Tectónica
CENTRO GALEGO DE ARTE CONTEMPORÁNEA. CGAC
C/ Ramón del Valle Inclán, s/n
Santiago de Compostela
Artista: Vilariño, Manuel
Del 19 de marzo al 21 de junio de 2015
Además de como fotógrafo y como pintor, a Manuel Vilariño se le define como poeta e inventor de realidades. Nacido en La Coruña en 1952, inició en los ochenta una carrera fotográfica continuada en la que se ha servido tanto del blanco y negro como del color a la hora de fusionar naturaleza y cultura, lo sagrado y lo mundano, lo religioso y lo profano.
Es por ello que sus imágenes tienen un inevitable sello poético, resultan escenografías de su pensamiento y son fruto del interés del gallego por la filosofía y los autores místicos. O bien representan a una naturaleza sublime o bien proponen cuidadas alegorías a través de animales, calaveras, frutas, velas o herramientas, sobre asuntos como la soledad, la muerte, el tiempo o la belleza, razón por la que estas composiciones han sido a menudo comparadas con bodegones barrocos o asociadas al poder evocador de la cultura oriental.
Objeto de recientes exposiciones en el Círculo de Bellas Artes y el Espacio de Promoción del Arte en la Tabacalera madrileña, Vilariño, que en 2007 se hizo con el Premio Nacional del Fotografía y ese mismo año participó, de la mano de Alberto Ruiz de Samaniego, en la muestra “Paraíso fragmentado” que ocupó el Pabellón español en la Bienal de Venecia, presenta, hasta el 21 de junio en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela, una original exposición, “Tectónica”, en la que su obra aparece diseccionada desde enfoques tan frescos como exhaustivos.
También ha sido comisariada por Ruiz de Samaniego y busca el origen de sus creaciones y de su reflexión estética a partir de cuatro apartados tanto temáticos como formales: Música, Poesía, Ciencia e Imágenes, secciones en las que se estructura la muestra y a través de las que se ha buscado contextualizar la obra de Vilariño y encontrar las referencias de su trabajo; por esa razón, el CGAC no exhibe únicamente imágenes de este autor, sino también sus objetos y lecturas, piezas que dan fe de sus viajes y de sus intereses personales y culturales e incluso una grabación de su voz.
Y según Samaniego, “lo que este artista ha ido persiguiendo a lo largo de un ya muy extenso proceso de trabajo es, por decir así, el sueño inagotable y voraz de la llama de la vida. Su tránsito o su combustión en medio de una continua generación y pérdida”.
Según el planteamiento del comisario, el conjunto de la obra de Vilariño se centra en una actitud contemplativa y en lo que en muchas religiones se ha calificado como “lo numinoso”, que Mircea Eliade define en Lo sagrado y lo profano como cosa radical, ni humana ni cósmica, que ocasiona en el hombre el sentimiento vertiginoso y desorientador de no ser nada más que polvo y ceniza.
De la mano de fotografías de un buen número de series de este artista y de objetos que remiten a lo ancestral, a un pasado y un presente salvaje, muy terrenal e impulsivo, “Tectónica” plantea la producción del gallego en su conjunto como un constante canto a la Tierra evocador del tiempo de sus comienzos y de toda su dimensión cosmogónica (con sus múltiples vidas y múltiples muertes), que en la obra de Vilariño deviene plástica.
Podéis encontrar sus trabajos en colecciones como las del Museo Reina Sofía, en el Fine Arts Museum de Boston, el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC) en Badajoz, ARTIUM o la Colección Coca-Cola.
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