Ragnar Kjartansson entiende el arte como un espacio de experimentación y ha elegido valerse de dibujos, pinturas, vídeos o música, no para crear composiciones autónomas, sino como decorados o trasfondos de performances duracionales que viene exhibiendo en museos internacionales convertidas en grandes instalaciones multimedia. Devenidas puesta en escena, estas piezas invocan emociones; busca con ellas evocar paisajes desde los que reflexionar en torno a la fragilidad de la condición humana y las bases de la cultura occidental.
Esa fusión de disciplinas en cada uno de los proyectos de este autor islandés no es casual: Kjartansson procede de una familia de artistas; su madrina es cantante de música folk, sus padres son actores, y ha explicado varias veces que de ellos ha heredado sus conocimientos de literatura y teatro, además de su pasión por la música. Durante su periodo de formación en la Academia de Artes de Reikiavik estudió la historia del arte canónica, conoció los conceptos de lo bello y lo sublime manejados en los siglos XVIII y XIX y comenzó a interesarse por el el germen del acto creativo: las emociones, las sensaciones y las dudas que lo alimentan. Las referencias musicales serían también, desde entonces, continuas en su producción, desde Mozart a la música folk islandesa o el pop italiano de los años sesenta, pasando por Nina Simone o Prince.
Los vídeos de Gillian Wearing y la canción de Bob Dylan All the Tired Horses (1970) le servirían para acercarse a la noción de repetición, muy presente en su trabajo; en ese sentido serían también influencias habituales en su obra la música electrónica y los ensayos teatrales que formaron parte de su infancia y juventud. Este recurso, el de la repetición, le ha abierto posibilidades tanto espaciales como temporales: por un lado, la dilatación temporal conecta con su gusto por la performance duracional, de la que fueron pioneros Marina Abramović, Chris Burden o Bruce Nauman; por otro, ha llevado asimismo a su terreno el trabajo del compositor alemán Karlheinz Stockhausen y, sobre todo, su estudio del potencial de la música para construir espacios y generar imágenes a partir de la serialización musical.
Otro figura clave para Kjartansson es el suizo Dieter Roth, que vivió en Islandia gran parte de su vida y que tendría una repercusión transformadora en el contexto cultural de este país. Partiendo de su legado, él se sumió en un aprendizaje creativo de carácter parcialmente dionisíaco en el que también se aproximó al arte conceptual y al movimiento Fluxus; sería igualmente para el autor de Reikiavik fundamental la música de Björk y su banda de roqueros punkies, convertidos con el tiempo en poetas experimentales y artífices, en esa ciudad, de un clima de libertad artística que ha dado lugar a varias comunidades creativas.
La que será la primera retrospectiva de Kjartansson en un museo escandinavo puede visitarse, hasta octubre, en el Louisiana Museum de Humlebæk, en Dinamarca. “Epic Waste of Love and Understanding” hace hincapié en su tratamiento del amor, la identidad, la melancolía, la masculinidad o el poder y en su mirada, entre encariñada y crítica, hacia la cultura occidental y sus convenciones. También en su mencionado uso de la reiteración (de motivos, escenas o estrofas), durante periodos temporales extensos, y en la inquietante ambigüedad que nos suscitan sus proyectos, a medio camino a veces entre la seriedad existencial o política y el cliché superficial.
No es raro que sus obras nos muevan a la risa o al (casi) llanto; y el tránsito entre lo cómico y lo trágico es uno de sus sellos: ocurre en Me and My Mother (2015), pieza que forma parte de los fondos del propio Louisiana Museum y que parte de una idea tan sencilla como perturbadora. Cada cinco años, invita el artista a su madre, Guðrún Ásmundsdóttir, una conocida actriz islandesa, a escupirlo. Se colocan uno junto a otro en su sala de estar, frente a una cámara en posición fija, y Guðrún, a quien la situación no parece molestar demasiado, dirige su saliva, de forma periódica y repetida, hacia Kjartansson –él sí, menos encantado–.
Puede generar repulsa, sobre todo por el aire de ternura familiar que el título de la obra parece anticipar, pero lo cierto es que esta propuesta viene a compendiar las claves de la producción del islandés: su rechazo a los cánones, su reflexión sobre las débiles fronteras entre lo que es y lo que se nos hace creer, y sus estudios, que evocan a Beckett y Bruce Nauman, sobre las consecuencias de la (repetimos) repetición: todo acto realizado una y otra vez termina rozando lo grotesco o lo ridículo con más o menos rapidez. O pareciendo un reality show.
En las piezas seleccionadas, Kjartansson actúa como director y músico, comediante y showman, crítico y artista visual, y entrelaza la multitud de fuentes de inspiración que hemos mencionado (históricas, artísticas, literarias, políticas, culturales y populares) con su compromiso con el mundo del aquí y el ahora.
Contemplaremos igualmente A lot of Sorrow, su colaboración de hace una década con la banda estadounidense de indie rock The National, así como la instalación de vídeo inmersiva, que consta de nueve canales, The Visitors (2012), en la que Kjartansson y un grupo de sus amigos músicos actúan en un edificio en ruinas: la mansión que antes pertenecía a la familia Astor en el estado de Nueva York. Atraídos por la atmósfera de romántica decadencia de la casa y por sus excéntricos habitantes pasados, Kjartansson y su equipo musical escenificaron lo que el artista describió como un “canto espiritual femenino nihilista”: ocuparon varios espacios interiores y exteriores de la vivienda —la sala de estar, la cocina, el baño y una galería— tocando varios instrumentos y cantando; solo la sincronización de los nueve canales da lugar a una orquestación armónica de voces e instrumentos.
Entre las piezas menos conocidas en la muestra se encuentra Mercy (2004), grabación de un solo canal en el que el artista aparece como Elvis, con el pelo peinado hacia atrás y un traje blanco, tocando la guitarra y repitiendo el estribillo “Oh, Why do I keep on hurting you?”.
Ragnar Kjartansson. “Epic Waste of Love and Understanding”
Gl Strandvej 13
Humlebæk
Dinamarca
Del 9 de junio al 22 de octubre de 2023
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