Picasso y El Greco: dos ciudades para un diálogo

Basilea y Toledo relacionan la producción del cretense y el español

Basilea y Toledo,

La admiración de Picasso hacia El Greco, y el coloquio que estableció con su pintura, dieron forma seguramente a una de las relaciones creativas más sugerentes de la historia del arte contemporáneo, aún objeto de revisión. En 2014, justamente en verano, el Museo del Prado presentó una muestra dedicada al cretense y sus huellas en la pintura moderna que repasaba la enorme variedad de direcciones en que esa influencia se hizo patente y uno de sus capítulos se centraba en las aproximaciones picassianas, a través de diversos dibujos y de su Entierro de Casagemas (inspirado en El entierro del señor de Orgaz) y La comida frugal (las manos de sus paupérrimos comensales remiten a las de San Pedro y San Pablo en el pintor renacentista).

Ahora esos lazos los explora Kunstmuseum Basel, bajo el comisariado de Carmen Giménez y Josef Helfenstein, y por parejas: una treintena de obras de cada uno, procedentes de los fondos del propio museo suizo y de un buen número de instituciones internacionales, ponen el acento en aspectos hasta ahora desapercibidos de una herencia, no por conocida, como decíamos, del todo analizada. Habitualmente, la presencia de las lecturas picassianas de El Greco se ha situado en la producción temprana del malagueño, hasta aproximadamente el Periodo Azul incluyéndolo: esta exhibición quiere probar que observó a fondo sus figuras estilizadas más intensamente y más tiempo, incluso en su etapa cubista y más allá.

También subraya la exposición el rol del español en su recuperación crítica: en nuestro país, adonde llegó tras su etapa veneciana, obtuvo El Greco una celebridad considerable en vida gracias a su peculiar estilo, pero su estrella se desvanecería poco después de su muerte y no sería hasta finales del siglo XIX, y principios del XX, cuando volvería a adquirir una extraordinaria popularidad entre los artistas del continente. Picasso se convirtió en una figura destacada en ese regreso: comenzó a interesarse por su producción desde que su familia se asentó en Barcelona en 1896; siendo él un adolescente, aspirante a pintor, empezó a relacionarse con autores de mentalidad liberal que participaban de la rehabilitación del que se tomaba entonces por un genio extraño. Especialmente tras 1898, con la derrota española en la Guerra de Cuba y la pérdida de nuestras últimas colonias, se agudizó el interés por el Siglo de Oro en busca, en cierto modo, de una inspiración con la que encarar un presente de crisis geopolítica.

Pablo Picasso. Autorretrato, 1901. Musée national Picasso, Paris, Photo: RMN-Grand Palais/Mathieu Rabeau © Succession Picasso, 2021 ProLitteris, Zurich
Pablo Picasso. Autorretrato, 1901. Musée national Picasso, Paris, Photo: RMN-Grand Palais/Mathieu Rabeau © Succession Picasso, 2021 ProLitteris, Zurich
El Greco. Retrato de anciano, 1595-1600, The Metropolitain Museum, New York
El Greco. Retrato de anciano, 1595-1600, The Metropolitain Museum, New York

El sentimiento nacionalista se disparó hacia 1900 y los pintores de la escuela española -encabezada por El Greco, Velázquez y Goya– se convirtieron en actores centrales en ese proceso de recuperación identitaria. Como figura en absoluto convencional, poseedora de un lenguaje muy personal (en buena medida porque sus primeros años itinerantes le permitieron familiarizarse con tres tradiciones diferentes: la greco-bizantina, la veneciana y la española) y escasamente conocida en sus detalles biográficos, pues no son demasiados los testimonios documentales que de él nos quedan, el maestro quedó envuelto en leyenda y generó hechizo. Esa escasez informativa lo convirtió en una especie de lienzo en blanco sobre el que muchos artistas de vanguardia proyectaron sus ambiciones antiacadémicas.

Contemplaremos en Basilea numerosos bocetos que Picasso realizó en 1898-1899 y que lo muestran debatiéndose con motivos del griego, y su Retrato de un extraño al estilo de El Greco (1899), donde reprodujo un tipo de cabeza característico de los retratos y representaciones de santos de aquel, como el que vemos en su San Jerónimo de 1610, en los fondos del Metropolitan de Nueva York. También han viajado a Suiza el citado El entierro de Casagemas (Evocación), obra íntima de 1901 que marcó el inicio de la Etapa Azul y ejemplos de sorprendentes paralelismos, como los existentes entre el el Retrato de Madame Canals (1905) del español y el Retrato de dama en pieles, de autoría incierta pero a menudo atribuido a El Greco (últimamente también a Alonso Sánchez Coello).

