Hace tres años Daniel García Andújar presentaba en el Museo Reina Sofía una selección de trabajos, recientes entonces, relacionados con el asunto de la batalla de las imágenes: obras nacidas de su estudio de la presencia de la colectividad en los engranajes de la cultura que apelaban a la capacidad y la responsabilidad de los espectadores, de la sociedad en general, para construirla. En su producción, el net art y el videoarte no son solo técnicas, forman parte del mensaje: las nuevas tecnologías son para él un medio idóneo para reflexionar hoy sobre cómo se configura el espacio público, sobre la relevancia o no de la noción de autoría y de la propiedad de esas imágenes o sobre el rol del artista a la hora de ayudar a los ciudadanos a generar espacios para la libertad.
En uno de sus más recientes proyectos, “Los desastres de la guerra”, que García Andújar presentó el año pasado en documenta 14, esa indagación en la naturaleza de las imágenes la trasladó a un campo muy específico: el de su valor a la hora de representar, en la actualidad, la violencia y el conflicto en el terreno cultural y en el puramente bélico.
El hecho de que este trabajo se presentará en documenta tenía cierto valor simbólico, dado que la primera edición de esta cita, que tuvo lugar en 1955, se concibió como un camino para recuperar el diálogo entre Alemania y el resto del mundo, perdido tras la II Guerra Mundial, con la escena artística como terreno de juego. Desde entonces, documenta siempre se ha celebrado en Kassel, pero el año pasado, bajo el lema Learning from Athens, incluyó una exposición en la capital griega, y el proyecto que el artista llevó a la muestra pudo verse en ambas ciudades, a modo de obra en dos actos.
Los desastres de la guerra versaba tanto sobre la representación iconográfica de los conflictos como sobre los cimientos culturales europeos y su origen parcialmente griego, y se planteaba a modo de atlas, conjugándose las referencias a la historia del arte con alusiones a la de España y a la biografía de García Andújar. Desde hoy la Fundació Suñol de Barcelona nos lo muestra reunido, de modo que se hagan aún más evidentes al contemplarlo los propósitos de fondo de García Andújar: probar cómo el canon estético europeo de ayer y de hoy, y también, claro, el alemán, se nutren del legado clásico a través de múltiples fuentes: desde filósofos, escritores y poetas fascinados por Grecia, muchos alemanes, al patrimonio expoliado del país, porque, como explica Inma Prieto en el catálogo de esta exposición, robar el patrimonio de un tiempo pasado es sustraer también esos códigos estéticos que alimentaron otro tiempo.
Es conveniente contemplar primero la parte de “Los desastres de la guerra” que se exhibió en Atenas: Metics Akademia. Estaba formada por la serie de imágenes Atlas, Hacking the Canon, el grabado de William Hogarth Boys Peeping at Nature, un mapa de 1970 que sitúa a Atenas en el centro del mundo: Centered on Athens, pequeñas esculturas elaboradas con impresoras 3D que nos hablan de un clasicismo deformado, y otras fotografías de talleres oficiales de copia de esculturas griegas, del estudio del valenciano Manolo Martín, autor de fallas pero también de réplicas de esculturas clásicas, y del parque Terra Mítica. De esa serie primera de fotografías, Atlas, forman parte a su vez imágenes tomadas de antiguos estudios antropológicos de carácter racista que asociaban el canon estético dominante en Europa a la morfología humana, fotografías que Andújar a veces modificó mediante procesos de hackeo para generar tipologías nuevas fuera de las normas.
El resultado de unos y otros trabajos plantea, desde el humor, un debate aún muy vivo sobre la autenticidad y la reproducción con el asunto de fondo del saqueo de patrimonio y sobre la necesidad histórica recurrente de quemar convenciones estéticas.
Ya en Kassel, se mostró El caballo de Troya, un proyecto inspirado en la serie de grabados de Goya que da título al conjunto y que alude a asuntos igual de candentes pero más sangrientos: las consecuencias de las guerras sobre los más débiles y el origen moralmente mugriento de sus causas, vinculadas a la avaricia, la ambición de poder, etc.
El grabado de Goya Yo lo vi sirve al artista como punto de partida para plantearse y plantearnos qué estamos dispuestos a mirar; a continuación presentaba fotografías sobre la evacuación de pinturas del Prado en la Guerra Civil, elegidas para la salvación por su obediencia a cánones que las hacían relevantes; también piezas que relacionan autoritarismo y tecnología en el contexto actual o la serie Tortura, que consta de imágenes de ensañamientos llegadas de Guantánamo y Oriente Próximo, algunas devenidas ya en iconos. Son armas visuales contra la violencia, del mismo modo que las obras de Metics Akademia evidenciaban cómo el cuerpo ha sido siempre campo de batalla entre culturas y continúa siéndolo hoy en el ámbito digital.
La Fundación Suñol nos presenta también el testimonio documental de la acción The Trojan Horse – Burning the Canon, que García Andújar realizó en junio del año pasado en Kassel. Consistía en la quema de una falla del caballo de Troya, concebida como antimonumento, realizada por Manolo Martín.
“Daniel G. Andújar. Los desastres de la guerra”
Passeig de Gràcia, 98
Barcelona
Del 31 de mayo al 15 de septiembre
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