Pierre Huyghe

Dore Ashton

Pierre Huyghe, Les Grands Ensembles, 19942001 Nunca vemos las cosas tal y como son, escribe el astrofísico Robert P. Kirshner, Siempre vemos las cosas tal y como eran cuando la luz dejó de iluminarlas(1). Vemos los objetos de una habitación, dice, unas milésimas de segundo más tarde de lo que pensamos. Las investigaciones de Kirshner sobre la luz y el tiempo le llevan a insinuar que el universo que vemos está controlado por un universo que no vemos, una energía oscura y enigmática que se manifiesta en la expansión huidiza del universo. Sospecho que tras los elaborados experimentos tecnológicos llevados a cabo por este inteligente artista francés hay una preocupación fundamental por los enigmas que despiertan la imaginación. Su sensibilidad, al menos tal y como se revela en esta exposición, reducida a dos obras de compleja concepción, se encuentra más próxima al simbolista Maurice Maeterlinck quien, según Kandinsky, creó una atmósfera de fuerzas invisibles y sombrías, que a las más ruidosas fantasías de Matthew Barney, que serán protagonistas de la próxima exposición en el Guggenheim.

Pierre Huyghe, Les Grands Ensembles, 19942001
Huyghe, ganador del Premio Hugo Boss 2002, nació en 1962, por lo que siempre se discute si se trata de un transmisor de nuestra condición postmoderna, tal y como escribió un crítico.
Pude ver cómo los visitantes se sorprendían al leer el complejo panel introductorio, elaborado por el museo, que resume su trayectoria, antes de entrar en la amplia y oscurecida sala de exposiciones. Tal y como allí se explica el artista interviene en varias estructuras narrativas familiares para investigar la construcción de la identidad colectiva e individual en relación con diversas formas de producción cultural A través de las cuales Huyghe ofrece a sus personajes y a sus espectadores una forma de retomar el control de sus propias imágenes, de sus propias historias. En estas palabras vemos la jerga seudo-sociológica que nació, más o menos, en torno a la misma época que el artista y que, probablemente, arroja muy poca luz sobre la obra de Huyghe aquí expuesta. Su preocupación por la niebla, el humo y las nubes en las dos obras desvela un interés más estético que sociológico.

Pierre Huyghe, Les Grands Ensembles, 19942001
Tras esto, he de añadir que el propio artista ofrece una explicación de la obra de mayores dimensiones, una proyección sobre una gran pantalla de dos típicas torres de viviendas de bajo presupuesto, en las que un ballet de ventanas iluminadas se alterna con ventanas apagadas, como si la niebla nocturna viniera y se fuese y el viento azotase los árboles del fondo. Huyghe dice que su obra Les Grands Ensembles, está basada en unos proyectos arquitectónicos de la década de los 70 que terminaron siendo un fracaso arquitectónico y social. Tal y como explica, se trataba de una transgresión de las teorías de Le Corbusier. Sin principio ni fin, las dos torres de edificios dialogan en un extraño código Morse a través de la luz de sus respectivas ventanas, en una existencia parpadeante. El espectador puede advertir fácilmente, prescindiendo del comentario social implícito en la explicación de Huyghe, que hay un mensaje enormemente triste, así como algo misterioso que no requiere de las egregias explicaciones académicas que aparecen en los catálogos y en los paneles explicativos.

Pierre Huyghe, L'Expédition Scintillante, Act II: Untitled (light show), 2002
La segunda obra posee una estética aún más auto-suficiente. Se titula LExpedition Scintillante, Act II, y consiste en una estructura con forma de caja sobre el suelo, de la que emana una estructura similar que contiene luces suspendidas sobre ella. Acompañada por Gymnopédie, de Erik Satie y orquestada por Debussy, quien respondió a las anotaciones de Satie para cada motivo con efectos orquestales apropiados (lento y triste, lento y grave, lento y doliente), la pieza no deja de evocar la atmósfera continuamente ambigua de la sensibilidad propia del cambio de siglo. Después de todo, no podemos olvidar que Debussy fue un gran admirador y adaptador de Maeterlinck. A medida que el humo se eleva con lentitud, las luces suspendidas cambian de matiz, coloreando el humo, que se ve mágicamente transformado por el ritmo palpitante de la música. Este tipo de experiencia estética no es exactamente postmoderna, aunque ha sido posible gracias a la elevada complejidad de la tecnología contemporánea. Sin embargo, es bella. Me da la sensación de que Huyghe no desea ser encasillado en las categorías establecidas por los académicos. Su explotación de los sentidos del ser humano se mantiene dentro de las fronteras que resultan cercanas a aquellos capaces de responder a los efectos poéticos. Es decir, aquellos que poseen imaginación. Y esto, según creo, no tiene nada que ver con las narrativas que definen los ensayistas postmodernos y no da forma a la memoria de la experiencia colectiva, tal y como afirma la comisaria, Susan Cross, sino que, más bien, evoca la enigmática energía oscura que el romántico astrofísico Robert P. Kirshner considera tan importante.
(1) Robert P. Kirshner. “The Extravagant Universe: Exploding Stars, Dark Energy and the Accelerating Cosmos”, Princeton University Press, 2002.

.

Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York.
Del 24 de enero al 4 de mayo de 2003.
más información

Comentarios