Rachel Whiteread, intimidad a escala

La National Gallery of Art de Washington presenta su mayor retrospectiva

Washington,

Hace doce años Rachel Whiteread sorprendía en la Sala de Turbinas de la Tate Modern al utilizar modestas cajas de cartón moldeadas una y mil veces con polietileno blanco traslúcido para convertir el Enbankment en un lugar escultórico gracias a la acumulación aparentemente azarosa de sus pilas de líneas regulares. El resultado era, pese al necesario volumen del conjunto, sutil; una demostración del poder expresivo de la forma y de la geometría. Simples cajas podían sugerir al espectador que se encontraba en un almacén, en una montaña sujeta a desprendimientos, en una biblioteca, un zigurat o una excavación abandonada.

En septiembre del año pasado, la artista londinense regresó a las Tate, pero a la Tate Britain, para presentar su mayor retrospectiva hasta la fecha: un repaso a tres décadas de trayectoria que recogió desde cuatro de las primeras esculturas que pudieron verse en su primera exposición en 1988 hasta piezas recientes que Whiteread había elaborado específicamente para aquella antología. Y ahora esa misma exposición puede verse en la National Gallery of Art de Washington hasta enero, como paso previo a su llegada al 21er Haus-Museum of Contemporary Art de Viena y al Saint Louis Art Museum en 2019.

La geometría y el trabajo en serie de cariz minimalista han sido dos constantes en su carrera, pero ella, ligada en sus comienzos al colectivo de los Young British Artists del que salió trigo y paja (ella es trigo), quiso revolucionar esas premisas, darles la vuelta y revisarlas hacia dentro. Se ha servido para ello del sistema del molde y el vaciado, que primero aplicó, aún en sus años en formación, a su propio cuerpo, y después a objetos domésticos como colchones o bañeras, a elementos constructivos como puertas o estantes, a habitaciones e incluso a viviendas completas.

Entre los materiales que ha utilizado en sus moldes predominan la resina, el yeso o el hormigón y en ellos ha buscado siempre la británica que quedaran patentes huellas que rompan aún más con la pureza minimalista y que evidencien que el tiempo, la presencia humana y cualquier acción son incompatibles con la asepsia.

Esos vacíos espaciales los ha concebido Whiteread como esculturas rotundas que apelan a nuestros sentidos y a nuestra percepción del espacio. Pero su volumen no impide el lirismo, y esa es su gran baza: las huellas de las que hablábamos tienen en sus obras carácter simbólico y remiten a la infancia, a relaciones dejadas a un lado, a la nostalgia de lo que fue. Ya lo anticipaba en su primer proyecto público comisionado en Londres, en 1993 en el East End, del que solo queda documentación porque fue demolido meses después de inaugurarse. En él fusionaba formas arquitectónicas y domésticas con alusiones a recuerdos y experiencias tanto personales como universales.

Rachel Whiteread. Untitled (Stairs), 2001. Tate
Rachel Whiteread. Untitled (Stairs), 2001. Tate

La National Gallery estadounidense nos enseña este otoño una selección de sus esculturas fundamentales de gran formato junto a piezas de carácter más íntimo. No hay que perderse sus Untitled (Book Corridors), que cumplen veinte años, ni Untitled (Sala 101), la recreación de los espacios de la Broadcasting House de la BBC que pudieron inspirar a George Orwell cuando escribió 1984.

Entre sus trabajos de formato pequeño encontraremos moldes de distintos materiales y colores: suelos, puertas y ventanas, objetos domésticos como mesas y cajas, un grupo de torsos e incluso bolsas de agua caliente.

Otro punto culminante de la retrospectiva es Untitled (One Hundred Spaces), de 1995, una instalación compuesta por un centenar de moldes de resina. Estas obras se acompañan en el museo de secciones dedicadas a material de archivo y a los dibujos de la artista. En sus obras sobre papel ha trabajado con lápiz, barniz, acuarela y collage y, aunque podemos entenderlas como trabajos independientes, forman parte, indudablemente, del proceso de creación de sus esculturas.

Nacida en 1963, Whiteread se formó en pintura en la Brighton Polytechnic y en escultura en la Slade School of Fine Art y a sus treinta años se convirtió en la primera mujer en ganar el Premio Turner. En 1997 representó a Gran Bretaña en la Bienal de Venecia y sus proyectos públicos esenciales los ha desarrollado en la Watertower de Nueva York, el Memorial vienés del Holocausto, el cuarto plinto de Trafalgar Square, la citada Sala de Turbinas de la Tate y en Governor’s Island. De estos últimos recoge documentación la antología americana.

 

Rachel Whiteread. Due Porte, 2016. Galleria Lorcan O´Neill, Roma
Rachel Whiteread. Due Porte, 2016. Galleria Lorcan O´Neill, Roma

 

 

“Rachel Whiteread”

NATIONAL GALLERY OF ART WASHINGTON

Constitution Avenue

Washington

Del 16 de septiembre de 2018 al 13 de enero de 2019

 

 

 

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Una respuesta a “Rachel Whiteread, intimidad a escala”

  1. Janine Lannelongue

    Cada dia me parece mas ridiculo el arte contemporaneo,( por ejemplo las 2 puertas de Whiteread son una burla a los que amamos el arte ) y nos confrontamos a eso en todos los campos, la musica , la literatura, la poesia ……El
    Arte se ha vuelto una mercancia como las papas fritas ! Manejan el mercado dealers y criticos de arte a su
    antojo !

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