La fotografía es su disciplina, pero el fotográfico no es el único lenguaje presente en la obra del bilbaíno Patrick Grijalvo: estudia nuestros caminos para percibir la tridimensionalidad, con Chillida y Jerry McMillan como figuras de referencia, y le interesan las posibilidades de “esculturización” de las imágenes; las suyas, de hecho, pueden resultarnos planas en la distancia y sugerir volumen si nos acercamos bien.
Hace casi cuatro años este artista se sumó a nuestros Fichados y nos explicó que sus trabajos partían de fotografías arquitectónicas que él mismo tomaba: Investigo sobre la fotografía como objeto tridimensional, desarrollada desde la percepción de la arquitectura. Dicha idea nace al plantear un juego cercano al de las “Gravitaciones” de Eduardo Chillida, desarrolladas en los años noventa, o el de los estudios con fotografía recortada de Jerry McMillan (con su famosa pregunta “¿Debe la fotografía ser plana?”), pero con el matiz de que la materia prima con la que cuento son fotografías de arquitectura realizadas por mí mismo. El matiz es importante, porque mientras que Chillida usaba papel (blanco o pigmentado en negro) y McMillan fotografías veladas (o, en todo caso, fotografías de pliegues o arrugas), mi idea parte de elementos en los que el ojo del espectador ya proyecta una tercera dimensión, aunque no esté allí.
A medida que avanzan sus procesos de trabajo, de las fotos iniciales que realiza apenas queda nada, al acercarse paulatinamente a las tres dimensiones; incluso resulta difícil referirnos a sus obras acabadas como fotografías. Localiza los espacios, exteriores e interiores, que le interesan; toma las fotos de estos en medio formato, escanea sus negativos y los imprime para presentarlos casi a modo de maquetas. En ningún momento aquellas imágenes primeras se someten a retoques, pero quizá la fase más interesante de su procedimiento creativo comienza ahí, tras la impresión: En la segunda fase, la primera idea es la del ensayo: jugar con pequeñas piezas cuyo resultado es trasladado a obras finales de gran formato. Durante esta etapa juego con diferentes tipos de pliegues, recortes, gravitaciones, etcétera, a modo de laboratorio. Los resultados los imprimo sobre papel de algodón Hahnemühle para su posterior montaje sobre un marco de arquitecto de roble americano y, así, convertirlos en obras definitivas, que son de 150 x150 cm. En ellas ya no hay margen de experimentación.
Esas piezas últimas transmiten sobre todo rigor y precisión: no derivan de ningún componente azaroso, sino del pensamiento de Grijalvo en torno a los espacios arquitectónicos; podríamos referirnos a ellas como fotografías expandidas que, desde su evidente planitud, condensan la entidad que la tridimensionalidad puede adquirir en las artes plásticas.
También plantea la producción del vasco las dificultades, propias de nuestro tiempo, para establecer divisiones (no estrictas, solo divisiones) entre lo natural y lo artificial en un paisaje, dado que la huella humana, más o menos honda según los casos, sostenible o dañina, forma parte seguramente de la noción que muchos tienen de naturaleza y puede que hoy lo verdaderamente artificial sea la separación. Se percibe en sus fotos una imbricación absoluta entre lo que crece y lo que construimos (y lo que Patrick construye), de manera que es difícil entender lo uno sin lo otro; se trata de trabajos autónomos en los que el referente real no se ha disuelto completamente, pero sí se ha debilitado: podríamos considerarlos objetos delicados compuestos de una sucesión de planos.
Su variedad de enfoques y las gradaciones de nitidez favorecen la profundidad, que Grijalvo logra con herramientas que el propio medio fotográfico le ofrece, sin recurrir a materiales ajenos. Al conducir nuestra mirada hacia uno u otro plano, en ocasiones muy diferenciados, construye espacios que de algún modo son reales y no ilusorios, pero que también son nuevos y contienen leyes propias más allá de su fuente original.
Hasta el próximo mayo, Víctor Lope Arte Contemporáneo exhibe los juegos gravitatorios más recientes de este autor, llevados a cabo a partir de fotografías que realizó en diversos museos internacionales: HangarBicocca, MUDEC, el Museo del Novecento y la Fondazione Prada (Milán); la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, el MAAT lisboeta, el Guggenheim bilbaíno, el Centro Niemeyer de Avilés y la Fundación Louis Vuitton de París.
No identificaremos, sobra decirlo, estos espacios, porque el propósito de Grijalvo, esta vez, ha sido deconstruir el concepto de museo, apropiándose de ellos y de sus arquitecturas, continente y contenido, para cuestionar dónde empiezan y dónde acaban, cuánto tienen de atemporales su sentido y su misión. Testigo, como bilbaíno, de la transformación profunda que el Guggenheim ocasionó en su ciudad y buen conocedor, seguramente en parte debido a sus visitas a este mismo centro, de las tensiones susceptibles de generarse entre arquitectura y creación, fragmenta las formas de aquellos edificios para plantear cómo las construcciones determinan nuestra visión de sus contenidos y qué mensajes desean transmitir al espectador.
Patrick Grijalvo
VÍCTOR LOPE ARTE CONTEMPORÁNEO
Carrer Aribau, 75
Barcelona
Del 31 de marzo al 7 de mayo de 2022
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