Cada vez son más las muestras dedicadas a los talleres y estudios de los artistas, los espacios que ellos eligen, o los eligen a ellos, para crear y, a menudo también, para preservar ensayos y obras no satisfactorias o no vendidas o para albergar sus propias colecciones. Y también las ocasiones que los mismos creadores, sobre todo los más jóvenes, nos ofrecen para visitarlos; nos referimos a iniciativas madrileñas como Open Studio o Los Artistas del Barrio.
El Instituto del Patrimonio Cultural de España, dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, posee extensos fondos fotográficos, y una parte de ellos ofrece visiones de los talleres de destacados artistas de nuestro país entre la última década del siglo XIX y los años cincuenta. Destaca, por su riqueza en este tipo de imágenes, el archivo de Mariano y Vicente Moreno.
Ahora una selección de noventa de estas obras (muchas de los hermanos Moreno y también otras de autores como Ruiz Vernacci, Conde de Polentinos, Cabré, Wunderlich o Pando) se exhiben en el Centro Cultural Las Claras de Murcia bajo el comisariado de Isabel Argerich y Óscar Muñoz. A menudo podemos considerarlas retratos, porque en muchos casos los artistas son retratados en sus propios estudios, captándose detalles de su personalidad y rasgos que los relacionan con las características y el orden de los estudios. No obstante, además de por su valor documental, estas imágenes también destacan, autónomamente, por su estética cuidada, por el manejo de la luz y las composiciones.
La exposición se articula en cinco secciones vinculadas a los dueños de los talleres reflejados en las fotografías y sus filiaciones artísticas. En la primera se nos enseñan los estudios de los autores decimonónicos de retratos y pinturas de paisaje, como los de Beruete o Moreno Carbonero, academicistas; la segunda recoge los talleres de pintores que se inspiraron en el folclore español y en nuestras tradiciones populares, como López Mezquita, Sorolla, Chicharro, Pla o Romero de Torres, algunos de ellos en sintonía con las preocupaciones de los miembros de la Generación del 98, y la tercera nos presenta esos los lugares donde crearon, con más y con menos recogimiento, artistas que a menudo trabajaron por encargo de la alta sociedad o de la Casa Real, esos autores que cultivaron con gusto su imagen social (algunos, versátiles, también trataron asuntos literarios o costumbristas). Nos referimos a los ya citados Moreno Carbonero y López Mezquita o a Caprotti.
El cuarto capítulo, Aires de renovación, nos introduce en los talleres de los artistas que se zambulleron en las vanguardias, dejando a un lado tanto el academicismo tradicional como la filiación por lo castizo, como los de Oteiza o Maruja Mallo, y el último se centra en imágenes tomadas durante la Guerra Civil y los años posteriores, una etapa en la que buena parte de los autores dejaron a un lado la proyección de su individualidad en las obras para ceder espacio a la difusión de mensajes explícitos o no.
La muestra permanece abierta hasta el 24 de junio.
“El taller del artista. Una mirada desde los archivos fotográficos del Instituto del Patrimonio Cultural de España”
c/ Santa Clara, 1
Murcia
Del 27 de abril al 26 de junio de 2018
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