A veces pecamos de simples y creemos que lo que vemos es todo lo que podríamos ver. Olvidamos que existe, aunque no sea para nosotros, lo que otros ven, lo que no queremos ver o lo que no nos dejan mirar.
Montserrat Soto, que no es solo fotógrafa porque trabaja en distintas técnicas en función de su discurso, ha sido la última artista en inaugurar muestra dentro de la programación de PHotoESPAÑA: en la sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid presenta, hasta el 5 de agosto, “Imprimatur”, una exposición comisariada por Alicia Murría en la que mira al pasado, al presente y al futuro para invitarnos a reflexionar sobre la censura y la autocensura, sobre el poder de las imágenes en la cultura occidental, y en España en particular, y sobre los mecanismos de difusión y control de la información y el conocimiento.
En los últimos años, se ha zambullido en archivos y en diversas colecciones públicas y privadas españolas, expuestas o almacenadas, para fotografiar un amplísimo elenco de pinturas, fechadas entre la Edad Media y la Ilustración, en las que aparecen libros. Dejando a un lado los rasgos formales y estéticos de las obras, se ha centrado en analizar el sentido y la importancia de la presencia de esos volúmenes en las representaciones, poniendo de relieve que no ha habido momento histórico en que la palabra escrita no fuera objeto de temores y prohibiciones e instrumento de dominación; también, claro, de libertad.
Imprimatur (en latín, imprímase) era la consigna con la que el Tribunal de la Inquisición daba el visto bueno a la publicación de un libro, y la mayor parte de las pinturas fotografiadas por la barcelonesa representan a santos e intelectuales vinculados a la Iglesia, pero los textos intercalados entre las obras y la señalética creada por la artista, invitándonos a contemplar lo que no queremos ver o lo que no quieren que veamos y a cuestionar la imparcialidad de la Red, inciden en la cada vez más evidente idea de que hoy utilizamos otros medios para informarnos, pero no está claro que lo hagamos con mayor libertad debido a los mecanismos de vigilancia de las grandes empresas tecnológicas.
Medio centenar de imágenes de gran formato de esas pinturas antiguas componen la serie Dato primitivo 5. Pinacoteca, desplegada en un laberíntico montaje en Alcalá 31. Son muchas, pero no azarosas: en la mayoría de ellas, los libros presentes transmiten mensajes o encierran simbologías, y la artista espera del espectador avezado que indague en esas lecturas y profundice sus en iconografías. Sus imágenes, en ese sentido, son una invitación, un punto de partida para investigaciones que la artista ha preferido que el público haga suyas, porque, salvo referencias puntuales bíblicas, reformistas, orwellianas… que podemos entender como pistas, se ha prescindido de textos explicativos en este sentido, concediendo todo el peso a las fotografías. El mensaje es claro: los libros y la imagen -primero pictórica y luego fotográfica- han construido nuestra herencia cultural y son garantes de nuestra memoria, por eso quien ostenta el poder los utiliza a su favor y por eso toda cultura dominante ha purgado los de las culturas dominadas. De ahí que tan significativas tengan que resultarnos sus presencias, el hecho de que los conservemos, como sus ausencias, por más difícil que sea hablar de lo que fue borrado.
A las diferentes vías de acercarse o adentrarse en esta exposición se refiere Soto en el catálogo: Creo que, como mínimo, hay tres formas de ver esta exposición. La primera sería contemplar, a través de las imágenes, una parte de las grandes obras de nuestra pintura que representan la historia del libro a través del arte. Una segunda interpretación llega cuando el espectador reconoce las obras, a sus ejecutores y los libros que en ellas se encuentran, de esta forma puede ubicarlas en el tiempo e interpretar su contenido. Un tercer nivel es el relacionado con los aspectos iconológicos e iconográficos, y se vincula con aquello que las pinturas esconden o no dejan ver.
Las fotografías de Soto se acompañan aquí de dos videoinstalaciones dedicadas a ilustrísimos a quienes se intentó censurar: Sin título. Vídeo Espacio rememora el proceso sufrido por Galileo cuando rechazó el geocentrismo de Ptolomeo y fue acusado de difundir doctrinas heréticas, y Dato primitivo 4. 1781. Caso Goya, una pieza que Soto realizó junto a Áurea Martínez en 2009 y que ya pudo verse en el Lázaro Galdiano, teatraliza el monumental enfado del pintor aragonés cuando la Junta de Fábrica de la Basílica de El Pilar se inmiscuyó en sus bocetos para la cúpula del templo. Se conservan algunos textos donde realizaba alegatos emocionantes en favor de su libertad como artista, reivindicándose como tal y no como mero ejecutor. Debió llegar a la ira: En acordarme de Zaragoza y pintura me quemo… Su espíritu crítico, y rebelde, es el que ensalza y quiere fomentar la artista cuando la posverdad forma parte de nuestro vocabulario.
Montserrat Soto. “Imprimatur”
c/ Alcalá, 31
Madrid
Del 20 de junio al 5 de agosto de 2018
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