Guillermo Lledó, de la industria a la representación

Hasta el próximo 19 de febrero, el Museo Francisco Sobrino de Guadalajara dedica a Guillermo Lledó la muestra “Más belleza”. Inició su trayectoria en la pintura figurativa y el realismo, a fines de los sesenta, para avanzar en la senda de una escultura minimalista vinculada al arte conceptual, sin plantear una ruptura entre ambos ámbitos: le interesan sobre todo los límites de la representación.

Formado en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde fue discípulo de Antonio López, se adentró pronto en los desafíos técnicos que ofrecía la captación de lo real y se aproximó al hiperrealismo desde temáticas urbanas. La mímesis de objetos usados o industriales le llevaría a emplear esos mismos utensilios, ligeramente modificados, como autorrepresentación de sí mismos, en forma de esculturas que, sobre la pared, tenían la apariencia de pinturas, o a construirlos ex profeso imitando una realidad externa.

Paulatinamente, la atención a las cualidades lumínicas de las superficies industriales le condujo a incorporar a su imaginario mamparas, marquesinas y claraboyas que, depositadas sobre el suelo, podían evocar las piezas de Carl Andre, seriales y repetitivas.

La exhibición “Más belleza” cuenta con cuadros monocromáticos realizados con esmalte sintético sobre planchas de madera que ha pegado o atornillado sobre soportes en disposiciones regulares y ortogonales. Por su disposición sobre la pared y su formato rectangular, podemos considerarlos como tales cuadros, pero el hecho de que no estén enmarcados, sus tres dimensiones y su rotundidad los aproximan a la escultura.

Guillermo Lledó. "Más belleza". Museo Francisco Sobrino

 

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