Junto a la mayor antología de Claudia Andújar, que recala en Barcelona en el marco de una itinerancia internacional, abre la temporada 2021 en el espacio KBr de la Fundación MAPFRE en la capital catalana “La mirada cautiva”, la primera muestra que esta institución organiza en colaboración con centros con amplio patrimonio fotográfico en esa región.
El título del proyecto hace referencia, por un lado, a las posibilidades de “atrapar el instante y fijar algo que huye” de las que habló Todorov; por otro a lo cautivador, en la sociedad de fines del siglo XIX, del daguerrotipo, considerado, en aquellos albores de la fotografía, un prodigio fisicoquímico y “espejo de la memoria”. Si Nièpce, a comienzos de aquel siglo, estudió la sensibilidad de la luz a las sales de plata, Daguerre obtuvo, en 1836, una imagen sobre una placa bañada con sales de plata: se trataba del primer daguerrotipo, y la técnica continuaría perfeccionándose; se presentó en la Academia de Ciencias de París y se hizo eco del invento el Diario de Barcelona.
No mucho tiempo después, en 1842, se publicaría el primer, que sería único, volumen de la serie España. Obra pintoresca, que contó con textos de Pi y Margall y con una veintena de aguafuertes obtenidos de daguerrotipos; fue uno de los primeros libros ilustrados así de una larga tradición, logrando por esta vía la fotografía una importante divulgación. Aparecían en él dos imágenes dedicadas, además, a paisajes de Girona, donde no se asentaría en firme esta disciplina hasta la década de los sesenta.
Podemos decir que la fotografía fue, de hecho en sus albores, un fenómeno netamente urbanita, de ahí que en esa ciudad no se generalizara hasta que creció su industria: ese es uno de los asuntos en cuyo estudio se vertebran los fondos del Centre de Recerca i Difusió de la Imatge, que ha ido haciéndose con varias colecciones de daguerrotipos con la finalidad de protegerlas y fomentar el conocimiento de ese patrimonio documental.
La exhibición de KBr, que se completa con utillaje cedido por el Museu del Cinema-Col·lecció Tomàs Mallol y audiovisuales dedicados a la elaboración del daguerrotipo y a su proceso de restauración, consta de tres secciones: La cámara oscura, Louis-Jacques-Mandé Daguerre y La colección y busca construir un relato de los primeros pasos de la fotografía desde un enfoque tanto cultural como tecnológico. También podrán verse fotogrametrías que posibilitan obtener una visión tridimensional de cuatro daguerrotipos de la colección.
Fue toda una sorpresa el anuncio, en 1839, de que se había encontrado la forma de fijar la imagen que se formaba en la pantalla de una cámara oscura y no fueron pocos los científicos e intelectuales que pusieron en duda el hallazgo. Ante las dudas, Dominique-François Arago, que había comunicado el descubrimiento en la Academia de Ciencias parisina, invitó a Biot y Alexander von Humboldt a confirmar la veracidad del invento de Daguerre; resulta poética la narración del segundo: Objetos que se pintan a sí mismos con una fidelidad inimitable; la luz, obligada mediante el arte de la química a dejar en tan solo unos minutos trazos duraderos, que delinean contornos con precisión salvo en los detalles más delicados, ciertamente, ver toda esta magia (si bien incolora) en 8 o 10 minutos (…) inexorablemente estimula la mente y la imaginación (…) Las imágenes poseen todo el carácter inevitablemente natural que solo la misma naturaleza podría imprimirles.
Los daguerrotipos son únicos porque son positivos directos; si se quiere obtener una copia de ellos hay que volver a exponer el original a otra lente. Una placa de cobre plateada, que solía adquirirse en joyerías, se pulía para que la superficie quedase homogénea; a continuación, se sensibilizaba la capa de plata en una caja con yodo (y más tarde, con otras sustancias aceleradoras). La toma, y por tanto la exposición de la placa a la luz en el interior de la cámara fotográfica, dependía del formato de esa placa, de la longitud focal del objetivo y de la intensidad lumínica y podía prolongarse desde un minuto hasta media hora.
Muchos amantes de la experimentación trataron de seguir los pasos de Daguerre e incluso varios países exigieron la patente, sobre todo el Reino Unido, aunque pronto sería evidente que los calotipos de William Henry Fox Talbot, al lado de los trabajos de Daguerre, sugerían niebla. El hallazgo se extendió en Occidente: hacia 1845, en la mayoría de las ciudades importantes europeas había estudios de retrato y solo unos años después se habían producido miles de ellos al daguerrotipo, muy apreciados en su momento por generar en el espectador la sensación de que veía algo que no existía en realidad.
Señala Grant B. Romer en el catálogo de la exhibición que un daguerrotipo contemplado hoy no es solo una imagen, es un acontecimiento en el espacio y en el tiempo. Con él se experimenta ese elemento milagroso esencial que define la fotografía.
En cuanto al CDRI geronés, fundado en 1997, conviene subrayar que cuenta con un acervo formado por daguerrotipos, ambrotipos y ferrotipos de dos grandes conjuntos: la Colección Ángel Fuentes de Cía y la de Joan Basseda Casas, un joyero y coleccionista de Vallvidrera. Se trata en su mayor parte de retratos de estudio: individuales, en parejas o de grupo y post mortem.
“La mirada cautiva. La colección de daguerrotipos del Centre de Recerca i Difusió de la Imatge”
Avenida Litoral, 30
Barcelona
Del 26 de febrero al 23 de mayo de 2021
