear, Cáceres © Manolo Millares, VEGAP, Málaga, 2025
Manolo Millares. Pictografía, 1954. Colección Museo Helga de Alvear, Cáceres © Manolo Millares, VEGAP, Málaga, 2025
Martín Chirino. Laberintia III, 1978. Colección Suñol Soler © Martín Chirino, VEGAP, Málaga, 2025
Martín Chirino. Laberintia III, 1978. Colección Suñol Soler © Martín Chirino, VEGAP, Málaga, 2025

La mayoría de ellos convirtió signos, geometrías y formas depuradas en su alfabeto: en lienzos cuyo aspecto se asemejaba bastante al de suelos y paredes, por albergar marcas que perfectamente podía haber ejecutado cualquier mano en plena libertad, o la del primer creador que tuvo frente a él un lienzo en blanco.

En su estela, quienes desde los setenta no se alejaron de la abstracción también hicieron en algún caso (Miquel Barceló) de la tierra y sus profundidades, su textura y su desorden, el punto de partida de sus composiciones.

Miquel Barceló. Calabazas, 1998. Museo de Bellas Artes de Bilbao. © Miquel Barceló, VEGAP, Málaga, 2025
Miquel Barceló. Calabazas, 1998. Museo de Bellas Artes de Bilbao. © Miquel Barceló, VEGAP, Málaga, 2025

 

 

“Telúricos y primitivos. De la Escuela de Vallecas a Miquel Barceló”

MUSEO CARMEN THYSSEN MÁLAGA

C/ Compañía, 10

Málaga

Del 7 de octubre de 2025 al 1 de marzo de 2026

 

 

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