Acercarse a la obra de Carme Pinós es acercarse a los lugares en los que la arquitecta ha desarrollado su trabajo. En ellos, lejos de imponer su visión, trata de mejorar los entornos, de tejer los espacios, de hacer ciudad y zonas de convivencia. No encontramos un estilo muy marcado que se repita en todas sus construcciones, aunque sí hallamos en ellas, de manera más o menos sistemática, el empleo de dos o tres elementos que dialogan o se entrecruzan, haciendo que el resultado sea siempre claro y armónico. Pinós huye de la ambigüedad y de la sobreactuación y le gusta decir que existe una responsabilidad que va más allá del encargo del cliente y que lo primero que hace al enfrentarse a un nuevo proyecto es preguntar al contexto qué es lo que este está pidiendo.
Hasta el 9 de mayo podemos ver en el Museo ICO, en Madrid, una exposición dedicada a la arquitecta, conocida en la década de los años ochenta por ser pareja, dentro y fuera del estudio, del afamado arquitecto Enric Miralles. Tras su separación (Miralles fundaría luego el estudio EMBT junto a Benedetta Tagliabue), Pinós siguió trabajando en solitario y de una manera más discreta. Sería en México y gracias al apoyo del también arquitecto Enrique Norten cuando la carrera de Pinós vuelve a tomar fuerza, creando a partir de entonces esos importantes “escenarios para la vida” sobre los que gira esta exposición.
Dice Luis Fernández-Galiano, comisario de la muestra, que la arquitectura empieza con el pensamiento y que Pinós, analítica y reflexiva, aúna una inteligencia inquisitiva y una sensibilidad extrema que hace que sus proyectos sean tan interesantes. Preguntándole acerca de la exposición, nos dice Fernández-Galiano que hay tres cuestiones fundamentales por las que era importante hacerla: en primer lugar, para mostrar que la arquitectura de Pinós no es una derivación de Miralles y que estamos ante una arquitecta con voz propia. En segundo lugar, que no tiene pocos proyectos, y los 80 que se han traído a la exposición así lo demuestran. Y, finalmente, que pese a lo que alguna vez se ha podido decir sobre su obra, su arquitectura no es solo intuición, Pinós hace arquitectura desde la reflexión y el conocimiento.
El diseño de la exposición ha sido concebido como una instalación a partir de tres ideas que se corresponden con las plantas de la sala del Museo ICO y, a su vez, con la idea de un cuerpo, con sus pies, su tronco y su cabeza.
Los pies, la base de lo que luego se desarrollará arriba, recogen una serie de proyectos de su etapa con Enric Miralles. Se trata de una muestra simbólica de aquel trabajo conjunto en la que se exhiben fotografías y ocho planeros cerrados con llave en los que permanecen guardados los proyectos con los que se quedó la arquitecta en el reparto tras la separación de los socios, entre ellos el Cementerio de Igualada o el Palacio Municipal de Deportes de Huesca, por citar algunos. Pese a ser, quizás, la etapa más mediática de Pinós, veremos que no se trata de la más importante en su producción. De ahí que la exposición haya querido destacar el resto de sus proyectos, con el subtítulo “8+80”.
Como decimos, esos proyectos conjuntos, son (fueron) solo una parte de su trayectoria, hoy vistos como el origen de su producción, que siguió creciendo en otras direcciones. Ascendiendo un nivel encontramos desplegados los 80 trabajos desarrollados por el Estudio Carme Pinós desde su apertura en 1991 hasta la actualidad. Construcciones como la mexicana Torre Cube (2005), cuya maqueta fue adquirida en 2006 por el MoMA para su colección permanente; el Paseo marítimo Juan Aparicio en Torrevieja (1996-2000); la Delegación del gobierno catalán en Tortosa (2005-2019); Caixaforum Zaragoza (2014); o la escuela Massana de Artes y Diseño de Barcelona (2017). Pero si hay que destacar dos proyectos dentro de todo el conjunto, estos serían la urbanización de la Plaza de la Gardunya en Barcelona -de la que forman parte la mencionada Escuela Massana, un edificio de viviendas y la ampliación del mercado de la Boquería- y la ampliación y reforma del Hotel Son Brull, en Pollença (2017-2019). Ambos proyectos son resueltos de manera admirable y ejemplifican a la perfección esa máxima en la arquitectura de Pinós de escuchar al entorno y dialogar con él.
Todas las propuestas presentes en la exposición se exhiben siguiendo el mismo modelo, que se corresponde con la manera en la que Pinós desarrolla su trabajo, a partir de un esquemático croquis inicial, que luego irá adquiriendo mayor complejidad y definición en planos, maquetas y fotografías
Finalmente, en la tercera planta de la sala de exposiciones, que correspondería en el esquema museográfico de la muestra con la cabeza, encontramos una selección de libros traídos de la biblioteca personal de Pinós, una gran fotografía y algunos muebles, también diseñados por ella, que recrean su estudio. En la salita adyacente, un audiovisual nos permite seguir conociendo a la arquitecta y contagiarnos de su sensibilidad y amor a la profesión.
“Carme Pinós. Escenarios para la vida”
C/ Zorrilla, 3
Madrid
Del 10 de febrero al 9 de mayo de 2021
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