Hace unos días os contábamos que uno de los comisarios ganadores de la última convocatoria de Inéditos, Rafael Barber, presentaba en La Casa Encendida un proyecto dedicado a nuestra idea de futuro y a sus progresivas transformaciones, y que su propuesta incluía un vídeo del artista colombiano Iván Argote en el que este repasaba sus inicios como creador activista y a su vez recordaba la razón de que las fotografías de Kodak, cuando envejecen, se transformen en imágenes azules y no rojas.
Esa pieza, Reddisblue Memories, basada en sus vivencias, forma también parte de su actual individual en la Galerie Perrotin parisina, “Deep affection”, una muestra que ha sido concebida a modo de ensayo y que cuenta con esculturas, fotografías, dibujos, textos y filmes en los que, como en el mencionado vídeo, Argote plantea reflexiones sobre las relaciones entre los individuos y la historia desde enfoques ligados a la poesía, la sociología y la política.
Ha querido tomar para ello como escenarios y puntos de partida dos ciudades muy distintas y distantes: la colombiana Neiva y la indonesia Palembang. Se localizan exactamente en las antípodas entre sí, en una relación geográfica en la que solo se encuentran seis pares de ciudades en el mundo. Uno de los vídeos que forman parte de “Deep Affection”, Hasta dónde hemos podido llegar, subraya los vínculos entre ambos lugares y sus habitantes, y su mirada hacia ambos hace hincapié en la necesidad de superar las narrativas históricas hegemónicas en torno a la diferencia, descentralizando enfoques y lenguajes para poder entendernos.
El vídeo no se proyecta de forma continua, sino que la imagen se desvanece tras cada capítulo, jugando con la iluminación de la sala. Sala que comparte, por cierto, con la instalación Acerca de un lugar, formada por decenas de losas rosas grabadas con textos que componen al unirlos reflexiones y poemas. Fueron elaboradas manualmente, una a una, en el estudio de Argote. El título de la obra enlaza con las palabras de esas losas, que nos incitan a repensar la importancia del lugar en el que nos encontramos a la hora de articular cualquier punto de vista. Plantea el artista que nuestra relación con los contextos geográficos que habitamos tiene consecuencias, pero también que estas pueden moldearse una vez que nos hacemos conscientes de ellas y las sometemos a la crítica y el debate.
Argote también ha repensado las distancias no físicas que solemos adjudicar a la noción de antípodas. En Setting up a system ha buceado en la historia para encontrar el origen del término (que etimológicamente significa con pies opuestos), y averiguó que los primeros geógrafos griegos emplearon la palabra hacia el 300 a.C.
El sentido original del concepto se ha ido transformando y enriqueciendo con el paso de los siglos, como prueban los iconos que el artista presenta, tomados de la enciclopedia ilustrada de 1493 La crónica de Nuremberg, en los que los habitantes de las antípodas eran retratados como seres defectuosos, en alguna ocasión con los pies torcidos. Argote ha decidido contraponer esas imágenes tardomedievales con fotografías de los habitantes de Neiva y Palembang, obviamente muy semejantes, y con imágenes de objetos y situaciones dados en ambas ciudades que oscilan entre lo banal, lo extraño y lo excepcional, con un tono obviamente irónico.
Hablando de imágenes distorsionadas en el siglo XV, en Fieramente diferentes el colombiano nos presenta pequeñas figurillas de bronce con los pies invertidos que miran al espectador con gestos de humor y desconfianza: lo que hace seis siglos resultaba amenazante se convierte aquí en agradable y cercano.
El asunto de nuestra visión de la alteridad (e incluso de por qué consideramos al otro como tal, y no como parte de un nosotros) ha sido siempre fundamental en la producción de Argote, desde sus primeras intervenciones urbanas, en las que interactuaba con los viandantes o los usuarios del transporte público, hasta sus más recientes instalaciones en exteriores, como El otro, yo y los otros, en la que un columpio gigante se balanceaba según el número de visitantes y su posición, o la serie Piel, en la que, a través de cemento, reivindicaba el contacto corporal.
De la exhibición en Perrotin también forman parte tres imágenes de pequeño formato fechadas en 1973, diez años antes de que Argote naciera. En ellas vemos a su padre, entonces maestro de escuela, educando a sus alumnos para participar en revueltas políticas. Esas imágenes han inspirado buena parte de los talleres que ha impartido este autor desde 2011, en varias escuelas e instituciones artísticas, pero también el vídeo del que hablábamos al principio: Reddishblue Memories. En este filme en 16 mm realizado en Colombia y Ucrania, Argote filmó a sus padres, militantes políticos aún activos, en la intimidad, y también se convierte a sí mismo en personaje, explicando en primera persona las motivaciones políticas de su familia y las razones ideológicas que llevaron a la firma Kodak a transformar su tratamiento de las imágenes durante la Guerra Fría para que el tiempo, como decíamos, las hiciera azules y no rojas.
Lo privado y lo público, lo sentimental y lo político se entrelazan, casi amorosamente y desde la ironía. Ese es el eje de la obra de Argote, que nos convierte en entidades a la vez sensibles, afectivas y políticas en permanente relación con los demás, con el tiempo y los lugares.
Iván Argote. “Deep Affection”
76 Rue de Turenne
París
Del 2 de junio al 28 de julio de 2018
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