Joan Fontcuberta, la foto que no es evidencia

Presenta Florilegium en el Museo Universidad de Navarra

Pamplona,

El pasado septiembre el Museo Universidad de Navarra inauguró la muestra “Una tierra prometida. Del Siglo de las Luces al nacimiento de la fotografía”, que profundiza en los inicios de esta disciplina en relación con la Ilustración y las expediciones napoleónicas a Egipto, planteando la tesis de que la curiosidad científica propia de aquel momento y la necesidad de contar con descripciones fidedignas de la naturaleza puede entenderse como antecedente o prefiguración de la mirada fotográfica.

Desde este punto de vista, aunque Niépce y Daguerre fuesen los inventores inmediatos de esta técnica, en realidad la fotografía existiría antes que ellos si la consideramos como ánimo de catalogar el mundo o como régimen de visión atento a las realidades desconocidas y a su documentación desde la precisión, el detalle y la exactitud. Es muy probable, según los postulados de esa exhibición, abierta hasta agosto, que quienes dibujaban manualmente los hallazgos egipcios anhelaran un sistema que permitiera que la captación de esas especies no dependiera tanto de su talento, de una destreza que podía fallar. El impulso, por tanto, de fotografiar sería más temprano que la posibilidad material de hacerlo, que dependería de avances tecnológicos que no tendrían lugar hasta el siglo siguiente.

Tomando como punto de arranque esa tesis, el Museo quiso invitar a dos artistas contemporáneos a vertebrar proyectos propios: el primero fue Vik Muniz, que hasta el pasado 10 de marzo mostró allí su propuesta “Flora Industrialis“, y el segundo es Joan Fontcuberta, que a partir de hoy despliega en Pamplona “Florilegium”, un paso más en su senda de cultivar “una fotografía de la naturaleza para escudriñar la naturaleza de la fotografía”, estudiando cómo esta ha ido respondiendo a las necesidades de los individuos en los distintos momentos de la historia y en cada ámbito de su vida.

Al margen del valor informativo o estético de las imágenes, Fontcuberta se ha interesado sobre todo por su cariz epistemológico, político y antropológico en torno a tres conceptos básicos: verdad, memoria y materia, nociones que también articulan la producción ensayística de este autor, incluyendo su libro más reciente, muy ligado, a su vez, al discurso de la exposición que hoy abre en Navarra; se titula Desbordar el espejo. La fotografía, de la alquimia al algoritmo. Editado este mismo año, sugiere que la alquimia presente en los comienzos de este arte ha cedido hoy su terreno a esos algoritmos, que no dejan de ser otra forma de magia, en una época en la que la transformación de los valores de la imagen y la irrupción de la inteligencia artificial han dado lugar a una revolución visual más honda que la derivada de la invención del daguerrotipo en 1839.

Entiende el barcelonés que si la ilustración científica del siglo XVIII abonó el terreno al surgimiento de la foto en el XIX, las imágenes de hoy podrían anticipar las algorítmicas del futuro, que no serán fotografías propiamente, pero quizá sí en lo funcional, y no requerirán tiempo ni pericia, como el invento primigenio liberó a los dibujantes de afilar la suya. Bastará con previsualizar con tino una idea y saber transmitirla a un sistema.

Joan Fontcuberta. Florilegium. Museo Universidad de Navarra
Joan Fontcuberta. Florilegium. Museo Universidad de Navarra

Esas opciones las ha trasladado a esta exposición, “Florilegium”, nuevamente con la botánica como eje, homenajeando el legado de los artistas del siglo XVIII y también a los filósofos que han dedicado ensayos a cuestiones candentes de la ecología hoy, como Gilles Clément, Emanuele Coccia, Michael Marder o Stefano Mancuso; podemos considerarlos representantes de un pensamiento biomórfico frente al antropocéntrico, defensores de una forma de inteligencia vegetal sin estructura centralizada, a diferencia de la humana. De la involuntaria organización social de las plantas, según su enfoque, tendríamos algo que aprender.

