Para muchos es la figura más relevante que dio el arte gallego en el pasado siglo XX y su producción, tan poliédrica como su autor, merecía una revisión a fondo que estableciese los nexos en común de sus distintas facetas de trabajo, hasta ahora examinadas de manera individual: la edición, la pintura, el dibujo, la ilustración, el grabado, los murales, el diseño gráfico e industrial, los carteles, las escenografías teatrales, y también los guiones, los ensayos, sus textos en prensa o su crítica de manifestaciones artísticas.
Con ese ambicioso propósito, el MARCO de Vigo presenta hasta el 27 de septiembre, bajo el comisariado de David Barro, “Luis Seoane. Retrato de esguello”, una exhibición que ha sido organizada en colaboración con la Fundación del artista en La Coruña y que, tras su paso por MARCO, podrá verse de forma parcial en otros centros gallegos, como el Museo Provincial de Lugo, la Fundación Granell, el Centro Torrente Ballester y, ya en 2016, la propia Fundación Luis Seoane.
Dos vertientes articulan el proyecto: por un lado, la meramente expositiva; por otro, la editorial, porque con motivo de la muestra se ha editado una completa publicación que estudia el legado de este autor y que será el punto de partida para la preparación de su catálogo razonado.
Nacido en Buenos Aires, Luis Seoane mostró desde su obra temprana especial sensibilidad por el dibujo y por el uso expresivo del color, se esforzó en dominar las técnicas de la pintura mural y el grabado (en MARCO podemos ver documentos gráficos y bocetos) y desarrolló una intensa labor editorial, sobre todo en Argentina. Tampoco podemos olvidar que a él se debe, en buena parte, el resurgimiento de la fábrica de cerámica de Sargadelos y la creación del Museo de Arte Contemporáneo Carlos Maside de Sada. Por su parte, el llamado Laboratorio de Formas de Galicia dio fe de su concepción universal de la cultura y de cómo nunca pudo disociar el arte y el diseño de su función educativa y comunicadora.
Trescientos trabajos forman parte de la exhibición de Vigo, entre pinturas, dibujos, grabados, acuarelas, tapices, carteles publicitarios, bocetos murales, diseños cerámicos y publicaciones que ponen de relieve también la influencia de Seoane en la creación de nuestros días, en su sentido más amplio.
Según afirma David Barro en uno de los textos curatoriales de la muestra, Luis Seoane es el primer artista contemporáneo de la historia de Galicia, pero por haber desarrollado la mayor parte de su obra durante su exilio en Argentina y por la dificultad de adscribirlo a movimientos concretos; es un creador en esencia internacional, aunque no se lo haya estudiado adecuadamente aún desde esa perspectiva, y también de hondas preocupaciones sociales y eminentemente didáctico.
En palabras de Barro, “Luis Seoane trabaja los valores de Galicia desde una óptica universal. De ahí la complejidad de abordar una figura con tantas aristas, que no recomienda el estudio diferenciado de cada una de sus disciplinas. Porque si a Luis Seoane se le conoce sobre todo como pintor, hay que significar que a la pintura llega con un importante bagaje intelectual y que casi siempre adelanta en el dibujo, en el diseño gráfico, en el muralismo o en el grabado los avances y logros de su pintura. Una pintura que, por otro lado, no se ha acabado de entender por reducirla en su contextualización a filiaciones primeras, por otro lado cercanas a cualquier artista de vocación internacional del siglo XX, con la mirada puesta en Picasso, Matisse o Léger. Pero también la influencia temprana de Cézanne —casi siempre obviado— resulta clave, como la de quien será su maestro más cercano, Carlos Maside. Malevich y los artistas rusos supusieron otra influencia fundamental, y los logros del arte Pop un encuentro en el tiempo que se reconducirá de modo muy diferente, aun compartiendo algunos de sus valores y formalizaciones. Y será, sobre todo, una curiosidad insaciable por la cultura germánica lo que acabe por definir una personalidad diferente al resto de sus compañeros renovadores de la pintura gallega, española y latinoamericana. El Paul Klee que pasa por Goya, las escenas de George Grosz, o las formas y los espacios de Hans Richter son constantes que aparecerán en diferentes etapas del artista”.
Las figuras humanas estáticas son el motivo más frecuente en sus trabajos y Galicia su habitual escenario de fondo. Lo reconocemos también por su cromatismo vivo y saturado, sus líneas con apariencia de grafismos libres, sus vibrantes manchas negras y el ritmo de sus composiciones.
Planas, sus pinturas buscar enseñarnos lo esencial y que no nos distraigamos en el detalle, haciendo suya la máxima de El Lissitzky de que “el color es una piel sobre un esqueleto” y él quería mostrarnos los huesos.
OTRAS NOTICIAS EN MASDEARTE: