Jacobo Castellano y Berta Cáccamo, cuerpos y horas

El Museo Patio Herreriano dedica muestras a ambos artistas

Valladolid,

En la línea emprendida por el Museo Patio Herreriano de Valladolid de proponer diálogos entre sus colecciones y la producción de artistas contemporáneos, el centro dedica tres muestras a Jacobo Castellano y Barta Cáccamo; la del primero guarda relación con el retablo de san Benito el Real y con la estructura de piezas como esta y a la autora gallega se le dedican dos presentaciones: un repaso a su trayectoria y otra que vincula su trabajo a los fondos de la Asociación Arte Contemporáneo.

El retablo citado de san Benito, que formó parte del convento benedictino que hoy es sede del Museo, es obra de Alonso Berruguete, quien lo realizó tras formarse en Italia y establecerse en torno a 1520 en Valladolid. Se le encargaría en 1527 e incorporó novedades destacadas en el planteamiento de estas piezas en nuestro país, como el uso de balaustres como soporte, frente a los habituales órdenes clásicos, o el dinamismo de su planta. En la Desamortización de Mendizábal pasaron a manos del Estado numerosos retablos como este, que como decimos se conserva hoy en la colección del Ministerio alojada en el Colegio de San Gregorio; el tránsito de estas obras, en aquel momento, desde sus emplazamientos originales hasta aquellos que los terminarían albergando es el punto de partida del proyecto de Castellano, titulado “Las calles y los cuerpos”.

La obra de Berruguete puede hoy contemplarse en dos cuerpos separados, situados en salas contiguas; esa división, además de propiciar una visión en detalle, nos permite contemplar su reverso, cuyo descubrimiento el escultor confiesa que le interesó mucho hace unos años. Elementos de madera, cuñas, remedos o telas pintadas nos hablan de un modo tosco de articular las bambalinas del retablo, en contraste con el brillo del anverso, y en cualquier caso la articulación del conjunto en calles verticales y cuerpos horizontales que, en este caso, parecen por su fragmentación haber sufrido un accidente, inspiraron al jienense, en cuya trayectoria hasta ahora viene teniendo una presencia casi constante esa noción de percance, de eventualidad sobre el material.

Jacobo Castellano. "Las calles y los cuerpos". Museo Patio Herreriano
Jacobo Castellano. “Las calles y los cuerpos”. Museo Patio Herreriano

Se basan sus propuestas en la ordenación intuitiva de esas fracciones y retales que también se encontraban tras el Berruguete: aprecia en sus formas una huella biográfica y en su materia, precaria, el peso de la historia y muy a menudo de la infancia y la familia en lo que tuvieron de desasosegante; como desacogedor podría traducirse, justamente, el título de una de sus primeras exposiciones, que pudo verse en la entonces vigente Bienal de Sevilla: “Umheilich”.

En los últimos años se ha servido de vigas de madera, hilos de cobre, bolas de piedra, cuerdas o telas para evocar cuerpos humanos más o menos identificables, algunas anatomías hay en esta muestra, y en aquellas traseras del retablo del siglo XVI ha distinguido, como avanzábamos, ese accidente y ese colapso que comparten sus esculturas expandidas en el espacio de la capilla; los espectadores transitan entre las calles que genera esa deconstrucción, que hace referencia al episodio de la Desamortización y al despiece de los retablos para sacarlos de los templos.

Jacobo Castellano. "Las calles y los cuerpos". Museo Patio Herreriano
Jacobo Castellano. “Las calles y los cuerpos”. Museo Patio Herreriano

En el recorrido nos espera, sin embargo, algo más que trauma y astillas: celebración. Se ha interesado igualmente este artista por las manifestaciones y tipologías formales de la creación popular, profundizando por ejemplo en las experiencias de los cofrades en Semana Santa y también en las de quienes se acercan a contemplar las procesiones, tanto en Andalucía como en Castilla. Ha atendido especialmente a la veneración de las imágenes que contienen estos ritos y a la proyección en ellos de la fe, aunque no es tanto el aspecto religioso el que hizo germinar su curiosidad, sino los medios de los que la sociedad, o parte de ella, se vale para expresar colectivamente su fervor.

Exhibe Castellano en Valladolid estructuras que representan, precisamente, pasos: en el centro de la sala 9, una gran forma cúbica los evoca, al tiempo que nos ofrece una particular forma de antropología de lo común; en otra estructura contemplaremos incorporados envoltorios de los bocadillos con que los cofrades reponen fuerzas (esta también es una alusión a las calles y los cuerpos del título de la exhibición, y estos últimos cumplirían aquí un rol performativo).

Veremos igualmente recreaciones de penitentes y otros personajes propios de la Semana Santa, escucharemos la carraca llamando a la procesión, un cohetero encenderá su mecha… todos ellos labrados en una madera toscamente tratada pero eficaz en cuanto a lo narrativo y expresivo, como prueba igualmente una María Magdalena que recuerda, tanto al modelo de Pedro de Mena que también podemos ver en el Museo Nacional de Escultura, como a la talla, bien conocida, de Donatello.

Jacobo Castellano. "Las calles y los cuerpos". Museo Patio Herreriano
Jacobo Castellano. “Las calles y los cuerpos”. Museo Patio Herreriano

La antología de Cáccamo, por su parte, lleva por título “Las horas felices”, que es también el nombre de una serie de pinturas y obras sobre papel que ella realizó en los noventa, en la plenitud de su carrera, cuando había regresado a su Galicia natal tras trabajar y formarse en Barcelona, París y Roma. Decidió por entonces que la pintura sería el eje de sus desvelos, pero no solo desde la práctica, sino también desde la investigación.

La suya fue, desde una lectura actual, una postura radical, especialmente frente a la nueva pintura alemana y la Transvanguardia italiana: desde tiempo antes le influían el informalismo y la abstracción de impronta catalana (Hernández Pijuan había sido maestro suyo), pero buscó entonces dar preeminencia al orden compositivo frente al gesto.

Berta Cáccamo. "Las horas felices". Museo Patio Herreriano
Berta Cáccamo. “Las horas felices”. Museo Patio Herreriano

No siempre fue así: las palabras hermetismo, mágico, premoderno o símbolo poblaron sus anotaciones cuando, a fines de los ochenta, caminó entre la geometría y las formas primitivas y llegó a identificarse con Sigmar Polke, Gerhard Richter y Blinky Palermo en cuanto a sus afanes de investigación sobre lo pictórico.

Sobre lienzos y lonas experimentó con los pigmentos, pero también con las posibilidades de memoria que ofrecían esos soportes, enfoque que le ofrecía otras opciones perceptivas, y ahondó, igualmente, en los lazos y predominancias del fondo y el primer plano. Desarrolló telas en blanco y negro tan voluminosas como simples, en las que las formas parecen construir prácticamente estructuras escultóricas sinuosas y al tiempo casi transparentes; afirmaba, además, crear tratando de poner el pensamiento en blanco, sin la pretensión de “hacer un buen cuadro”. Apelan estos trabajos a la naturaleza y a los flujos continuos de energía -en la estela, hasta cierto punto, del arte povera-, pero también al cuerpo y a sus capacidades de elasticidad y transformación.

En cuanto a su obra sobre papel, autónoma respecto a la pictórica, cobró en su producción un peso esencial, tanto o más que aquella, al convertirse en espacio de reflexión sobre el lenguaje y el error, el desplazamiento y sobre las convenciones compositivas y de estilo, propias de la tradición de este medio, que rechazaba.

En sus cuadernos, entretanto, subrayó la de Vigo la importancia de sus vivencias y estados de ánimo como motores de actividad artística; justamente en el conjunto Horas felices, como apunta el mismo título, esa relación se hace especialmente clara (aunque no fueran tan felices las horas).

Berta Cáccamo. "Las horas felices". Museo Patio Herreriano
Berta Cáccamo. “Las horas felices”. Museo Patio Herreriano
Berta Cáccamo. "Las horas felices". Museo Patio Herreriano
Berta Cáccamo. “Las horas felices”. Museo Patio Herreriano

Más allá de emociones, su pintura se transformaría, especialmente, con la introducción del color, que llegó cuando, en sus palabras, se dio un “fundamento simbólico adecuado”. El pigmento invadió entonces las superficies, en trazos que solo pierden densidad para recuperar después su fuerza; son estas, en el fondo, piezas performativas, en las que es posible percibir la energía de las manos y el cuerpo de la artista sobre la tela, invirtiéndose las tornas en cuanto a gesto y rigor de las que hablábamos al principio.

Desde finales de los noventa, y hasta su muerte temprana en 2018, la obra de Cáccamo se diversificaría, aunque continuó nutriéndose de la observación aguda del mundo para extraer  las configuraciones esenciales y anímicas que alimentaran su interpretación poética de las cosas, de lo visible y de lo invisible. Conjugaría nuevas formas circulares, rizomáticas, con pinceladas aparentemente automáticas sobre papel pautado; pinturas de juncos entrelazados con la revisión de sus anteriores lienzos negros.

Berta Cáccamo. "Las horas felices". Museo Patio Herreriano
Berta Cáccamo. “Las horas felices”. Museo Patio Herreriano

En paralelo, como decíamos, algunas de sus imágenes se enlazan en el Patio Herreriano con obras escogidas de los fondos del centro en “Un transitar”; entre sus autores figuran artistas con los que Cáccamo, efectivamente, entabló relación creativa y que además resultarían vitales en el desarrollo de la pintura española del siglo pasado, como Olivares, Puig Manera, Guerrero, Navarro Baldeweg, Serrano o Juan Uslé, a quienes atendió desde el rigor y el afecto. Esos vínculos se apuntan incidiendo en lo estético y lo sensible y el propósito de este montaje es fundamentalmente reivindicar la figura de la gallega, escasamente representada hasta ahora en los relatos historiográficos, en esa nómina de imprescindibles.

"Un transitar. Berta Cáccamo en diálogo con la Colección de la Asociación Arte Contemporáneo". Museo Patio Herreriano
“Un transitar. Berta Cáccamo en diálogo con la Colección de la Asociación Arte Contemporáneo”. Museo Patio Herreriano

 

 

Berta Cáccamo. “Horas felices”

Jacobo Castellano. “Las calles y los cuerpos”

Del 29 de enero al 29 de mayo de 2022

“Un transitar. Berta Cáccamo en diálogo con la Colección de la Asociación Arte Contemporáneo”

Del 29 de enero al 15 de mayo de 2022

 

MUSEO PATIO HERRERIANO

c/ Jorge Guillén, 6

Valladolid

 

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