Raíces en los materiales, por defecto

Las comisarias Claudia Elies y María Gracia de Pedro presentan proyecto en la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid

Madrid,
Lucía Bayón Mendoza. Puntal, 2021
Lucía Bayón Mendoza. Puntal, 2021

Uno de los proyectos que resultaron ganadores en la decimotercera edición de la convocatoria Se busca comisario, organizada por la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, fue la propuesta de Claudia Elies y María Gracia de Pedro “Raíces por defecto”, que como su título indica hace referencia a la noción de tradición y de origen.

Si atendemos, justamente, a la etimología del término tradición la encontramos en el verbo tradere, que implica entrega; así, en los actos tradicionales, ligados al pasado, existe una base de donación, regalo o herencia, a veces de valores positivos y otras de algunos que ya han dejado de serlo. Sin embargo, no siempre es fácil reparar en que otros ya pisaron donde nosotros lo hacemos: decía el fotógrafo Luigi Ghirri que solemos ser incapaces de imaginar que los espacios que hoy son nuestros fueron habitados antes; en lo que tiene que ver con los lugares parece que no proyectamos inquietudes más allá de un presente permanente.

La propuesta de Elies y Gracía de Pedro, que puede visitarse hasta el día 24 de este mes en la Sala de Arte Joven de la Avenida de América, se activa a partir de las obras de media docena de artistas y de varias actividades; unas y otras tienen que ver con huellas de pasados familiares o colectivos, con ritos de ayer que se revelan sin esfuerzo o se buscan intencionadamente. En palabras de las comisarias, la tradición que nos ocupa en “Raíces por defecto” explora la idea de poso, de roce, de falla, de veta. Pretende pensar a través de un cúmulo de saberes que se traspasan. Como si el agua que deja una copa apoyada en una mesa se cristalizara encima de otra y otra capa. Como si el tiempo se sostuviera en una especie de presente que nunca acaba. ¿Y qué es el tiempo sino esto?

No encontraremos estatuas, pedestales ni invocaciones de glorias pasadas, sino recuerdos de infancia o vinculados a ciertos territorios, a fobias y filias; justamente en los que más ligados están al deseo puede tener mayor cabida la distorsión. Como dicen ellas, hay costumbres que viven en nosotros desde mucho antes de nacer, como un destino griego, como una moira, como un deseo de los dioses. Las tradiciones merman en nosotras de una manera propia y se configuran por donde crecemos, por quienes nos rodean y lo que hacen. Incluso nos configura el compañero que se sienta a nuestro lado en la escuela. Quizás hay cierta belleza en poder escoger al lado de quién nos sentamos.

Lucía Bayón Mendoza ha convertido papel y algodón en vasijas y recipientes y se ha valido de retales, patrones y despieces para recordar que antes y ahora el agua modifica la forma de las cosas, dejando tras ella vacíos, aunque en el pasado la acción de triturar seguramente causara dolor en las manos y después las máquinas transformaran sus movimientos. Los procedimientos y ritmos de producción han introducido cambios en nuestras maneras de trabajar, pero no solo: los nuevos ritmos laborales conllevan otros modos de concebir la economía y de vivir. Christian García Bello, por su parte, apela aquí al pasado ballenero de Galicia, que tiene que ver con la madera, el cuero, la miga de pan o la cera, las tormentas, la mar helada… Sus esculturas y óleos nos hablan de las valiosas sardinas de espermaceti de ballena, de los exvotos marineros, como los de San Andrés de Teixido, y de los muy transitados caminos gallegos, de tierra rojiza y poblados por miles de historias.

Christian García Bello. Lonxe, lonxe (coa sardiña no caxato), 2021
Christian García Bello. Seteira, 2019

Jimena Kato enlaza en esta sala ciertos materiales con el pasado y con nuestras mismas esencias y se detiene en el bronce, el hierro o el mármol. Con el primero se elaboraron monedas, campanas y badajos, azadas, armas, joyas y vajillas enteras; de mármol, habitualmente blanco aunque no siempre, se hicieron la Venus de Milo, el Laocoonte, la Piedad o el Moisés de Miquel Ángel, el Taj Mahal, la Basílica de Santa Sofía, algunas lápidas y sepulcros. Se usa más para decorar que para crear objetos funcionales. Al hierro, por último, le debemos puentes, ferrocarriles, otras armas y joyas, los cerrojos, las lámparas de las casas de pueblo, las bisagras, las señales de tráfico. Son, ellos también, tradición.

Jimena Kato. Scheletto, 2019
Jimena Kato. Scheletto, 2019

Gonçalo Sena, último Premio APERTURA Comunidad de Madrid, suele aunar en su producción, y aquí lo hace de nuevo, lo natural y lo artificial, subrayando que a veces es solo nuestra percepción lo que los separa y que lo modificado puede fácilmente confundirse con lo sustancial: desde su punto de vista, en el futuro el plástico o el poliuretano podrán resultarnos tan sencillos como un olivar. Del mismo modo que el viento y el agua erosionan, alterarán el entorno también los objetos por venir: aunque el cambio sea lento y nos resulte imperceptible, será inevitable. En sus instalaciones, lo reciente deviene fósil.

Gonçalo Sena. Sin título, 2021
Gonçalo Sena. Sin título, 2021

Por su parte, Cristina Mejías ha elegido hablarnos de tradición a partir de la artesanía, quizá porque su hermano tiene un taller de guitarras flamencas donde huele a cedro, palo santo, ébano y hueso. Antes, y algunas veces hoy, los maestros guitarreros construyen, ajustan y reparan sus instrumentos y, por su trabajo lento con la madera, y por comunicar oralmente sus conocimientos, más antes que ahora se les consideraba así, como artesanos. En su actividad no cabe la uniformidad.

Ancestral también es la labor de las pulperas que pescan en Sanlúcar de Barrameda; según la técnica antigua, utilizaban vasijas de cerámica que lanzaban al mar con una cuerda y, cuando los pulpos habían penetrado en ellas, las arrastraban a la orilla. Las algas se les quedaban amarradas por fuera, como las barbas de las almejas y los mejillones: sus narraciones y sus enseñanzas manuales forman parte de la memoria de muchos.

Cristina Mejías. Todo viene de antes, todo está por hacer, 2018
Cristina Mejías. Todo viene de antes, todo está por hacer, 2018

Por último, Mònica Planes encuentra raíces en el cemento, conglomerado de caliza y arcilla que se endurece en contacto con el agua y cuyo origen es casi el de la civilización: se sitúa en los primeros asentamientos, y de la mano de los primeros fuegos, y fue tosco y bello, aunque hoy lo percibamos como hostil. La artista lo dota de ecos orgánicos, corporales, porque no existiría sin la mano que mece, que amasa, sin un movimiento circular que es también historia.

Mònica Planes. Hacia con el brazo (adelante), 2021
Mònica Planes. Hacia con el brazo (adelante), 2021

 

 

 

“Raíces por defecto”

SALA DE ARTE JOVEN

Avenida de América, 13

Madrid

Del 11 de mayo al 24 de julio de 2022

 

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