El estudio-estadio de Paul Pfeiffer

El Guggenheim Bilbao ofrece su mayor muestra europea

Bilbao,

Dieciséis años después de que el MUSAC leonés acogiera la primera muestra de Paul Pfeiffer en España, que exploraba sus procesos de utilización de la tecnología a la hora de manipular digitalmente viejos metrajes de películas o eventos deportivos de la televisión, con el objetivo de borrar las figuras principales de la escena y analizar así el papel que desempeñan los medios de comunicación de masas en el culto contemporáneo a la fama, este artista estadounidense ha regresado a nuestro país. Despliega ahora en el Guggenheim bilbaíno “Prólogo a la historia del nacimiento de la libertad”, una de sus exposiciones más ambiciosas hasta ahora y la mayor presentada en Europa.

Valiéndose de medios muy diversos (de la escultura a la fotografía, pasando por el vídeo y la instalación), este autor, nacido en Hawái en 1966 y residente en Nueva York, continúa investigando las razones de nuestro amor por el espectáculo, de nuestra necesidad de pertenecer y a la vez de parecer diferentes, pero también los roles de la imagen en la época contemporánea: estudia el modo en que accedemos a ellas, o las consumimos, y sobre todo si somos nosotros quienes las fabricamos o aquellas las que determinan lo que somos -o si la construcción es mutua-.

Lleva Pfeiffer un cuarto de siglo empleando viejos programas informáticos de edición digital, como QuarkXxpress o Photoshop, para subvertir el metraje de esas citas deportivas, de películas hollywoodienses y de conciertos para intentar sacar a la luz las estructuras que han venido a dar forma a nuestro imaginario colectivo, a querencias y temores que trascienden lo individual. Es paradójico que logre investigar eso que nos une a través de métodos normalmente basados en la fragmentación o en la ocultación (cortar, enmascarar, clonar) y que sus creaciones hayan terminado por anticiparse, por esa misma causa, a los clips de vídeo y GIF’s a los que hoy atendemos masivamente.

Al examinar los aspectos psicológicos y perceptuales de experiencias planeadas para ser grupalmente disfrutadas, ha detectado el americano que los estadios y los escenarios no han sido solo lugares para el ocio, sino también para el cuestionamiento o el afianzamiento político de las comunidades, y que esto ocurre así desde los mismos orígenes de estas construcciones, en la Antigüedad. Sea cual sea la técnica en la que desarrolle sus creaciones, estas suelen tener como protagonistas a celebridades (cantantes, deportistas, actores) venerados, cuando no cosificados, por las masas; a través de sus figuras, y de lo que su conocimiento global implica, analiza cómo todo lo que tiene que ver con la audiencia, en su sentido más extenso (arquitecturas, retransmisión o posproducción de las imágenes) tiene incidencia en nuestro modo de entender la propia identidad, la sociedad en la que estamos inmersos e incluso nuestra nación. Nos recuerda, en definitiva, que allí donde prima la emoción, y la individualidad queda en un plano muy secundario frente a lo grupal, es donde los sentimientos de adhesión a ciertas causas (incluso de distancia frente a otras) se exacerban.

Otro aspecto relevante en la producción de Pfeiffer es su uso de escalas muy diversas, de la miniatura a la casi monumentalidad, para no establecer distancias predeterminadas entre el espectador y sus objetos y también para hacernos conscientes de la importancia de nuestro propio cuerpo en relación con el mundo y con la información que consumimos. Si sus primeras composiciones (vídeos y fotos) demandan una contemplación cercana y propician el acercamiento íntimo del espectador, sus instalaciones y esculturas últimas se aproximan a lo colosal.

Dado su interés por el cine americano, el montaje de esta muestra bilbaína se inspira en la arquitectura temporal de un estudio de sonido, y resulta útil para poner en situación al visitante: la producción de este artista contiene referencias casi constantes a la realización cinematográfica, a la cámara como dispositivo y a ciertas escenas ancladas en la memoria de todos, mientras que el mismo título de la exhibición alude a las explicaciones que Cecil B. DeMille ofrecía al inicio de Los diez mandamientos, película que fue cuando se rodó (en 1956) el filme más caro de la historia.

Paul Pfeiffer. Los productos puros se vuelven locos (The Pure Products Go Crazy), 1998. Whitney Museum of American Art, Nueva York
Paul Pfeiffer. Los productos puros se vuelven locos (The Pure Products Go Crazy), 1998. Whitney Museum of American Art, Nueva York

En realidad, el examen de Pfeiffer a la cultura estadounidense y su expansión responde a un enfoque más amplio que el que a priori podría aportarle su origen: en su infancia residió en Filipinas y conoce bien la fusión de tradiciones culturales y religiosas de ese país dado su pasado colonial, capas históricas que se hacen notar en su tratamiento de las identidades nacionales, las migraciones y la visibilidad de estos asuntos en los medios de comunicación.

