Luisa Roldán, no solo escultora real

El Museo Nacional de Escultura revisa su obra y contexto

Valladolid,

Nació en Sevilla en 1652, murió en Madrid algo más de medio siglo después y fue, bajo el reinado de Carlos II, la única artista en convertirse en escultora real. En un otoño floreciente en lo que tiene que ver con exposiciones dedicadas a la escultura en madera policromada en España (coinciden en el tiempo las del Museo del Prado y la Fundación Edades del Hombre en la Catedral de Valladolid), el Museo Nacional de Escultura dedica por fin una antología a Luisa Roldán que la sitúa en el contexto de su época, se acompaña de pinturas, grabados y esculturas de autores que le fueron contemporáneos, de Palomino a Pedro de Mena, pasando por Lucas Jordán, Valdés Leal, José de Mora y Nicolás de Bussy, y supone además la ocasión de exhibir adquisiciones recientes de este centro, que suma ya treinta y tres trabajos suyos en su colección. Será el caso de un busto del citado monarca o del Tránsito de la Magdalena; podremos comprobar, igualmente, los frutos de la restauración a la que se ha sometido la Cabalgata de los Reyes Magos, que se muestra ahora al público por vez primera desde su compra en 2017 (y que incorpora como originalidad al Rey Mago de Tarsis).

Son muchas las instituciones que han prestado piezas para esta ocasión; es la primera exhibición monográfica de una artista en ese centro y el recorrido atiende al contexto que posibilitó su éxito y a las tipologías y modelos de los que se nutrió, desde su formación primera en el taller de su padre, Pedro Roldán, hasta que alcanzara reconocimiento por Palomino, que la calificó como eminente escultora, o por el autor anónimo que quiso llevar al grabado una de sus piezas más interesantes: Nazareno de Sisante. Más tarde, otros estudios vincularían sus creaciones a esas artes menores y delicadas propias en teoría de su sexo y de su tiempo; la incorporación de su figura a las investigaciones académicas no se produciría, de hecho, hasta hace un siglo: cuando Elena Amat, en 1927, le dedicó su trabajo de doctorado, que en todo caso quedó inédito.

Luisa Roldán. Virgen de la leche
Luisa Roldán. Virgen de la leche

El obrador del padre de La Roldana en Sevilla no fue solo el lugar donde aprendió Luisa, sino el más destacado en esa ciudad en la segunda mitad del siglo XVII; el taller desde el que se difundiría en Andalucía la influencia de Bernini mediada por el escultor flamenco José de Arce. Los artistas tenían allí la oportunidad de aprender unos de otros en el proceso de la manufactura de las piezas, que se llevaban a cabo sobre todo en la mencionada madera policromada, por sus posibilidades de viveza, y en formatos muy diversos. No eran pocas las que se destinaban a fines procesionales o a retablos.

A la Academia de Murillo no pudo asistir por ser mujer, pero en ese taller paterno pudo prestar atención a las inquietudes de algunos asiduos, como el mencionado Valdés Leal, que era amigo de la familia; una familia, por cierto, en la que no únicamente padre e hija esculpieron: una de sus hermanas, María Josefa, también fue escultora, como su sobrino Pedro Duque Cornejo, mientras que otra, Francisca, fue policromadora; su trabajo queda testimoniado en esta exposición en Valladolid. Y en el mismo obrador conoció a quien fue su marido, de nuevo escultor y compañero de trabajo en parte de su producción: Luis Antonio de los Arcos.

Luisa Roldán. Niño Jesús con san Juanito
Luisa Roldán. Niño Jesús con san Juanito

En la década de 1670 y en la primera mitad de la de 1680, los dos permanecieron trabajando en Sevilla, aunque dadas las normas del momento sea solo el nombre de él el que aparece en los contratos. Sus composiciones de aquel momento deben aún mucho al estilo paterno, del que progresivamente se desprendería para afianzar un lenguaje personal -nunca lejano, eso sí, a la gracia sevillana en el tratamiento de la infancia y los temas familiares- y para adaptarse a los encargos demandados. Uno de los más relevantes de esa época fue el del conjunto procesional para la Hermandad de la Exaltación (1678-1682), donde Roldán dio ya pruebas de su buen manejo en el tratamiento de la figura humana y de la minuciosidad de sus relieves. Destaca aquel trabajo, además, por la vistosidad de su policromía.

Por su prestigio le llegaron algunos encargos más allá de Sevilla: la orden hospitalaria de Sanlúcar de Barrameda le pidió una imagen de vestir de San Juan de Dios que se inspiraría en el retrato de su fundador. Es posible que otros tuvieran que ver con belenes: lograron un gran éxito entre la sociedad de este momento, y Luisa desarrolló una especial habilidad en la elaboración de esos montajes efímeros con multitud de figuras, de los que su padre fue especialista, como ya señaló Ceán Bermúdez (no son demasiados los que se conservan de este tiempo, de ahí la falsa impresión de que no triunfaron hasta el siglo siguiente por proyección napolitana).

