Saul Steinberg, la línea errante

La Fundación March presenta su primera retrospectiva española

Madrid,

Han sido escasas, hasta ahora, las ocasiones de contemplar en España la obra de Saul Steinberg: su única monografía en nuestro país se la brindó en 2002 el IVAM de Valencia, y contó fundamentalmente con sus dibujos y algún objeto; también formó parte su trabajo, hace doce años, de la colectiva “Cartografías contemporáneas: Dibujando el pensamiento”, en CaixaForum Barcelona, y ese mismo 2012, del montaje del Círculo de Bellas Artes “Pere(t)c. Tentativa de inventario”, que examinaba la relación de este escritor con las artes plásticas.

La comisaria Alicia Chillida lo conoció en 1997 en Nueva York, mientras preparaba una posible antología suya en el Museo Reina Sofía, pero la muerte de este autor frustró el proyecto, que sí ha podido llevarse a cabo ahora en la Fundación March y que, además, llega acompañado de buenas noticias para esta institución y para todos los amantes españoles de sus imágenes: la fundación neoyorquina que lleva su nombre, y que inició su actividad poco después del fallecimiento del rumano, ha decidido depositar en la March 115 de sus composiciones, en el marco de una política de difusión de sus fondos que también ha alcanzado a centros europeos y norteamericanos como la Morgan Library, el MoMA, el Museum of Fine Arts Boston, el Centre Pompidou de París o la biblioteca de la Pinacoteca Brera de Milán. Próximamente esas piezas quedarán recogidas en la web de la Fundación, que igualmente ha anunciado hoy su adquisición del conjunto completo de las portadas que Steinberg diseñó para la revista The New Yorker entre 1945 y 1999.

Saul Steinberg. View of the World from 9th Avenue, 1976. The New Yorker. Colección Samantha Loria Mizrahi © The Saul Steinberg Foundation / VEGAP, Madrid, 2024
Saul Steinberg. View of the World from 9th Avenue, 1976. The New Yorker. Colección Samantha Loria Mizrahi © The Saul Steinberg Foundation / VEGAP, Madrid, 2024

Nacido en Rumanía en 1914, Steinberg sería víctima temprana del antisemitismo, que determinaría su vida errante: tuvo que desplazarse de su país natal a Italia, donde se formó como arquitecto, y desde aquí, leyes mussolinianas mediante, a Estados Unidos, previo paso por la República Dominicana mientras esperaba su visado; justamente los responsables de The New Yorker lograrían facilitarle su ciudadanía americana. Aunque su estancia en Milán no fue demasiado larga (vivió allí entre 1933 y 1941), sí resultaría clave en su carrera: entre sus profesores se encontraron Gio Ponti y Piero Portaluppi y entabló amistades que se prolongaron durante toda su vida, como las de Aldo Buzzi -algunas de sus colaboraciones forman parte de esta muestra- y Bruno Munari, que hace un par de años recaló igualmente en estas salas de Castelló.

Allí ya dibujó, en piezas de corte humorístico, para publicaciones como Bertoldo; no quiso Steinberg dar mucha importancia a su primera época, en la que no solía firmar sus creaciones o lo hacía con pseudónimo, pero lo cierto es que sí podemos hallar en ellas, como ha recalcado hoy Francesca Pelliciari, miembro del equipo curatorial de esta exposición junto a Manuel Fontán, Chillida y Aida Capa, la línea geométrica y precisa, propia de sus estudios como arquitecto, que sería la base del conjunto de su legado: adquiere todo el peso en él frente al color, aunque fuese haciéndose cada vez más flexible.

Saul Steinberg. New York Taxis, 1977. Colección Carol y Douglas Cohen © The Saul Steinberg Foundation / VEGAP, Madrid, 2024
Saul Steinberg. New York Taxis, 1977. Colección Carol y Douglas Cohen © The Saul Steinberg Foundation / VEGAP, Madrid, 2024

Su presencia en esos medios de comunicación, sobre todo en The New Yorker durante medio siglo, introdujo su obra y mirada en muchos hogares, que pudieron recibir sin mediación los frutos de su observación aguda y de su ironía; el crítico Harold Rosenberg llegó a afirmar que, por su atracción por lápices, tinta y plumas, y por la agudeza intelectual de sus visiones, podría ser considerado un escritor, uno muy particular, que estableció diálogos entre palabra e imagen que motivaron, incluso, que fuese comparado con James Joyce. Él, aún así, marcaba distancias: creía que, a diferencia de la escritura, el dibujo crea su sintaxis sobre la marcha, porque la línea no puede ser mentalmente razonada, sino solo trazada.

