Lo negro, Solana y Romero de Torres

La Fundación Unicaja conecta sus enfoques de lo castizo en Málaga

Málaga,

Aunque no es demasiado conocido, José Gutiérrez Solana fue, además de pintor, escritor: le debemos Florencio Cornejo, La España Negra, en homenaje a Darío de Regoyos, y varios libros de viajes en torno a los arrabales de Madrid donde probó que, muy a menudo, lo que nunca vemos es lo más próximo. Esos barrios humildes los investigó sin buscar en ellos características regionales, ni tampoco la regeneración de nuestro país a través de Castilla al modo de los noventayochistas: con Goya en el pensamiento, representó los majos madrileños pero obviando su gracejo e indumentaria peculiar y componiendo con ellos una suerte de friso de seres siniestros con fondo oscuro y aire tétrico.

También se sintió atraído por lo macabro y por el mundo de las máscaras de Ensor, con quien comparte aire surreal y alucinado pero no cromatismo: el de Solana es más severo y español, con tonos parduzcos de resonancias escatológicas. Desde ese enfoque hemos de entender su Entierro de la sardina (1912), su retrato de El Lechuga y su cuadrilla o sus imágenes de prostitutas de todas las edades, sumidas en una atmósfera de pobreza; en unas y otras imágenes buscó someter a un proceso de desfolclorización la visión romántica de España, tratando de llegar a la intrahistoria de las imágenes pintorescas más divulgadas, desde un enfoque nada complaciente. Le interesaba tanto la pobreza de la gente como su genialidad en medio de la miseria y el aislamiento.

Atendiendo a esa perspectiva tenemos que apreciar igualmente su representación del garrote vil, una ejecución pública con muchas connotaciones simbólicas. Destaca el localismo en las figuras del primer término y el sistema arcaizante de narración pictórica, comenzando por los momentos previos a la ejecución. Aparece un monje mercedario dedicado a la atención a los presos y la guardia civil acompañando al cautivo (conjunto emblemático); como fondo, dispuso un sombrío paisaje castellano cuya luz remite a El Greco y de nuevo a Goya. Alcanzó aquí Solana la máxima rotundidad expresiva de esa España negra, cuya representación era llevada a cabo, significativamente, por artistas muy cosmopolitas. Él tuvo continuas conexiones internacionales, pero sus planteamientos son más radicales, pues borra cualquier elemento pictórico atrayente desde el punto de vista de aquella imagen romántica internacionalizada.

Citábamos su texto La España negra, un tributo a Regoyos, quien había presentado en 1899 un libro del mismo título que planteaba nuestras posibilidades de regeneración tras la pérdida de las últimas colonias. Conviene recordar que fue hacia 1880 cuando las pinturas negras de Goya (alucinaciones, pesadillas…) se empezaron a llamar así; el negro era el color de la vestimenta real de los Austrias y, por supuesto, el de los lutos. El de Ribadesella fue pionero en invertir la primera visión festiva del costumbrismo andaluz en una visión crítica, más relacionada con el aragonés y abandonando la exageración caricaturesca, reflejando el lastre de la historia, el atavismo… Nos presentó una España ambivalente, que simultáneamente fascina y repugna. Personaje fundamental de la cultura europea de entonces era Rilke, quien realizó su viaje iniciático a Toledo y Ronda, alejándose también del tipismo romántico (y el redescubrimiento de Toledo coincidió con la recuperación de El Greco. Maurice Barrès escribió por entonces El Greco o el secreto de Toledo, en el marco de esta revisión crítica de lo español).

Del recorrido plástico de nuestra negritud también forma relevante parte Romero de Torres, cuya gran popularidad ha suscitado interpretaciones distorsionadas sobre su pintura: se ha considerado a menudo que esta obedece a una interpretación folclórica de lo español, un costumbrismo pintoresco del gusto del público extranjero y sus estereotipos, pero… contiene muchos matices.