El estupendo Nacimiento y la Cabalgata que podemos contemplar en Valladolid están formado por dos docenas de figuras ejecutadas en madera de cedro y ricamente policromadas; a aquel original rey de Tarsis lo vistió conforme a la moda española del XVI. Es bastante probable que fuera precisamente en Cádiz, ciudad identificada entonces con la capital de Tartessos, donde llevara a cabo esta obra, que pudo ser quizá donada a algún cargo de la Corte en Madrid.

En el comienzo de la década de 1680, la obra de La Roldana ya había alcanzado una expansión importante (recientemente se le han atribuido un San Francisco de Huévar o un San Antonio para el Sauzal, Tenerife), pero en Cádiz seguía siendo especialmente querida: los responsables de la Catedral le encargaron imágenes para el Monumento de Semana Santa y el Ayuntamiento, a continuación, tallas de los patronos de esta ciudad, los santos Servando y Germán. Está documentada la colaboración en ellos de su marido y de su cuñado, Tomás de los Arcos; este último policromador de bastantes de sus trabajos.

Luisa Roldán. Virgen con el Niño
Luisa Roldán. Virgen con el Niño

Ese buen momento le llevó a probar suerte en Madrid, donde artistas hispanos y foráneos anhelaban entonces reconocimiento y clientela y era relativamente fácil acceder a los fondos de instituciones religiosas y familias coleccionistas. Logró, como dijimos, hacerse con el cargo de escultora real, habitualmente vacante frente al siempre ocupado de pintor (antes lo había ejercido José de Mora, pero un autor tan relevante como Pedro de Mena no lo consiguió).

Una de las razones de ese éxito fue la inclinación de la Corte por la escultura en pequeño formato y en terracota, material del que Roldán también se valió, especialmente en piezas destinadas a ornamentar palacios y oratorios. Ese tipo de composiciones ya las habían realizado Giovanni Battista Morelli, Nicolás de Bussy o Antonio Ferreira, presentes en esta exposición; también eran bien valoradas las esculturas napolitanas en madera policromada de un tamaño apto para su fácil transporte, como las de Giacomo Colombo o Nicola Fumo, que introdujeron aquí los modelos italianos. De ellos bebió La Roldana al plantear su magnífico San Miguel (1692), de formato monumental, que se destinó entonces a El Escorial y que hoy podemos contemplar en la Galería de Colecciones Reales.

Giovanni Battista Morelli. Niño dormido
Giovanni Battista Morelli. Niño dormido
Nicolás Fumo. San Miguel
Nicolás Fumo. San Miguel

Fue ese mismo año, el de 1692, cuando recibió aquel título de escultora de cámara, volcándose en estos años en la realización de grupos de terracota de pequeño tamaño y muy cuidada policromía, dedicados a asuntos devocionales (Virgen cosiendo, La educación de la Virgen -tema muy querido por Carlos II- o el Niño Jesús con san Juan Bautista); veremos, además, una muy arraigada imagen de la Virgen de Atocha. No dejó de lado, sin embargo, la madera: en ese material elaboró sus Niños Nazarenos o su San Fernando rey, este último inspirado en un modelo de Valdés Leal. Lucas Jordán sería el punto de partida de otras composiciones.

Luisa Roldán. La educación de la Virgen
Luisa Roldán. La educación de la Virgen

Felipe V renovó a Luisa en el cargo y sus nuevas creaciones mantendrían el estilo de las anteriores (resulta difícil, por eso, su datación). Los textos de María Jesús de Ágreda serían la base de Virgen niña con San Joaquín y Santa Ana o el Nacimiento con san Miguel y san Gabriel, un tema que le fue encargado, en pintura, también a Jordán, mientras que mostró su afán expresivo en barro en Tránsito de la Magdalena o, en madera, en un doliente Ecce Homo. Murió la artista en el comienzo del año 1706 y, pocos días después, sería nombrada miembro de la Academia de San Lucca de Roma.

Merece la pena detenerse en la última sala de esta (muy transitada) exposición para conocer detalles de algunas de las restauraciones efectuadas en su obra y de los datos que estas intervenciones, en soporte y en color, pueden llegar a aportar.

Luisa Roldán. Tránsito de la Magdalena
Luisa Roldán. Tránsito de la Magdalena

 

 

“Luisa Roldán. Escultora real”

MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA

C/ Cadenas de San Gregorio, s/n

Valladolid

Del 29 de noviembre de 2024 al 9 de marzo de 2025

 

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