Su trayectoria desdibuja la imagen habitual del escultor: suele transitar las fronteras entre esa disciplina y la creación de mobiliario sin dejar de lado la sensualidad, incluso en sus proyectos más funcionales. De hecho, cuando ha trabajado en muebles, Philippe Anthonioz no los diseña, sino que los modela en yeso para después modificar su escala y transmutar los materiales: podríamos hablar de sillones tallados o quizá de esculturas de uso cotidiano.
Le interesa la materia, su gesto e historia y encuentra riqueza formal en maderas policromadas u originales, pero uno de los componentes fundamentales en su carrera es el bronce: sobre él ha aplicado visiones muy personales de una geometría cubista, de líneas limpias y claras.
Vive y trabaja en París, la ciudad donde nació en 1953, y ha mostrado Anthonioz su producción en espacios internacionales como La Piscine (Roubaix, Francia); Lefevre Fine Art Gallery (Londres) o Ralph Pucci (Nueva York); desde el pasado 17 de diciembre, Parra & Romero nos ofrece su primera individual en España, que es también una de sus exposiciones más ambiciosas hasta ahora: “Sculptures”.
Su formación fue ecléctica, pero siempre orientada hacia lo artesanal: en el estudio de Nadia Pasquer aprendió cerámica, al mismo tiempo estudió fotografía; en la década de los setenta se dedicó fundamentalmente a la carpintería, aunque también esculpió en arcilla a partir de modelos vivos, y, ya en la primera mitad de los ochenta, colaboró con Diego Giacometti en la realización de la totalidad del mobiliario del Hôtel Salé del Museo Picasso de París. Fue entonces cuando adquirió mayor destreza con el bronce y Pierre Daix dijo de su trabajo que confrontaba felizmente el espacio exterior, el espacio donde la naturaleza es preservada, con esculturas que juegan con el resplandor de formas independientes, de figuras abstractas generalmente agrupadas. Con él, la evidencia de la obra de arte nunca es agresiva y se convierte, ante todo, en una conquista visual.
Nos esperan en la galería madrileña obras como F107 (L’accordeonist) y F042, ambas de 2010, que por su uso de la materia desde una perspectiva abstracta sugieren vías nuevas para la subjetividad en las tres dimensiones: madera, yeso y bronce aluden desde la metáfora, en su caso, a realidades nunca obviamente presentadas que se complementan o sustentan entre sí. El primer material, la madera, remite a las raíces, a la tierra, lo vegetal y primigenio y aquí se subrayan los tonos y calidades que derivan de su organicidad; las piezas en yeso, entretanto, destacan por su delicadeza, en las formas y en la propia sutileza de las superficies. Por el carácter casi gaseoso de estas, podría parecer que en cualquier momento podría mutar su configuración: habitualmente se acercan a lo esférico, a lo espiral, al viento en su transitoriedad.
Normalmente son, estos yesos, trabajos acabados, aunque otras veces haga uso Anthonioz de ese material en su sentido tradicional, esto es, como herramienta precisamente transitoria, intermedia entre el alumbramiento de las piezas y su traslación al bronce. La aleación, líquida, solidifica en estos ejemplos las formas gaseosas hasta aproximar su imagen última a una suerte de belleza acuática, por los destellos y reflejos que remiten a tormentas y espuma de las olas.
Al margen del estado en que se encuentre la obra del francés, siempre veremos presente la huella de su mano; se trata, en suma, de propuestas que beben de lo orgánico y lo natural, pero nunca desde la evidencia, sino desde la abstracción. Importa la fisicidad, el volumen, y cada una de las piezas parece ser el eco de un paisaje o de formas a medio camino entre lo cercano y lo desconocido.
En Parra & Romero nos esperan obras datadas en los últimos veinte años y se anticipa esta exhibición a la que dedicará a este autor el Château La Coste el próximo septiembre de 2023.
Philippe Antonioz. “Sculptures”
c/ Claudio Coello, 14
Madrid
Del 17 de diciembre de 2022 al 11 de febrero de 2023
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