Jeremy Deller: vuelta de tuerca a la cultura inglesa

El CA2M revisa su obra en El ideal infinitamente variable de lo popular

Móstoles,
Jeremy Deller. I love melancholy, 2012
Jeremy Deller. I love melancholy, 2012

El premio Turner Jeremy Deller desembarcará en el Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles el próximo 13 de febrero con “El ideal infinitamente variable de lo popular”, una muestra comisariada por Amanda de la Garza y Cuauhtémoc Medina que, por primera vez en un museo de un país de habla hispana, revisará su producción desde sus inicios hasta hoy.

Podrá verse hasta el 7 de junio, itinerará después al Museo Universitario Arte de Contemporáneo de México DF (MUAC) y a la Fundación PROA de Buenos Aires, y se articulará en tres secciones: They fucked you…, que contendrá una breve selección de su obra temprana, Historias de mineros y Un artista del pueblo, en relación con los diversos intereses temáticos presentes en su producción.

Nacido en 1966 en Londres y formado en las universidades de la capital británica y Sussex, Deller ha concedido en su obra una importancia esencial a la participación, a lo colaborativo, y precisamente en el proyecto que le valió en 2004 el Turner, Memory Bucket, recurrió a material informativo de archivo y entrevistas, a reportajes oficiales y narraciones personales, para dar lugar a un collage dedicado a dos poblaciones de Texas con fuertes connotaciones políticas en el ideario colectivo: Waco, donde se produjo el sangriento cerco a la secta de los davidianos en 1993, y Crawford, ciudad natal del ex presidente de Estados Unidos, George Bush.

ANTROPOLOGÍA Y DEMOCRATIZACIÓN

En la última década, Deller se ha centrado en la investigación del el paisaje cultural de lugares concretos, alguno en España: en A Social Parade rindió tributo a la diversidad de San Sebastián, para Manifesta 5, invitando a una muestra representativa de los distintos grupos sociales de la capital guipuzcoana a desfilar por el bulevar central, pero fundamentalmente ha desarrollado una sólida exploración de la herencia cultural y política de Gran Bretaña, desde el humor e incidiendo en sus contradicciones.

Para sus series de fotografías recientes, el londinense ha realizado y encargado unos monumentos en homenaje a individuos y acontecimientos relevantes en las últimas décadas, incluyendo un banco conmemorativo cerca del domicilio del manager de los Beatles, Brian Epstein, en Belgravia, y una señal de tráfico en memoria de un ciclista fallecido.

Constituyen ejemplos de su peculiar acercamiento a la cultura inglesa popular a partir de sus estereotipos: símbolos, iconos, objetos y modos de circulación que hacen hincapié en la nula separación entre alta y baja cultura o proponen la contaminación mutua de sus estéticas: la democratización del arte es una de sus preocupaciones esenciales. No obstante, Deller ha emprendido un progresivo distanciamiento de lo objetual para dar primacía en su trabajo a acciones colectivas surgidas de la esfera artística pero independientes de ella en su realización que, además de ofrecer una visión crítica de la peor cara del capitalismo post-industrial, de los medios de producción artísticos y del circuito autorreferencial del arte, plantean el papel de éste en la configuración de escenarios históricos y de colectividades.

A partir de la recreación de situaciones relacionadas con hechos pasados ha indagado en la relación entre creación, memoria e historia, como veremos en piezas icónicas como The Battle of Orgreave (An Injury to One is an Injury to All) (2001), para la que reconstruyó un brutal enfrentamiento entre policías y mineros en el contexto de las huelgas que tuvieron lugar en Gales e Inglaterra en 1984, o So Many Ways to Hurt You (The Life and Times of Adrian Street), de 2010, pieza en la que retrata la vida de un luchador profesional travesti procedente de una familia de mineros de carbón.

¿Cuál es la nota dominante en sus videos y performances? Una lúdica curiosidad por los ritos y prácticas de la sociedad de hoy, y especialmente de sus minorías, porque Deller tiene mucho de antropólogo. Se abstiene de participar en los eventos que organiza, para que el acceso a ellos de los ciudadanos que sí se suman a sus propuestas sea más libre y abierto, desafiando a menudo los usos habituales del espacio público.

 

 

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