Garry Winogrand, fotografía sin prejuicio

Siempre controvertido, hombre de exuberante personalidad y gran conversador, Garry Winogrand, protagonista hasta febrero de una exhaustiva antología en el Jeu de Paume, nos legó un conjunto de extraordinarias imágenes callejeras tan mimadas en lo técnico como aparentemente dominadas por el azar. Nacido en 1928 en el Bronx neoyorquino, se apuntó a sus veinte años a las clases de pintura que Henry Carnohan impartía en la Universidad de Columbia, aunque muy pronto se introdujo en la fotografía, seguramente aconsejado por George Zimbel, que le enseñó la magia presente en los procesos de revelado.

Un año después, Winogrand asistió a las clases que Alexey Brodovitch, director entonces de Harpers´s Bazaar, ofrecía en la New School for Social Research de Nueva York y en 1951 comenzó a trabajar como colaborador para la agencia Pix, donde conocería a una de las figuras más interesantes de la nueva fotografía estadounidense: Ed Feingersh. Él allanó al artista el camino para publicar en revistas como Collier’s, Argosy, Pageant, Redbook, Men, Gentry, Climax y Sports Illustrated imágenes, a veces de temas humanos, otras veces abiertamente superficiales, habitualmente enérigicas y de una belleza provocadora, casi violenta.

Tras conocer la obra de Walker Evans, y en paralelo a la creación del fotolibro The Americans por Robert Frank, Garry Winogrand emprendió a fines de 1955 su primer viaje fotográfico por Estados Unidos. Los últimos años de la década de los cincuenta, que coincidieron con un cierto declive del fotoperiodismo tal como hasta entonces se concebía y con una cada vez mayor presencia de la televisión en los hogares, supusieron para el fotógrafo un descenso de los encargos, pero también el inicio de una carrera más seria y de una producción más rigurosa, centrada en la figura femenina y en la calle, temas que nunca abandonó hasta su prematura muerte con 56 años y que plasmó en su célebre libro Women are Beautiful.

EL PODER DEL GRAN ANGULAR

Experimentó con composiciones nuevas sirviéndose de lentes de gran angular: compensaba distorsiones cortando los márgenes y desafiaba su propia libertad creativa de forma constante. Con Winogrand se evidencia como un bajón de los encargos puede y suele dar pie al desarrollo de una obra más personal y más compleja, en lo conceptual y lo técnico, como podemos apreciar en sus imágenes de acontecimientos públicos como eventos deportivos o convenciones políticas. Muchas de ellas formaron parte de la exposición “Public Relations”, que el MoMA presentó en 1977.

En sus últimos años, y tras ejercer la docencia en varias instituciones académicas, Winogrand trabajó sin descanso en series inspiradas en escenarios de Los Ángeles: el Farmer’s Market, Hollywood Boulevard, el Grauman’s Chinese Theater, la Muscle Beach…A tal ritmo trabajó que muchos carretes, en torno a 6500, quedaron sin revelar a su muerte y varios de ellos forman parte de la exhibición que acaba de abrir el Jeu de Paume, la primera retrospectiva en 25 años del considerado maestro de la fotografía de calle junto a Evans, Frank o Friedlander.

La exposición ha sido organizada conjuntamente por el San Francisco Museum of Modern Art y por la National Gallery of Art de Washington, reúne imágenes fechadas entre los cincuenta y los ochenta y se articula en torno a la voluntad de Winogrand por conocer “cómo son las cosas cuando son fotografiadas”. Casi la mitad de las obras que integran el proyecto proceden del citado archivo inédito y más de un centenar no se habían revelado hasta ahora.

La muestra, que el año próximo recalará en la Fundación MAPFRE, quiere convertirse en la piedra de toque de próximos análisis exhaustivos de la obra de Winogrand y su estructuración no es temática, sino temporal, para favorecer un acercamiento más libre del espectador hacia estas piezas, también a las que ya conoce. Podéis aprender más sobre él en la conferencia que os enlazamos, impartida por Leo Rubinfein en el Auditorio de la Fundación MAPFRE el año pasado.