Han sido varias las exposiciones dedicadas a Sorolla que en los últimos dos años, y en diversos museos españoles, han analizado distintas facetas de su producción coincidiendo con el centenario de su muerte, recordándonos que, más allá de clichés, el artista valenciano no sólo trabajó junto al mar y que, incluso cuando lo hizo, es posible extraer bastantes capas de lectura de sus escenas de playa: además de luz mediterránea, sus composiciones cobijan estudios sociológicos, en ocasiones críticos, de un tiempo y de un lugar.
La última de esas muestras cerró sus puertas en abril en la Galería de Colecciones Reales y repasó el conjunto de su carrera y sus caminos temáticos y la más reciente puede visitarse hasta el próximo octubre en Ponferrada. Organizada por la Fundación Ciudad de la Energía (CIUDEN) en colaboración con Light Art Exhibitions, la acoge La Térmica Cultural de esa localidad leonesa y ha sido comisariada por Concepción Fernández y Alicia Vallina.
Bajo el título de “Sorolla a través de la luz. De la tradición a la modernidad”, reúne cuarenta de sus pinturas junto a trajes y joyería típicos que en algún caso formaron parte de sus creaciones y dos espacios tecnológicos concebidos para acercar los pormenores de sus pinceladas y temáticas a partir de recursos audiovisuales, virtuales y sensoriales.

Entre los Sorollas reunidos, algunos son inéditos en España: La Red, Retrato de Federico Suárez o Duelo en una hostería. Destacan por la disparidad geográfica de su realización, dentro de nuestro país: los más tempranos –Paisaje de Valencia, Puerto de Valencia y Estudio de Flores– datan de 1881, cuando el artista tenía 18 años; varias de las piezas recogen paisajes del norte y motivos leoneses, como Catedral de León, La Plaza Mayor o La Maragatería, las tres procedentes del Museo Sorolla de Madrid, actualmente cerrado por trabajos de rehabilitación y ampliación; y un tercer grupo se corresponde con trabajos bien conocidos de este autor por su tratamiento naturalista de las composiciones y su experimentación lumínica: escenas de mar y playa y retratos. Además de ese centro, una veintena de museos y colecciones han prestado obras a esta muestra.
Hay que recordar que la realización de los catorce paneles titulados como Visión de España para la decoración de la biblioteca de la Hispanic Society de Nueva York, por encargo de Archer Milton Huntington, le permitió afinar su observación de tipos, indumentarias y costumbres populares en un tiempo en que algunas de ellas tendían ya a desaparecer.


Se completa este montaje, como dijimos, con una sala sensorial y otra de realidad virtual que ya pudieron verse en Madrid y Valencia, en las exposiciones que conmemoraron el centenario de su fallecimiento.
La sala sensorial cuenta con un sistema multipantalla LED de ultra alta definición, producida por Light Art Exhibtions, que recoge sus obras fundamentales y busca permitir explorar sus trazos, recrear el murmullo del oleaje y recalcar las texturas de los bordados e indumentarias de sus piezas. En su elaboración se han utilizado, además, fotografías y artículos de prensa, dibujos y escritos personales.
En cuanto a la sala de realidad virtual, pretende conducir al público, como si de un túnel del tiempo se tratara, a la época de Sorolla de la mano de dispositivos de última generación. También a su taller y a la playa de la Malvarrosa, donde paseó con su esposa Clotilde y sus hijas.

El propósito último de esta exhibición es presentarnos a Sorolla como testigo atento a su tiempo, capaz de observarlo a la vez con sensibilidad y lucidez y de llevar a su producción tanto las tradiciones que pervivían como la modernidad abriéndose camino, en forma de nuevas opciones de industrialización o transporte y del nacimiento de las actividades de ocio.
Tras formarse en la Escuela de Artesanos de Valencia y en el taller fotográfico de Antonio García Peris, y dejarse impresionar por Velázquez en el Prado, llevó a cabo naturalezas muertas y pequeños bodegones florales antes de sumergirse en los temas de playa y las pinturas costumbristas marineras que lo harían célebre.
Sobre todo durante sus veraneos en San Sebastián, Jávea y Asturias, representó esas escenas de ocio al aire libre, centrándose en el reflejo del sol en las aguas y en los cuerpos, valiéndose de pinceladas espontáneas y sueltas que generaban impresión de dinamismo. En ocasiones trabajó en formatos pequeños, aplicando pinceladas rápidas y empastadas tratando de capturar lo fundamental de sus motivos; incluso en estos últimos, la luz es protagonista.

En cuanto a sus retratos, llegó a culminar setecientos, pese a que nunca quiso considerarse un especialista en ese género: posaron para él aristócratas, burgueses, millonarios, intelectuales, amigos y quienes no lo eran tanto. A los femeninos les imprimió, sobre todo, refinamiento; a los masculinos, hondura psicológica y, a todos, una rapidez en la ejecución que no siempre agradó. En general, podemos decir que se desenvolvió con mayor libertad en aquellos que brindó a quien conocía bien.
Por último, en sus recorridos por España preparando sus composiciones para la Hispanic Society, sabemos que paseó por Astorga y se detuvo en León, que visitó su mercado en la Plaza Mayor y fotografió a mujeres bailando y vendiendo sus productos con toda naturalidad. Trasladó a sus lienzos, desde un propósito no muy lejano al de las instantáneas, tipos salmantinos y mujeres de La Alberca con su vestimenta tradicional.
Su amigo Blasco Ibáñez dijo de él que, en realidad, no pintaba, sino que robaba a la naturaleza la luz y los colores.



“Sorolla a través de la luz. De la tradición a la modernidad”
Calle de la Energía, 2
Ponferrada, León
Del 30 de mayo al 13 de octubre de 2025
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