Mompó, Saura y el negro común amigo

La Galería Fernández-Braso los reúne en torno al no color

Madrid,

Comparten generación (uno nació en 1927 y otro en 1930), pero, a priori, poco ofrecen en común la obra de Manuel Hernández Mompó y la de Antonio Saura. La pintura del valenciano mantuvo como temáticas constantes el paisaje, la colectividad y el ejercicio de una libertad festiva y, en lo formal, rasgos caligráficos y notas de color que remiten a sus dibujos infantiles. Frente a informalistas de su tiempo que aplicaron en las telas arenas, collages, maderas, empastes… él prefería expresarse con los elementos justos y, también, con el grosor de pigmento necesario para cubrir el lienzo.

Con ocasión de una muestra en la Galería Juana Mordó, hace ahora cincuenta años, explicó parcialmente el mundo que habitaba sus trabajos (Una mujeruna ventana-una risa-un hombre-una luz-un deseo-una sombra azul-un pájaro-una pareja abraza-unos niños-un sol-un soldado llorando-un temblar-una mano con otra…), dejando claro que la simplicidad casi zen de su estética era compatible con el carácter panteísta de sus motivos. En todo caso, sus imágenes vienen dominadas por la luz y por el espacio: los signos que componen las escenas los dispone sobre blancos a los que dotó, paulatinamente, de una mayor presencia.

Manuel Mompó. Campesinos cantando, 1971
Manuel Mompó. Campesinos cantando, 1971

En cuanto a Antonio Saura, se convirtió al final de los cincuenta en uno de los integrantes del colectivo El Paso y fue también el principal teórico del informalismo en nuestro país. Aunque se acercó a la abstracción, buscó sobre todo la expresión poderosa dejando a un lado las formas tradicionales de representación, y la mayor parte de su producción fue monocroma, utilizando en ella solo el negro, o prácticamente monocroma, al emplear también marrones y grises.

Antonio Saura. Crucifixión, 1963
Antonio Saura. Crucifixión, 1963

Y es en este punto donde hace converger las inquietudes de ambos la muestra que hasta marzo podemos visitar en la Galería Fernández-Braso de Madrid. “Desde el negro” recuerda que los dos caminaron entre lo figurativo y lo abstracto desde cierta tendencia a lo tragicómico y que, si Mompó tendía a la depuración, la narratividad y la alegría, y Saura al estremecimiento y a un tenebrismo de evocaciones barrocas, ambos se valieron del no color, de tan arraigada tradición en España, para transmitir, bien esencialidad, bien dramatismo. No está de más recordar que el negro, en muchos ámbitos y también en la pintura, puede entenderse como símbolo de los inicios y los finales.

Aunque, como dijimos, el cromatismo vivo formó casi siempre parte del lenguaje del de Valencia, entre principios de los sesenta y mediados de los setenta también se valió frecuentemente del negro y su contraste con el blanco, mientras Saura, sin embargo, hizo de él el centro -tonal- de su trabajo. Por eso esta exhibición, al hacer hincapié en ese común recurso por parte de autores de trayectorias tan diversas, no solo subraya la riqueza expresiva que el aparentemente opaco negro puede generar y las posibilidades de su conjunción con el blanco luminoso, sino que también incide en que este tono puede formar parte de discursos por lo demás divergentes, y que ofrece igualmente múltiples capas de lectura al margen de contextos políticos e históricos.

Es la primera vez que una exposición explora el trabajo en negro de Mompó y apenas ha compartido su obra muestras con la de Saura, si bien ambos formaron parte de la inaugural de la Galería Juana Mordó en 1964, no lejos de la sede hoy de Fernández-Braso.

Manuel Mompó Campesinos músicos ensayando en el campo, 1971
Manuel Hernández Mompó. Campesinos músicos ensayando en el campo, 1971
Antonio Saura. Retrato imaginario, 1980
Antonio Saura. Retrato imaginario, 1980

 

 

“Mompó-Saura. Desde el negro”

GALERÍA FERNÁNDEZ-BRASO

c/ Villanueva, 30

Madrid

Del 12 de enero al 4 de marzo de 2023

 

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