Como apasionado del flamenco (él mismo guitarrista), era conocedor de la raíz honda de los temas que pintaba y con los que se ha tendido a identificar lo andaluz, pero su folclorismo, sin embargo, es más serio y crítico que la simple postal turística y no nos concede una visión utópica de España, sino otra trágica. Sus primeros trabajos beben del postimpresionismo y el prerrafaelismo, porque Romero fue, como Solana, culto y viajado, y conoció también a varios miembros de la Generación del 98: lo defendería especialmente Valle-Inclán.

Simetría primitivista, connotaciones morales, paganismo popular andaluz y melancolía son habituales en las pinturas de este autor cordobés, que insinúa tragedias recurriendo a la secularización de iconos religiosos y a la sacralización de lo pagano y aludiendo en el camino a todas las ambigüedades del amor. Tampoco podemos entender su producción sin hablar del negro, ligado al cuerpo, el espíritu, el sexo y la cabeza.

"Solana y Romero de Torres. Una historia del arte español en negro". Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga
“Solana y Romero de Torres. Una historia del arte español en negro”. Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga

Hasta el próximo marzo, el Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga acoge “Solana y Romero de Torres. Una historia del arte español en negro”, muestra comisariada por Nacho Ruiz que consta de un centenar de trabajos, entre piezas de esos dos autores y clásicos con los que su estética es confrontada. Se trata de óleos, dibujos, grabados, fotografías y publicaciones procedentes de numerosas colecciones públicas y privadas de nuestro país, que se han articulado en ocho secciones.

El recorrido expositivo se inicia con el espacio Retrato coral de una sociedad en negros, que reúne obras de Eugenio Lucas, José Castelaro, Inocencio Medina Vera, Ignacio Zuloaga y Joaquín Sorolla, en diálogo con las de los protagonistas Romero de Torres y Solana; podemos encontrar en aquellos antecedentes de sus modos de mirar más allá de lo costumbrista.

Grabados y documentación nos esperan en De Goya a Regoyos. El grabado como medio de difusión de la España negra, que acoge varios ejemplares de caprichos y desastres de Goya, grabados y litografías de Regoyos y Ricardo Baroja, dos álbumes pertenecientes a los hermanos Romero de Torres, grabados de Solana, publicaciones e imágenes biográficas, mientras La muerte fotografiada consta de atractivos retratos mortuorios de finales del siglo XIX y principios del XX a cargo de Fernando Navarro y José Casaú.

"Solana y Romero de Torres. Una historia del arte español en negro". Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga
“Solana y Romero de Torres. Una historia del arte español en negro”. Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga

Ya en la planta superior del centro, se han dedicado dos salas a Romero de Torres: corresponden a los capítulos Desde el blanco. De la mujer virtuosa a la belleza salvaje y Desde el negro. La belleza y el deseo, en las que el cordobés dialoga con El Divino Morales, Pedro Atanasio Bocanegra o el mismo Goya. Asimismo, en la sección Solana y la historia de la pintura española se relaciona su atención a las escenografías mortuorias y lo siniestro con la producción de autores de nuestro barroco como Ribera y Sebastián Llanos Valdés.

De la colección Navarro-Valero podemos disfrutar un conjunto de dibujos de toreros, máscaras, aldeanos, marineros, cofrades, artesanos, cupletistas, religiosos, flagelantes, payasos, esqueletos y objetos habituales del imaginario de Solana y, por último, en la sección Composición grupal y retrato de una cierta España se vincula de nuevo al madrileño con Murillo o Llanos Valdés.

"Solana y Romero de Torres. Una historia del arte español en negro". Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga
“Solana y Romero de Torres. Una historia del arte español en negro”. Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga

 

 

“Solana y Romero de Torres. Una historia del arte español en negro”.

CENTRO CULTURAL FUNDACIÓN UNICAJA

Plaza del Obispo

Málaga

Del 20 de diciembre de 2021 al 19 de marzo de 2022

 

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