La exhibición de la Fundación March lleva por título “Saul Steinberg, artista” y es importante esa denominación: dado que dibujo e ilustración fueron sus principales medios de expresión, normalmente su nombre se ha acompañado de las etiquetas de dibujante o ilustrador, y su labor en esos campos sería ya suficiente para reivindicar el carácter artístico de su obra, pero asimismo elaboró collages, fotomontajes, pinturas, creaciones gráficas y murales, algunos reunidos en Madrid. Como ha recordado Fontán del Junco en la presentación de esta retrospectiva, solemos asociar la radicalidad del arte del siglo XX a la abstracción, y no al dibujo figurativo ni a los medios populares de difusión, pero aún así este autor fue un creador de vanguardia que lo hizo todo, incluso escribir bien, como testimonian algunos de sus libros y su rica correspondencia con Buzzi.

Saul Steinberg. Still Life Chair, 1981. Galerie Claude Bernard, París © The Saul Steinberg Foundation / VEGAP, Madrid, 2024
Saul Steinberg. Still Life Chair, 1981. Galerie Claude Bernard, París © The Saul Steinberg Foundation / VEGAP, Madrid, 2024

En un montaje que parece evocar las páginas de un libro abierto, incluso la fluidez de la línea, saldrán a nuestro paso todas esas vertientes de su trabajo (incluyendo máscaras, mobiliario y piezas sobre madera), en capítulos no estrictamente cronológicos que permean entre sí sus temas y que ofrecen un recorrido de fácil comprensión por la andadura de Steinberg, marcada, además de por la mencionada errancia, por su conjunción de géneros artísticos y su nula pretensión de distinguir entre alta y baja cultura. Uno de sus motivos más frecuentes (y atractivos) fue el de los espectadores que contemplan arte, o el del público que mira al público que admira pinturas; le interesó mucho la cuestión de la mutua influencia entre el observador y lo observado y la de la interpretación (él trabajó en las suyas propias respecto a Mondrian, Malévich, Gauguin…) y decía de esas lecturas que no ofrecen la verdad, pero nos salvan.

Seguramente por esa razón, sus referencias intelectuales serían casi inabarcables: en lo literario, admiró el teatro del absurdo de Gógol, y tras él a Beckett, o la escultura de Giacometti, y siguió los pasos de otros rumanos exiliados con quienes seguramente compartió una muy aguda capacidad observadora, como Cioran, Brancusi o Eugène Ionesco. Él, por su parte, se labró las alabanzas de Italo Calvino, que lo comprendió bien (El mundo se ha transformado en una línea, una única línea quebrada, tortuosa, discontinua. El hombre también. Y este hombre transformado en línea es finalmente el dueño del mundo, aunque no escapa a su condición de prisionero, pues la línea tiende, después de muchas vueltas y revueltas, a cerrarse sobre sí mismo y atraparlo). También las de Roland Barthes (Steinberg da ideas. O más bien-algo más valioso- da ganas de ideas).

Saul Steinberg. Sin título, 1961-1962 Colección Museum der Moderne Salzburg © The Saul Steinberg Foundation / VEGAP, Madrid, 2024
Saul Steinberg. Sin título, 1961-1962. Colección Museum der Moderne Salzburg © The Saul Steinberg Foundation / VEGAP, Madrid, 2024

La arquitectura, de Italia o de las ciudades americanas, aparentemente infinitas, puebla muchas de sus creaciones; otras (Las rúbricas) tienen que ver, por razones obvias, con la identidad del emigrante: es posible encontrar, en el fondo de muchas de sus líneas, un interés hondo por el artificio entendido como el modo en que personas y cosas se inventan a sí mismas o son inventadas para presentarse ante el mundo.

A su muerte, su celebridad se ceñía prácticamente a las fronteras estadounidenses, aunque entre los cincuenta y los setenta mantuvo en Europa una fama discreta gracias a la traducción de sus álbumes ilustrados y a su participación, en 1958, en el Pabellón de aquel país en la Exposición Universal de Bruselas, donde exhibió justamente su mural Los americanos. Es tiempo, para Steinberg, de un tributo desde el continente.

Saul Steinberg. City Scale, 1956. Colección Michael Cohen. © The Saul Steinberg Foundation / VEGAP, Madrid, 2024
Saul Steinberg. City Scale, 1956. Colección Michael Cohen. © The Saul Steinberg Foundation / VEGAP, Madrid, 2024

 

 

“Saul Steinberg, artista”

FUNDACIÓN MARCH

C/ Castelló, 77

Madrid

Del 18 de octubre de 2024 al 12 de enero de 2025

 

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