El recorrido de “Prólogo a la historia del nacimiento de la libertad” comienza con esculturas en vídeo de fines de los noventa y principios de este siglo, en algún caso basadas en partidos de baloncesto (Fragmento de una crucifixión a partir de Francis Bacon, Juan 3:16) o en los combates de Muhammed Ali (La larga cuenta). Se exponen de modo muy distinto al que solemos ver esos acontecimientos en casa, en pequeños monitores de LCD y proyectores CPJ, recalcando que lo que vemos no son las competiciones en sí, sino manipulaciones efectuadas fotograma a fotograma, y por tanto derivadas del borrado, el camuflaje o la presentación en bucle. La huella de la mano del artista puede apreciarse en ocasiones, al igual que los fantasmas de las figuras centrales.

Paul Pfeiffer. La cuenta larga (Estruendo en la jungla), 2001. The Museum of Modern Art, New York
Paul Pfeiffer. La cuenta larga (Estruendo en la jungla), 2001. The Museum of Modern Art, New York

En trabajos más recientes, como Cariátide o Los cuatro jinetes del Apocalipsis, continúa valiéndose Pfeiffer de métodos sencillos vinculados de por sí a la producción de imágenes y a la construcción del espectáculo en los eventos deportivos. En el caso de esa última serie, que viene llevando a cabo desde el año 2000, veremos a jugadores de la NBA captados en gestos extraños y fuera de la cancha, convertidos en figuras a venerar más allá de su contexto habitual.

En ese primer apartado de la muestra, centrado en el borrado y el montaje, encontraremos asimismo instalaciones de vídeo a gran escala, como La mañana después del Diluvio (2003), que incorpora un software de rastreo de movimiento para reorientar nuestra perspectiva del paisaje; y las piezas de vídeo en directo Cross Hall (2008) y Autorretrato como fuente (2000), que subrayan el rol activo de la cámara en la construcción de experiencias mediatizadas de visionado.

Paul Pfeiffer. Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, 2007. Cortesía del artista y carlier | gebauer
Paul Pfeiffer. Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, 2007. Cortesía del artista y carlier | gebauer
Paul Pfeiffer. La mañana después del Diluvio, 2003. M+, Hong Kong
Paul Pfeiffer. La mañana después del Diluvio, 2003. M+, Hong Kong

Una segunda sección recalca otro procedimiento creativo de Pfeiffer: transpone momentos conocidos de la cultura popular a geografías, razas o géneros alternativos; así, Los santos nos trae una recreación audiovisual inmersiva de la final del Mundial de fútbol de 1966 (año de nacimiento de este autor) entre Inglaterra y Alemania Occidental, en la que un millar de personas en Manila se reúnen en cines para ver el partido. Al sustituir la animación de los hinchas europeos por las voces de los filipinos, el artista se fija en cómo se manifiesta el nacionalismo en esos momentos a recordar de la historia deportiva, y se detuvo también en la arquitectura del estadio como lugar de ritos masivos, centrándose en la historia de Wembley, cuyos orígenes se remontan a la exposición del Imperio Británico de comienzos de la década de 1920. A principios de este siglo fue remodelado para incorporar altavoces y pantallas de última tecnología, amplificando de ese modo la experiencia emocional de la masa.

Paul Pfeiffer. Los santos, 2007. Sammlung Goetz, Múnich
Paul Pfeiffer. Los santos, 2007. Sammlung Goetz, Múnich

La acústica de una multitud enfervorizada al unísono se recrea, igualmente, en En directo desde Neverland (2006), donde un grupo de estudiantes de la Universidad Silliman de Filipinas recita literalmente un discurso televisado de Michael Jackson: Pfeiffer manipula los movimientos de la boca del cantante para sincronizarlos con las voces estudiantiles, haciendo literalmente universal su mensaje.

Finaliza la exposición con la impactante serie, aún en curso, Encarnador, en la que colaboró con escultores españoles, filipinos y mexicanos de tallas religiosas para transformar a Justin Bieber en encarnación contemporánea de la divinidad, enlazando a su vez tradición y globalización; y con trabajos articulados a partir de la manipulación de imágenes emitidas por televisión, como Rojo, verde, azul (2022), en la que hace de un estadio un estudio de televisión.

Paul Pfeiffer. Torso de Justin Bieber (Justin Bieber Torso), 2018. Cortesía del artista y carlier | gebauer
Paul Pfeiffer. Torso de Justin Bieber (Justin Bieber Torso), 2018. Cortesía del artista y carlier | gebauer

 

 

Paul Pfeiffer. “Prólogo a la historia del nacimiento de la libertad”

MUSEO GUGGENHEIM BILBAO

Avenida Abandoibarra, 2

Bilbao

Del 30 de noviembre de 2024 al 16 de marzo de 2025

 

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