“Florilegium” se estructura en tres secciones y la primera recoge el proyecto Herbarium, que Fontcuberta llevó a cabo a principios de los ochenta para abordar las contribuciones de la fotografía a la ciencia, llegando a la conclusión de que las imágenes deben su credibilidad a su respeto a un sistema de signos vinculado al espíritu científico de la clasificación de los seres vivos. En ese sentido nos remite a Linneo (que profundizó en los lazos entre observador y naturaleza al describir al naturalista como quien distingue visualmente las partes de los cuerpos naturales, los describe y les da nombre) y al fotógrafo alemán Karl Blossfeldt, que en su serie Urformen der Kunst, de 1928, presentó una colección de imágenes de plantas realizadas según el espíritu de las planchas botánicas y a su vez sugiriendo los motivos decorativos propios del Art Nouveau.

Los especímenes de los trabajos del catalán son falsos; los compuso combinando fragmentos orgánicos, desechos industriales y materiales artificiales. Si Blossfeldt parecía subrayar que lo imaginario también procede de la naturaleza, Fontcuberta resta peso a lo tangible como fuente de inspiración e incide en que el supuesto realismo fotográfico es, en realidad, una creencia. El año pasado, revisó su Herbarium primero para aplicar sobre él sistemas de visualización generativa de IA, con resultados autoparódicos: las imágenes nos pueden parecer científicamente impecables, pero también irónicas y perversas.

Joan Fontcuberta. Florilegium. Museo Universidad de Navarra
Joan Fontcuberta. Florilegium. Museo Universidad de Navarra

El segundo apartado de esta exhibición toma su nombre del poema de Lucrecio De rerum natura, un tributo a Epicuro, el filósofo que fundó en Atenas una escuela de pensamiento a la que llamó El jardín y en la que, a diferencia de otras del momento, esclavos y mujeres eran también bienvenidos. Desde un emplazamiento alejado del centro de la urbe, discutían sobre ideas relativas al amor por la naturaleza en su relación tanto con la transmisión de valores humanos como con el conocimiento científico.

Alude este capítulo a la sensación de sorpresa y maravilla entre los primeros europeos en adentrarse en el Nuevo Mundo (dio fe Bernabé Cobo Peralta) frente a la cuantiosa información con que ya contaban quienes en época contemporánea fueron enviados a territorios ignotos, como los astronautas, que más que descubrimientos efectuaron cotejos. Nuestra América o nuestra luna por conocer hoy no es ya un lugar geográfico, sino seguramente virtual, y no accederemos a él por otros medios de transporte que las tecnologías de visualización generativa. Las imágenes reunidas aquí nos hablan de presunciones o anticipaciones de lo desconocido y de su relación con conceptos generales de las cosas vinculados a la experiencia.

Cierra el recorrido Mirabile Visu, una última toma de medida de Fontcuberta a los lazos entre ilustración botánica y fotografía. Ha imaginado orquídeas tropicales exóticas que pudieron -es suposición especulativa- pasar desapercibidas al horticultor James Bateman, autor de The Orchidaceae of Mexico and Guatemala, volumen ilustrado por Walter Hood Fitch. Para ello, solicitó a un programa generativo que mutara los dibujos de aquel álbum, realizado entre 1837 y 1843, en fotografías a las que luego sometió a algoritmos varios; esas composiciones, para mayor desafío nuestro, las ha conjugado con imágenes reales de esas plantas, adulteradas mediante la hibridación. De este modo, y todo ello a un tiempo, nos hace dudar este artista de la ilustración científica del futuro y de que las imágenes sean, hoy y en el futuro, evidencia probatoria.

El conjunto de esta exposición ha querido plantearse como Jardín epicúreo en el que todos estamos llamados a reflexionar sobre lo que podemos esperar de la foto.

Joan Fontcuberta. Florilegium. Museo Universidad de Navarra
Joan Fontcuberta. Florilegium. Museo Universidad de Navarra

 

Joan Fontcuberta. Florilegium. Museo Universidad de Navarra
Joan Fontcuberta. Florilegium. Museo Universidad de Navarra

 

 

Joan Fontcuberta. “Florilegium”

MUSEO UNIVERSIDAD DE NAVARRA

Campus Universitario s/n

Pamplona

Del 20 de marzo al 9 de junio de 2024

 

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