Todas las caras de Gauguin

La National Gallery de Londres acoge hasta enero sus retratos

Londres,

Tras su paso reciente por la National Gallery of Canada, el pasado 7 de octubre abrió sus puertas en la National Gallery londinense “The Credit Suisse Exhibition: Gauguin Portraits”, la muestra más ambiciosa dedicada al desarrollo por el autor postimpresionista francés del género del retrato y de las ideas sobre arte que manifestó en estas obras.

Plenamente conocedor de la tradición de la retratística occidental, Gauguin llevó sin embargo esa historia pasada a su terreno: no estaba interesado en la captación del prestigio social o los orígenes familiares de sus modelos y tampoco en la representación de sus psicologías, bases de tantos retratos de etapas anteriores. Más bien le interesó imprimir su sello personal a cada uno de ellos, encontrar lo que de propio había en el retrato ajeno. En esta exhibición encontraremos desde esculturas en cerámica a pinturas y dibujos que probarán cómo el artista interpretó figuras concretas en el tiempo otorgándoles formas múltiples y, por la misma razón, en sus autorretratos (muchos llegados ahora a Londres) adoptó una amplia gama de personificaciones, la de Jesucristo incluida. Junto con su empleo habitual, en estos trabajos y en el resto de su producción, de colores intensos y su interés por los temas no occidentales, este aspecto de su obra, el de la búsqueda casi simbolista de lo que une a los distintos, tendría gran influencia en creadores posteriores de los siglos XIX y XX, entre ellos Matisse y Picasso.

Gauguin. Cristo en el Monte de los Olivos, 1889. Norton Museum of Art
Gauguin. Cristo en el Monte de los Olivos, 1889. Norton Museum of Art

La muestra londinense, comisariada por Cornelia Homburg y Christopher Riopelle, hace hincapié también en cómo en sus retratos quedó patente su fascinación por Bretaña y por la Polinesia francesa, es decir, por aquellas sociedades que entendía más cercanas a la naturaleza, los cuentos populares y la espiritualidad en tiempos de industrialización galopante en París. Es muy posible que a la hora de viajar a Tahití se dejara inspirar por las novelas de temática exótica de Pierre Loti y por el arte llegado del Pacífico que pudo ver en la Exposición Universal de 1889. Tampoco hay que olvidar que, aunque nacido en 1848 en la capital francesa, era hijo de un periodista de la oposición y de una madre franco-peruana descendiente de virreyes, por lo que se trasladó a Perú de niño; su educación allí quizá le invitara a pensar en sí mismo como artista situado al margen de la tradición europea, una suerte de salvaje, mientras que los círculos literarios y culturales en los que se movió también le ayudarían a moldear ciertos puntos de vista, quizá idealizados, sobre aquella isla y las Marquesas. La etapa en que Gauguin residió en Polinesia del Sur se ha sometido cada vez a mayor escrutinio, relacionándola con la moderna concepción de las políticas colonialistas, y de este asunto también se ocupa la muestra de la National Gallery.

Son más de cincuenta los trabajos reunidos del francés, como adelantábamos entre pinturas, esculturas, dibujos y grabados, y la mayoría rara vez se habían mostrado juntos. Los principales prestadores del proyecto son el Museo de Orsay, la National Gallery de Washington, el Instituto de Arte de Chicago, la Galería Nacional de Canadá, el Museo Nacional de Arte Occidental de Tokio y los Museos Reales de Bellas Artes de Bruselas.

La primera sala se dedica a sus autorretratos, que representan la faceta más amplia de la producción de Gauguin: los llevó a cabo desde su etapa temprana hasta su visita final a los Mares del Sur. Al convertirse en su principal modelo, aunque asumiendo diferentes personalidades, el artista se reinventó constantemente y a veces con resultados sorprendentes: encontraremos aquí su propia cabeza, áspera y grotesca, con el pulgar en la boca, prueba de su interés por la iconografía y el arte no occidentales, y también trabajos significativos de su radical experimentación en distintos medios, como la escultura de piedra arenisca esmaltada Olla antropomórfica (1889), procedente de Orsay.

Gauguin. Retrato de Meijer de Haan, 1889-1890. National Gallery of Canada, Ottawa
Gauguin. Retrato de Meijer de Haan, 1889-1890. National Gallery of Canada, Ottawa

La segunda sala se centra en el periodo que Gauguin residió en Bretaña: entre 1884 y 1891. Allí, en el pueblo de Le Pouldu, se alejó de su actividad como corredor de bolsa en la capital para convertirse en figura central de una nueva colonia de artistas. Pero de esta sección forman parte asimismo retratos de algunas de las amistades que hizo en París y de miembros de su familia, destacando Mette en vestido de noche (1884). Ya en pinturas como las dedicadas a Jean Moréas o a una joven mujer bretona empujaría los límites del género evitando convenciones en cuanto a semejanza, idealización y coherencia espacio-temporal.

La tercera sala explora las relaciones, a menudo tensas, de Gauguin con otros artistas, en particular con dos autores fundamentales para él a los que retrató casi hasta el final de su vida pese a lo complejo de sus vivencias con ellos: Meijer de Haan y el inevitable Van Gogh. El rostro del primero se convirtió para Gauguin en un símbolo artístico que sobrevivió tanto a su amistad como a los días del propio modelo. De él puede verse un valioso busto en madera llegado de la Galería Nacional canadiense, el que encontráis a la izquierda.

Una cuarta sala analiza ya el primer viaje tahitiano del artista (1891-1893). Pretendía escapar de la civilización, pero en el fondo no dejó de tener la vista puesta en Francia y en su mejor o peor fortuna en el mercado parisino. Incorporando referencias a los objetos indígenas que conoció, realizó, en madera, Tehura (Teha’amana) o Arii Matamoe. La quinta sala recuerda su regreso a París y Bretaña y su segunda estancia en Tahití en 1893-1895, presentando piezas ya sí plenamente derivadas de su clima y naturaleza: veremos el retrato de una joven bretona en oración vistiendo un vestido misionero tahitiano, su autorretrato con Manao Tupapau o Manao Tupapau (El espíritu de los muertos mirando).

Por último contemplaremos en Londres una selección de retratos en los que el francés se sirvió de objetos simbólicos, dispuestos en bodegones, para representar figuras ausentes, un tipo de obras que ya apareció en su producción en la década de 1880 pero que ganó peso en sus últimos años de aislamiento (debemos fijarnos en los que presentan semillas de girasol evocadoras de Van Gogh, cuando el holandés llevaba una década muerto) y también sus retratos tardíos. En los últimos años de Gauguin en Hiva Ooa, su actividad pictórica decayó pero este género continuó ocupando un lugar fundamental en ella. Cierra la exposición su último autorretrato, quizá el más simple y directo de todos, datado en 1903 (a sus cincuenta y cinco años) y llegado de Kunstmuseum Basel.

Gauguin. Retrato de Madame Roulin, 1888. Saint Louis Art Museum
Gauguin. Retrato de Madame Roulin, 1888. Saint Louis Art Museum
Gauguin. Naturaleza muerta con 'Hope, 1901. Colección privada, Milán
Gauguin. Naturaleza muerta con ‘Hope, 1901. Colección privada, Milán

 

 

“The Credit Suisse Exhibition: Gauguin Portraits”

THE NATIONAL GALLERY

Trafalgar Square

Londres

WC2N 5DN

Del 7 de octubre de 2019 al 26 de enero de 2020

 

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