Bad painting
El término aparece en 1978 dando título a una exposición. Sus miembros no se atienen a un programa, más bien es una tendencia que, de múltiples maneras, ataca el arte minimal y el arte conceptual de los setenta. Los diversos artistas agrupados en el movimiento Bad Painting realizan una pintura figurativa, lo cual desata la crítica que juzga como reaccionario ese retorno a una práctica antigua o superada.
Los artistas más representativos de esta tendencia, de distinta formación, son Schnabel, Salle, Longo y Morley, que pronto tomaron vías divergentes. Los cuadros propuestos por el bad painting juegan con el eclecticismo de referencias y modelos, y con la heterogeneidad de los materiales. Frecuentemente están en relación con la subcultura y rechazan los criterios del llamado buen gusto.
Las exposiciones “New Spirit in Painting” (1981) y “Zeitgeist” (1982), que agrupan trabajos americanos y europeos, subrayan las relaciones entre la transvanguardia italiana, los neofauves alemanes, la figuración libre francesa y el bad painting; el carácter común más evidente es el retorno a la figuración conjugado con la recuperación de tradiciones nacionales.
Se considera que Lisa Yuskavage o John Currin son representantes actuales de esta tendencia.