María Bueno, Daniel Silvo, Eugenio Merino y Juan Francisco Casas, Antonio Montalvo, José Luis Serzo, Nekane Manrique, Alba Moreno y Eva Grau, Antonio Fernández Alvira, Tamara Feijoo, Félix Fernández y Juan Zamora son los artistas participantes en el xx aniversario de los Encuentros de arte de Genalguacil, que en esta edición y bajo la impecable coordinación de Fernando Bayona pretenden dar un giro y proyección internacional a una cita veraniega con el arte, que de seguir así, se tornará en referente e indispensable. Tener reunidos a una diversidad de artistas de gran carrera tan interesantes como Merino, Casas, Serzo, Silvo, Zamora, Félix Fernández o Montalvo, ampliamente reconocidos por la crítica junto con otros que ya han empezado a sonar fuerte hace tiempo como Tamara Feijoo, María Bueno o Antonio Fernández Alvira y las jóvenes Nekane Manrique y Alba Moreno y Eva Grau que aportan un punto fresco a la cita, posteados en las redes por la blogger Laura Cano (la caja revuelta), no pueden estar mejor ilustrados que de la mano de otro gran fotógrafo, Jesús Madriñán, artista que en este contexto de «reportero gráfico» se torna un lujo, dejando ver la fuerte apuesta de este ayuntamiento por demostrar que si se quiere… ¡Se puede!
Los encuentros transcurren en un ambiente de compañerismo y una empatía entre profesionales del arte que sigue reafirmando lo que muchos pensamos: el gremio de los artistas es tremendamente generoso cuando se le concede el respeto a su profesión: un simbólico «fee» para el artista, la manutención y estancia de los días que duran las jornadas y el material necesario para su obra, son más que suficientes para que artistas de esta talla se impliquen con Bayona, el Ayuntamiento y el pueblo, lo que se convierte finalmente en unas jornadas de creación y enriquecimiento mutuo.
Llegar al municipio es complejo, sin duda, un largo camino de curvas y carreteras difíciles que se ve recompensado con otra generosidad; la del paisaje y el pueblo: cine de verano, actuaciones, talleres y conciertos… Todo está a punto para que cualquier persona que se aventure a vivir esta posibilidad única sienta que ha merecido la pena llegar hasta aquí.
Las obras empiezan a tomar forma, estamos en el ecuador de los encuentros, me marcho con las fotos de algunos de los murales que María Bueno ha realizado para el pueblo, ilustrando las costumbres de cocina del valle del Genal y que espero se reflejen pronto en un libro de Nocapaper, con esa simplicidad y rotundidad con la que María inspira, no solo con su obra, también con su persona. Casas y Merino cierran su proyecto poco a poco, con un halo de morbo y misterio que nos deja en suspense hasta el final, con humor e ironía. Zamora, tras haber lidiado con el sol abrasador en los tejados del museo, recoge desde el maravilloso paisaje su sombra de buitre que recuerda la fauna de la zona y que casi extinguida, y como por arte de magia, se dejó ver junto a su creación el mismo día en que lo acabó. Serzo corona su Teatrorum a la Madre Tierra con un compañerismo tan faraónico como su propuesta, y en otro acto casi mágico, mientras las campanas de la iglesia dan las siete de la tarde de un día siete, se corona la estructura que recogerá la escultura y videoproyección que ultima estos días, al igual que retoca otros detalles de la obra, a la que sus asistentes Carolina Solar y Alfredo Monje han aportado celeridad para que una propuesta de ese calibre se realice durante los encuentros. Félix Fernández ensaya y dedica el tiempo a prepararse físicamente para su obra, que podremos disfrutar en «streaming» desde cualquier punto del mundo. Daniel Silvo ha conquistado al pueblo con sus talleres, con los que ahora transforman entre vecinos y artista el Valle del Genal en galería al aire libre. Alba y Eva multiplican con sus espejos la belleza del paisaje y Nekane recoge la paz y tranquilidad de este lugar en sus pinturas, con posturas de yoga realizadas en un taller mañanero, mirando a las montañas, dentro de las actividades realizadas en el pueblo. En el colegio, Antonio Fernández Alvira maneja con minuciosidad todos esos pequeños elementos que conforman su obra, casi indescifrable cuando está sufriendo su proceso de desfragmentación. Antonio Montalvo avanza en su pintura de grandes dimensiones y Tamara, con su visión natural, empieza a imprimar lo que seguro se convierte en una delicada y preciosa oda al entorno del Genal. Yo me quedo con ganas de ver todas las obras acabadas, de vivir más días la experiencia y de disfrutar de este entorno… Los que podáis llegar hasta Genalguacil, no dejéis de hacerlo, estoy segura de que Miguel Ángel, el alcalde y Maria José (los magos que hacen malabares para que esto sea posible) os conquistarán con un recibimiento que no imagináis, los artistas os explicarán encantados el proceso de creación y realmente, entenderéis que el viaje habrá merecido la pena. No conocía en persona a todos los artistas pero sí la obra de muchos de ellos y creo que esta edición de los encuentros ha sido capaz de crear sinergias con su elección, en lo que probablemente se convierta en un impulso para que el rumbo de esta preciosa iniciativa haya prendido con la mejor simiente: la de unos profesionales implicados, agradecidos, fascinados y entregados a apoyar las convocatorias que desde el respeto potencian y promocionan el entendimiento a su trabajo.
Agradecimientos personales para este artículo al pueblo de Genalguacil por su hospitalidad, Jesús Madriñán por las imágenes, María Bueno y José Luis Serzo por contar conmigo en sus proyectos y Fernando Bayona por cuidar cada detalle.