Jesús en el Jordán, un año en el Museo Oteiza

Se trata de una obra temprana del escultor depositada en el centro de Alzuza

Alzuza, Navarra,

Desde hoy y durante un año podremos contemplar en el Museo Oteiza Jesús en el Jordán, obra de este artista fechada en 1933, es decir, en los inicios de su trayectoria escultórica. La ha depositado en el centro la familia Pagola Hernández y completará sus colecciones datadas en los comienzos de esa década de los treinta, antes de que el de Orio se trasladara a Latinoamérica, donde, sin abandonar su trabajo creativo, se dedicó sobre todo a la docencia. No son demasiadas las obras que se conservan de aquel periodo.

Hablamos de un vaciado en yeso de 77 x 25,5 x 22 cm caracterizado por lo depurado de su figuración: Oteiza buscaba entonces alcanzar expresividad en la captación de las formas humanas sin dejar de estudiar las posibilidades de una escultura subjetiva, autónoma respecto a modelos y literalidades y basada en el rigor formal y en una concepción sobre todo armónica. En esa línea ahondaban, en aquella misma época, Francisco Pérez Mateo, Cristino Mayo, Jacob Epstein, Eduardo Díaz Yepes Dimitri Tsaplin, André Derain, Antoine Bourdelle o Alberto Sánchez, este último en los parámetros de una verticalidad esencial.

Mostró Oteiza este Jesús en el Jordán en el mismo año 1933 en que lo llevó a cabo, en la Bienal de Artistas Noveles de Guipúzcoa que tuvo lugar en San Sebastián, y obtuvo por él un primer premio en la categoría de escultura. Desde aquel momento, entraría en contacto con otros jóvenes autores como Nicolás de Lekuona, Narkis Balenciaga y José Sarriegi, miembros del movimiento que fue bautizado como Renacimiento Vasco, que en las primeras décadas del siglo pasado, y sobre todo después de la II República, trató de impulsar la renovación de los lenguajes plásticos y de generar referentes estéticos adaptados a un nuevo tiempo. Sus esfuerzos los malograría la Guerra Civil.

Oteiza, cuya labor se acompañaba de una mayor vertiente teórica que la de sus compañeros, entendió pronto que no era el arte un fin en sí mismo sino una práctica que había de aspirar a un más amplio impacto, que tenía que servir de instrumento para la realización de un proyecto personal y colectivo, como él mismo apuntó entonces.

Recordad que, hasta el próximo marzo, el Museo de Alzuza colabora en la presentación en la Fundación Bancaja de Valencia de un compendio de obras del artista de los años cincuenta y sesenta que dialogan con trabajos de Chillida de esa misma etapa.

Jorge Oteiza. Jesús en el Jordán, 1933
Jorge Oteiza. Jesús en el Jordán, 1933

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