Sorolla, nuevo morador de la National Gallery

El museo británico adquiere su primera obra del valenciano

La National Gallery de Londres acaba de anunciar la adquisición de la primera pintura de Joaquín Sorolla que formará parte de sus colecciones: se trata de El borracho, Zarauz (1910) y puede contemplarse ya en detalle en la web de este museo. La obra pudo verse en la capital británica el año pasado, formando parte de la muestra “Sorolla: Spanish Master of Light”, que también acogió este mismo centro y que fue la primera gran exposición dedicada al maestro valenciano en Reino Unido en el último siglo. Reunió cerca de sesenta pinturas, la visitaron casi 170.000 personas y cabe destacar que la anterior gran exhibición sobre Sorolla en Londres, que tuvo lugar en 1908, fue publicitada en la ciudad aludiendo a Sorolla como el pintor vivo más importante del mundo.

El borracho, Zarauz ha sido comprada por 325.000 libras gracias al legado que donó a la National Gallery el arquitecto David Leslie Medd. Se trata de una imagen abocetada, a gran escala, elaborada con agilidad e in situ mientras Sorolla recorría las tabernas de esa localidad vasca, donde sabemos que él y su familia pasaron el verano de 1910.

El pintor se centró en la representación de los efectos del alcoholismo, presentándonos cinco hombres en varios estados de embriaguez y reunidos en el interior, oscuro, de una de esas tabernas. El más bebido parece dirigirse al artista, con ojos vidriosos, mientras otro empuja un vaso de sidra hacia él, burlándose de su situación.

Joaquín Sorolla. El Borracho, Zarauz, 1910. © The National Gallery, London
Joaquín Sorolla. El Borracho, Zarauz, 1910. © The National Gallery, London

La evidencia de que Sorolla realizó esta obra con rapidez, y quizá como respuesta improvisada a su encuentro casual con el grupo, la encontramos en la rápida aplicación de las capas delgadas de pigmento y en la economía de sus pinceladas. Luces y sombras se trabajaron con precisión y con medios mínimos. El hecho de que no elaborara posteriormente una versión acabada de esta imagen sugiere que buscó transmitir esa inmediatez, su impresión fugaz de estos amigos, y es probable que quedara bastante satisfecho con el resultado, pues en 1911 decidió incluir este trabajo en su segunda gran retrospectiva en Estados Unidos, en el Art Institute of Chicago.

Conviene fijarnos en esa datación: 1910. Era la primera vez que Sorolla recurría a asuntos, si no oscuros, no luminosos, desde que una década antes cerrara la etapa “social” de su trayectoria de la mano de Triste herencia (1899), que pertenece a la Fundación Bancaja. Representó aquella vez a una multitud de niños enfermos y discapacitados, algunos usando muletas debido a la poliomelitis, en la playa de la Malvarrosa. Esa pintura ganó la medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1900 y, con el cambio de siglo, Sorolla comenzó a dedicarse a los elegantes retratos y las escenas de ocio moteadas de sol a lo largo de nuestras costas que le valieron el reconocimiento internacional.

El director de la National Gallery, Gabriele Finaldi, que fue subdirector del Prado, ha señalado que, tras el éxito de la exposición “Sorolla: Spanish Master of Light” en 2019, es muy agradable dar la bienvenida al primer trabajo suyo en la colección del Museo. El tema de un borracho en una taberna vasca quizás no sea típico del artista, pero el virtuosismo de su pincelada y la técnica segura lo revelan en su mejor momento.

Cuando la National Gallery pueda volver a abrir sus puertas (por ahora continúa cerrada debido a la crisis del coronavirus), esta obra se expondrá en su sala 41, junto a otras pinturas contemporáneas de autores europeos y americanos, poniendo un toque de realismo social a fondos de los que también forman parte imágenes de Cézanne, Renoir, Monet, Klimt y Bellows.

En el tiempo en que Sorolla llevó a cabo El borracho, Zarauz, como ha señalado Christopher Riopelle, conservador de pintura posterior a 1800 en el mismo centro, se preparaba para el encargo de su ciclo de pinturas monumentales sobre los pueblos de España, en el que trabajaría el resto de su carrera. Esta imagen, profundamente humana, pudo servirle de preparación, al volver con ella su mirada a nuestros tipos populares y hacer, asimismo, un brillante uso de la tonalidad que históricamente define nuestra pintura: el negro.

Joaquín Sorolla. Triste herencia, 1899
Joaquín Sorolla. Triste herencia, 1899. Fundación Bancaja

 

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