Pablo Picasso, Mme Canals (Benedetta Bianco), 1905, Museo Picasso, Barcelona © Succession Picasso, 2022 ProLitteris, Zurich
Pablo Picasso. Mme Canals (Benedetta Bianco), 1905, Museo Picasso, Barcelona © Succession Picasso, 2022 ProLitteris, Zurich
Atribuido a Sánchez Coello. Retrato de dama en pieles, hacia 1577-1579. Glasgow Museums
Atribuido a Sánchez Coello. Retrato de dama en pieles, hacia 1577-1579. Glasgow Museums

Un segundo apartado de la exhibición, y aquí vienen las novedades, atiende al periodo cubista y confronta imágenes picassianas datadas en torno a 1910 con una selección de Apóstoles llegados del Museo del Greco de Toledo (San Juan, San Bartolomé y San Simón) y con la Resurrección de Cristo (1597-1600), de gran formato, que ha prestado para la ocasión el Prado. Además, se estudia cómo la habitual fascinación de Picasso por sus antecesores, y por el autor de El caballero de la mano en el pecho, se prolongó tras la II Guerra Mundial: en el reverso de su conocido Mosquetero (1967) escribió “Domenico Theotocopulos van Rijn da Silva”, en alusión a su veneración, sostenida, por El Greco, Rembrandt y Velázquez.

Decíamos que el Museo del Greco es uno de los prestadores de este proyecto (junto a instituciones como los también mencionados Prado y Metropolitan, el Museu Picasso de Barcelona, el Musée national Picasso de París, el Guggenheim neoyorquino, la National Gallery de Washington, la National Gallery y la Tate Modern de Londres, el Louvre y el Musée d’Art Moderne de la Ville de París, el Museo Thyssen, el de Bellas Artes de Budapest o la Gemäldegalerie de Berlín).

En Toledo podemos adentrarnos en una suerte de segundo episodio de esta propuesta: hasta el 25 de septiembre, “Picasso visita al Greco” vincula dos obras del malagueño, cedidas justamente por Kunstmuseum Basel (Mujer con sombrero sentada en un sillón y Venus y el amor), con el acervo del centro.

El primer retrato, fechado en 1941-1942, presenta una composición tradicional en tres cuartos y su imagen subvierte los elementos formales del cuerpo y del rostro de la modelo, que era Dora Maar. La plasmó desde un enfoque entre cubista y surrealista y se ha situado esta pieza en la Sala del Apostolado, junto a esas obras ejecutadas en la etapa final de El Greco, hacia 1608-1614. Con ellas comparte, el retrato de Picasso, la tradicional disposición de tres cuartos o medio cuerpo, un fondo neutro en tonos grises, la monumentalidad formal y la expresividad psicológica y también los contrastes cromáticos.

Picasso. Mujer con sombrero sentada en un sillón, 1941-1942. Kunstmuseum Basel
Picasso. Mujer con sombrero sentada en un sillón, 1941-1942. Kunstmuseum Basel

Por su parte, Venus y el amor (1967) representa un tema mitológico clásico: a Venus, diosa del amor, junto a su compañero infantil Cupido. La llevó a cabo con pinceladas rápidas e impulsivas y su modelo fue esta vez Jacqueline Roque, de ojos oscuros, pómulos altos y perfil clásico, rasgos frecuentes en las últimas pinturas de Picasso.

En aquella última etapa del malagueño, desde 1954 hasta su muerte en 1973, ideó varias célebres versiones de obras maestras y en esta pudo inspirarse en la Venus del espejo de Tiziano, pero también, por la energía y soltura de los trazos y el aspecto inacabado, en las últimas producciones de El Greco, de las que el propio Apostolado o el San Bernardino de Siena son ejemplos relevantes. A Venus y el Amor la encontraremos en la Sala de la Biblioteca, frente a aquel San Bernardino.

Picasso. Venus y el Amor, 1967. Kunstmuseum Basel
Picasso. Venus y el Amor, 1967. Kunstmuseum Basel

 

 

 

“Picasso-El Greco”

KUNSTMUSEUM BASEL

St. Alban-Graben 8

Basilea

Del 11 de junio al 25 de septiembre de 2022

 

“Picasso visita al Greco”

MUSEO DEL GRECO

Paseo del Tránsito, s/n

Toledo

Del 8 de junio al 25 de septiembre de 2022

 

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